- Ehm... ¿Qué? -fue lo único que pude decir.
- Eso, que me gustaría conocerte, no sé.
Su mirada continuaba fija en mí, y mi sándwich seguía sin un mordisco.
De repente sonó el timbre dando fin al recreo. Evan se levantó, me miró por última vez y se dirigió a clase.
Tocaba optativa. Si tengo la suerte de que Evan no va a la misma que yo, podré librarme de él una hora. Necesito asimilar su respuesta. ¿Que le gusta lo raro? Venga ya, eso es imposible.
Entré a la clase y me senté. Fueron llegando los alumos y, gracias a Dios, no iba a la misma que yo. Pasé la hora haciendo lo de siempre. Estuve pensando en sus palabras, y llegué a la conclusión de que no ib en serio, de que quiere acercarse a mí para dañarme más. Así que pensé que la solución sería alejarme de él lo máximo posible y formar una coraza contra él.
La siguiente asignatura era biología. No le dirigí la mirada en toda la hora, pese a que él me dijo dos o tres cosas. Creo que no pareció importarle, como supuse, era como los demás.
Las clases terminaron, cogí mi mochila, me levanté del asiento y dispuesta a irme crucé la puerta.
- Claudia -pude escuchar la voz de Evan, sin embargo seguí caminando.- ¿Qué te pasa conmigo? -insistió.
- Nada. No me pasa nada. -respondí sin girarme a mirarle.
- Entonces, ¿por qué no me contestas a nada? No solo eso, ni siquiera me miras. Desde el recreo, así, de golpe. -me cogió del brazo.
- Porque eres como los demás. -me solté de su agarre.- ¿Crees que no me doy cuenta de cómo me miras? Esa mirada malévola. Desde esta mañana la noto, no creas que soy imbécil.
- Pues perdona que te diga, pero ahora mismo creo que sí eres imbécil, porque debes estar muy ciega.
- ¿Qué? -respondí confusa.
- Lo que oyes. Desde el primer momento en que entré a clase y te ví descubrí en ti algo diferente, especial. No sé lo que es, pero sé que me gusta. No eres igual a los demás Claudia, hay algo en tu interior que me atrae y es como un agarre del que no puedo escaparme. Quizás no me creas o... pienses que estoy diciendo tonterías, pero voy muy en serio.
En ese momento empecé a escuchar mis propios latidos. Me empezó a doler el pecho y no sabía cómo reaccionar.
- Eh... Evan... Lo siento, hablamos mañana ¿vale? -dije mirando a otro lado que no fueran sus ojos.
- No, Claudia. Quiero dejar esta discusión terminada. -insistió.
- No... En serio, no me encuentro bien. -retrocedí un paso.
Sentí como mis piernas dejaron de responder de un momento a otro. Empecé a caer al suelo. Noté unos brazos deteniéndome y todo se volvió negro.
Desperté. No puedo decir cuánto tiempo estuve inconsciente, perdí la noción del tiempo. Solo sé que estaba en una habitación con las paredes repletas de pósters cuyas bandas no podía identificar. Me puse de pie como pude, apoyándome en una pared, y me acerqué al espejo que había en la habitación. Me miré, empecé por abajo, mis piernas delgadas seguían igual que siempre. Estaba igual que siempre. Diantres, Claudia, ¿cómo vas a haber cambiado? ¿Eres imbécil?
Pero ... no. Alcé la vista completamente y me quedé con la cabeza hecha un caos.
Aquellos no eran mis ojos.
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Claudia.
Teen FictionLlevo sola desde siempre, ellos nunca me hablan. Siempre se quedan mirándome, a veces hasta les escucho susurrar. "Eh, mira, la bicha muerta", "Anda, ahí esta la cadáver". Insultos. Al menos saco algo bueno de eso, y es que en este estado no me pued...