Las piernas ya no le respondían más. Quizá no llevaba corriendo más de veinte minutos, pero Samm sentía que si paraba, se le iría la vida. Cruzaba las calles sin siquiera mirar por dónde iba, no le importaban los autos ni las personas que iba esquivando instintivamente. Pero carajo, si continuaba así terminaría desplomándose, aunque eso no le preocupaba. Tratando de desacelerar poco a poco el paso, intentó con todas sus fuerzas contenerse para no llorar en aquellas circunstancias. No conocía Seúl tan bien como para perderse. Necesitaba parar.
-Primero, lo primero. - se dijo a sí misma. Disimuladamente comenzó a mirar a su alrededor, hasta donde su vista más pudo alcanzar el horizonte.
Debía asegurarse de que él ya no la seguía, que no estaba oculto por ahí, acechándola. Pues bien, se sentó a la orilla de una jardinera cercana y echó un vistazo rápido para ver que contaba únicamente con su bolso, lo poco que hubiera de sus pertenencias en él, sus documentos (por fortuna) y unos cuantos dolares que le proporcionarían una buena bebida refrescante antes de llamar a su mejor amiga para que le auxiliara con algo de dinero para el regreso a su país. Era estresante pensar en todo lo que se avecinaría cuando volviera a... bueno, tendría que buscar una nueva casa ahora.
Si no se equivocaba, en menos de media hora oscurecería. Tenía que buscar dónde pasar la noche. Suspiró exhausta y miro por precaución a ambos lados. Casi se le cae la cara cuando divisó doblando la esquina a aquel tipo alto y bronceado, de camisa negra y pantalones ajustados, honestamente de muy buen ver, pero que de cualquier modo, resultaba ser una completa decepción ante sus ojos. Podía sentir su sangre amontonársele en las mejillas por el coraje y la adrenalina, automáticamente apretó los puños preparándose para lo que fuera.
-¡Samm! ¡Vuelve, hablemos! - Gritó él al mismo tiempo en que se abalanzaba sobre Samm, con esa cara que ella conocía perfectamente, de rabia extrema.
De un salto se levantó de la jardinera. Todos a su alrededor se giraron para mirar aquel breve espectáculo, por lo que aprovechó los escasos metros que les separaban para asegurar su bolso en el hombro y abruptamente pegar la carrera otra vez.
Samm logró sacarle rápidamente ventaja, lo cuál la sorprendió bastante, ya que no era nada deportista. En cuestión de segundos su mente trataba de maquinar opciones para salir de su camino lo más pronto posible. Y sin más, su milagro ocurrió. Pudo divisar unas cuadras más adelante varios edificios modernos y sumamente iluminados de los que música a todo volumen y gente joven no paraban de entrar y salir. Estaba en la zona de clubes de Hongdae. Vaya que era un mar de personas circulando en toda la calle, una escapatoria perfecta.
-¡Gracias al cielo! - Dijo animosa mientras se dirigía a velocidad máxima hacia el club donde observó mayor movimiento de masas. Frente a la majestuosa puerta cristalina del lugar, tuvo que esperar unos minutos para que la dejaran ingresar, y así tuvo oportunidad de iniciar una conversación con un pequeño grupo de extranjeros, que resultaron ser para su suerte, también latinos. Al entrar ya no se sentía tan extraña y sola, pues aunque no conociera a sus nuevos "amigos", ella nunca había sido una chica que frecuentara esos lugares. Pero por razones obvias, haría una excepción y trataría de disfrutar un poco, claro, sin dejar de estar alerta en todo momento.
Decidida a esconderse de la forma más cómoda posible, se dirigió a un baño para arreglarse un poco; se enjuagó el rostro y puso un poco de color a sus labios, se quitó los leggins para quedarse solo con el bonito blusón blanco que llevaba puesto, ya que perfecto pasaba por un vestido corto, para finalmente soltar su larga cabellera castaña.
-Muy bien Samm, adelante. Tú puedes. - Le afirmó a su reflejo en el espejo.
Al salir del baño, la tomaron por el brazo de manera familiar- Samm, ¡por fin te encuentro! venga, vámos por unos tragos con los chicos, te estuvimos buscando - Dijo Lou, la chica del grupo de latinos, sobreponiéndose a la música.
