Alex escuchó sonar el timbre, miró por la ventana y vio a May en la puerta. Aventó el móvil a su cama y bajó las escaleras a toda prisa, para cuando llegó a la puerta estaba cansado y con un fuerte dolor en el abdomen. Abrió la puerta y vio a la chica con una respiración muy agitada y con los ojos acuosos, aún así, para Alex, ella se veía hermosa. La chica se abalanzó sobre él abrazándolo. Después de unos segundos ambos se separaron.
—¿Quieres pasar? —dijo el chico con una sonrisa tonta.
—Ah... Sí, lo siento —dijo un poco abochornada, no todos los días alguien llega a tu casa y te abraza sin explicación alguna.
Ambos subieron a la habitación del chico.
—Bien... ¿Qué ocurre? —preguntó Alex aunque ya sabía la respuesta.
—Ah... Una persona me dijo —tragó saliva—, me dijo de tu situación.
—¿Mi situación? —dijo el chico.
—Hum... Sí, es decir, me dijo que estabas enfermo.
La chica se levantó de la cama, se acercó a donde Alex estaba y se hincó acercándose al cuerpo del chico tomándolo de las mejillas.
—Me gustas.
—También le gustas a A.
—¿Qué? —dijo ella incrédula—. ¿Tú eres A?
El chico asintió.
—No lo puedo creer.
La chica saltó a los brazos del chico y le robó un pequeño beso. El pelinegro quedó en shock unos segundos pero luego él la tomó de la cintura, le quito unos cuantos mechones que cubrían su cara y la besó.
Un beso tan necesitado que lentamente se convirtió en un beso suave, con delicadeza de no lastimarse el uno al otro, sus labios se unían y congeniaron tan bien que parecían dos piezas de un rompecabezas.
Ambos se separaron, el chico tomó la cara de May entre sus manos y ambos se miraron a ojos.
—¿Qué es lo que tienes? —preguntó May.
—Tengo —antes de seguir hablando Alex bajó la cabeza y carraspeó—. Tengo cáncer. He ido a ver a muchos doctores porque mi mamá no quiere darse por vencida, pero nos ofrecen tratamientos demasiado costosos, sin un trasplante no se puede hacer mucho.
La chica tomó al chico de las manos e hizo que la mirara, le colocó un pequeño beso en su frente, el chico se ruborizó un poco y se enderezó.
—No quiero salir contigo, no quiero lastimarte, lastimarnos —dijo Alex y bajó la cabeza.
—¿Sabes si va a ser pronto...? —preguntó May.
—Unos... 6 meses, o menos.
—¿Y yo te gusto?
—Más de lo que te puedes imaginar.
—¿Y no crees que lo podamos intentar en esos 6 meses?
—Pero, cuando yo ya no esté aquí...
—Lo que importa es el presente —dijo interrumpiéndolo.
—Está bien —Alex hizo una sonrisa sincera.
El chico se arrodillo enfrente de May
—May Sweetheart, desde el primer momento en el que te vi supe que ibas a ser importante en mi vida —la chica miró atentamente a Alex, el se removió nervioso y se lamió los labios antes de continuar—. Me siento la persona más feliz del mundo al saber que estamos cerca uno del otro. Desde hace mucho tiempo que me gustas, pero por cosas nunca pude decírtelo; no quería lastimarte, pero al tenerte tan cerca de mí y no poder decirte nada me sentí muy frustrado, imaginé en la forma de hablarte y lo único que se me ocurrió hacer fue hablarte como un desconocido por mensajes. No sé cómo pude decirte que yo era A, pero el momento en el que me dijiste que te gustaba me sentí... Completo, feliz. May, te adoro, ¿Quieres ser mi novia?
En vez de responder a su pregunta ella lo abrazó con todas sus fuerzas. Al separarse la chica sonrío.
—Claro que sí.
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Desconocido
Historia CortaDesconocido: Hola May, hoy te veías muy bien, como siempre. May: ¿Quién eres? Deja de mandarme mensajes. Puesto 1 en Historia Corta 20/05/2016