Ambos habían dejado de ser dos piedras de ámbar esféricas.
Ahora, una pupila negra destacaba descaradamente en un iris que, a pesar de gris, sentía que cada vez era más blanquecino.
Pude observar, también, cómo mi castaño pelo se volvía blanco desde las puntas y, una mancha puramente negra como la oscuridad misma invadía la posición de mi garganta, en mi cuello.
Una mano se posó y acarició mi hombro.
- Tranquila. No pasa nada, pequeña.
Sobresaltada y asustada, me volteé con rapidez encontrándome, de nuevo, con esos ojos esmeralda sobre los míos. Era Evan. Sin embargo, su expresión cambió a una de preocupación al observar mi mirada.
- ¿Que no pasa nada? ¿Pequeña? -mi voz era frágil, amenazaba con romperse.- Estoy en la casa de un desconocido, con mi cuerpo mutando por... no sé por qué. Pero el caso es que quiero respuestas, quiero ser como antes y, quiero salir de tu alcance, también. -Aparté mis ojos de su mirada, no iba a caer ante su atractivo.
- No pensé que fuera a ocurrir tan pronto... -dijo, acariciando con las yemas de sus dedos índice y corazón la mancha sobre mi cuello.
Un mechón de color azabaché cayó sobre su frente, fue ahí donde centré mi mirada.
- ¿Que fuera a ocurrir qué? Por Dios, dime dónde estoy y qué está pasando. -finalmente caí. Le miré a los ojos, estaban más apagados que antes.
- Escucha, Claudia. No puedo contártelo todo ahora ¿entiendes? Quiero que te quedes con eso, no depende de mí. Lo único que puedo confirmarte es que no voy a hacerte daño, al contrario. Ahora debemos irnos, tienes que acompañarme y visitar a alguien que te ayudará... con esto. -musitó esas últimas palabras, dejando de tocar mi cuello.
Mis ojos comenzaron a pesar y mis piernas a temblar, de nuevo. Me sentía igual que hacía unas horas. Quería decir algo pero, antes de poder, caí sobre algo duro y unas manos sujetaron mi cuerpo por mi espalda. Sentí el aliento de Evan en mi oreja, era su pecho.
Cuando volví a estar consciente, abrí los ojos, hallándome en un coche. Sentada y protegida por la fuerza del cinturón, estaba en el asiento delantero, el del acompañante. Pese a todo, en ese instante sentí que la seguridad que me daba el cinturón, no era necesaria para todo lo que iba a aparecer en mi vida a partir de ese momento.
El vehículo estaba en movimiento. Aún adormecida, giré mi cabeza a la izquierda y me encontré con un Evan mirando al horizonte de la desolada carretera. Parecía sumergido en su mente, pues no mostró respuesta ante mi despertar. El cielo a través del cristal empezaba a oscurecerse. Supuse que era normal que me encontrase débil y cansada, sin embargo, el filo punzante que notaba en mi garganta no lo era. Pasé mis dedos por la zona, intentando notar algo en mi piel pero, para mi sorpresa, se sentía como el resto de piel normal al tacto.
Suspiré. No sabía adónde íbamos, ni si mi familia sabía siquiera de dónde me hallaba yo a estas horas, pues saben de sobra que no suelo salir de casa y, de hacerlo, aviso con anterioridad.
Un sentimiento de frío empezó a recorrer mi cuerpo, me abracé a mí misma y tirité ligeramente. Evan pareció notarlo, pues abrió el compartimento frente a mí y sacó una manta de él.
- Todavía falta un poco, te sugiero que duermas.
Y como si sus palabras fueran órdenes, cerré mis ojos y me dormí al instante, pareciendo la víctima de una hipnosis. Al despertar, el coche acababa justo de detenerse. Observé el lugar.
Nos econtrábamos en un bosque que, de haber sido una niña, me habría asustado por su similitud con los paisajes de libros sobre lugares malditos.
Frente al coche que supuse sería de Evan, se encontraba de pie lo que supuse sería una mujer de unos cincuenta años. Estaba cubierta por una capa negra que no dejaba ver su rostro.
Parecía que sabía que íbamos a visitarla, pues estaba de pie frente a la puerta, dándonos paso.
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¡Hola!
Tras un periodo de tiempo bastante largo, (muy largo, a decir verdad), me he propuesto continuar con la historia. En un par de días cambiaré el inicio, lo alargaré y le daré unos cuantos retoques, además de corregirlo (o intentar corregirlo).
Digamos que será el mismo de antes, solo que más... presentable. xD
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Claudia.
Teen FictionLlevo sola desde siempre, ellos nunca me hablan. Siempre se quedan mirándome, a veces hasta les escucho susurrar. "Eh, mira, la bicha muerta", "Anda, ahí esta la cadáver". Insultos. Al menos saco algo bueno de eso, y es que en este estado no me pued...