Capítulo 1

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Tres horas. Tres horas de deleite durante tres días le eran concedidas a Tsukishima. Tres horas de adoración al chico más bonito que hubiera visto nunca. Tan tímido, tan reservado, tan misterioso.

Aún no había visto sus ojos, pues estos estaban cubiertos por unos flecos de pelo verdoso dispuestos con delicadeza sobre una tez manchada de motas de azúcar moreno. No podia apartar la vista de ese muchacho, tan reluciente que le recordaba a un ángel.

Yamaguchi se llamaba, descubrimiento que hizo gracias a que compartían clase de matemáticas tres horas a la semana, los lunes, miércoles y viernes. Se sentaba unas filas más adelante y eso permitía a Tsukishima observar la delgada espalda que su figura delineaba, cubierta por una fina capa de tela blanca, que formaba, en parte, el uniforme de la escuela, que, no está de más decir, le quedaba perfecto.

Poseía unos delgados pero firmes brazos descubiertos a causa de las cortas mangas de la camisa, por la cuales unas tímidas pecas se asomaban, cuidando de no caer por sus extremidades hasta llegar a unas bonitas manos, con unos largos y finos dedos.

Yamaguchi acostumbraba a estar solo. Se había percatado de eso hacia tiempo, pues cuando sonaba el timbre de salida de las clases, él no esperaba a nadie, pero tampoco nadie lo esperaba a él. Al notar eso, el muchacho de las gafas no supo qué pensar, si entristecerse por la soledad que su amor debía estar sufriendo, o alegrarse de que nadie lo pudiera disfrutar.

Era un miércoles cuando Tsukishima decidió ir a hablar con Yamaguchi. Se acercó con paso firme hacia el escritorio en el cual permanecía, aún sentado, su frágil ángel, y, aunque por dentro parecía un volcán en ebullición, espetó sin delicadeza alguna:

-¿Qué haces aquí tan solo? ¿A caso no tienes amigos?

Yamaguchi se sorprendió, pues la entrada de ese desconocido fue muy repentina. Aun así, levantó despacio la cabeza y observó el bonito rostro de un muchacho rubio con gafas. Pensó un momento y seguidamente esbozó una cálida sonrisa.

A Tsukishima se le paró el corazón, esa sonrisa lo cautivó. No podia dejar de mirar esos finos y apetitosos labios que se curvaban mostrando una perfecta dentadura. Se fijó también en sus ojos, ahora descubiertos de esa capa de pelo que, anteriormente, los mantenia presos de la oscuridad.

Sintió una aguda punzada en el pecho que le oprimió el corazón, pues, cuando los miró, vió en ellos un profundo abismo lleno de incesante dolor. En ese momento se alteró, ya que la radiante sonrisa que sus magistrales labios le brindaban, no tenía nada que ver con la mirada rebosante de negra y desesperada tristeza que sus ojos le ofrecían.

- Por desgracia no.

Esa sonrisa seguia grabada en el rostro de Yamaguchi, a la espera, seguramente, de una respuesta por parte del desconocido.

-Entonces yo seré tu amigo. Soy Tsukishima.

Yamaguchi cogió aire y ensanchó más aún su sonrisa y, por un instante, sus oscuros orbes reflejaron una pizca de ilusión.

Tsukishima no podía creer lo que acababa de hacer, pero el hecho de ver así de contento a su nuevo amigo, hizo que se sintiera realizado y feliz. Al fin y al cabo, no era solo su amigo, sinó el chico al que iban dirigidos sus suspiros.

Quería ver reír a su ángel, que parecía dolido por una tortuosa caída.

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<< Hola! Espero que os haya gustado el primer capítulo, que es mas bien un capítulo piloto. ¡Si tenéis alguna queja o sugerencia hacédmela saber! ¡Os gusta que los capítulos sean así o mejor más largos?

En fin, ¡hasta el próximo capítulo!

Con muchos besos y caricias melosas,

Masato>>





















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