-Claro, gracias por esperarme. Vayamos. - Musitó Samm tratando de disimular su sorpresa y nerviosismo, al haber creído lo peor.
No recordaba la última vez que la había pasado tan bien como ahora mismo, sin preocuparse por lo que llevaba puesto o con quién hablaba. Sentía un leve sudor recorriendo sus sienes debido a lo calurosa que estaba la pista de baile. Sosteniendo una deliciosa cerveza, se divertía bailando y conversando con sus nuevos amigos. Brindaba internamente por un nuevo comienzo, en el país que siempre deseó estar, con las personas que siempre quiso conocer... excepto por la persona con la que ya nunca más debía estar.
-¿Qué diablos estamos bebiendo?¿Nos dieron agua a caso? Muero de sed, vamos a buscar algo más fuerte, es noche de fiesta y nadie se irá hasta que muera. - Afirmó divertido Daniel dirigiéndose a la barra, seguido por los demás varones. -Damas, ahora volvemos.- Concluyó el rubio antes de perderse entre el gentío.
-Un momento... Yo conozco ese aroma.... - Se decía por lo bajo Samm mientras escrutaba una vez más cada rostro a su alrededor. Conocía perfecto la fragancia favorita de Irving. - Bien, opciones posibles...- Continuó casi diciéndolo en un susurro a la vez que miraba ansiosa hacia el techo del club, percatándose de que habían dos pisos más arriba y dónde exactamente se hallaban las escaleras, por si a caso.
-¿Estás bien? - Le dijo Cony tomándole por los hombros. - Espero no te incomode tanto bullicio, solo que hoy está lleno porque al parecer hay algún evento privado. Prometo que la próxima será más tranquilo. - Por supuesto, estoy en deuda con ustedes, la estoy pasando de maravilla. - Respondió Samm esbozando una sonrisa lo más normal posible que pudo.
Dos segundos más tarde, miró de reojo la barra, y lo que contempló su vista, la paralizó. Daniel hacía ademanes y señas con la mano para que las chicas volteasen, al parecer estaba dándole informes a su estúpido perseguidor para que se acercara a ellas.
A velocidad luz se agachó y comenzó una nueva huida. Se deslizó sagazmente entre las caderas danzantes en la pista hasta alcanzar las escaleras en el fondo. Creía que sería mejor permanecer ahí, porque conociéndolo, él pensaría que ella habría optado por salir y seguir huyendo. Así era su antigua "yo".
Subió con dificultad puesto que continuaba a gachas, el tráfico ahí era peor que en el primer nivel, hasta que justo en el último escalón tropezó y levantando la mirada sorprendida vio el recorrido que hizo su cerveza hasta derramarse en los pantalones de un chico rubio frente a ella. Contuvo la respiración preocupada.
-¡Dios, lo lamento!- Exclamó avergonzada acercándose de a poco al joven desconocido. No sabía si preocuparse por enderezarse finalmente y exponerse, o intentar negociar su desperfecto.
- Vaya, tanto que me cuidé ahí dentro, y vienes tú a arruinar mi impecable atuendo. - Soltó como si nada aquel simpático chico, que a decir verdad le resultaba un tanto familiar.
- Ummm.. la verdad no sé qué puedo ofrecerte, pero dime qué puedo hacer por ti ahora, discúlpame.- Le susurró Samm a....
- Kim Kibum, mucho gusto. Creo que deberías comenzar presentándote.- Le dijo extendiéndole la mano.
Si no se desmayaba, realmente no sabía por qué, pero no ocurría. Se quedó atónita ante la pícara mirada de Key.
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De nuevo, gracias por estar aquí y por tomarse su tiempo para leer mis peripecias... Ojalá logre ser de su agrado.
Procuraré actualizar cada semana, y de ser posible, antes. Nos leemos pronto, bye bye :)
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Waiting for tonight - ONEW (*SHINee* MiniFic)
Fanfiction"- Mira, no es por nada, pero no es la primera vez que una fan me da un obsequio. No soy la gran cosa ¿sabes?..." Hola y bienvenid@s, este es mi primer fic, gracias por tomarse tiempo para estar aquí!! Queda prohibida toda reproducción y/o adaptaci...