Capítulo 6

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Ya no le dirigía la mirada, ya no le sonreía.

Tsukishima era consciente. Y le dolía, pues sabía que las ojeras bajo los bonitos ojos de su ángel se debían a su egoísmo, a su lujuria. Que en unos segundos había conseguido entristecer más la mirada de ese frágil pecoso. Todo por su culpa, por no controlarse.

Apenado, cargó la mochila llena de ropa en el autobús y se sentó en el interior. Solo.

Miró por la ventana, observando como sus compañeros repetían el mismo protocolo aunque con una diferencia; todos sonreían. Subían dándose codazos, riendo, emocionados por el viaje que estaban a punto de emprender a un pequeño pueblo en las montañas, pero en lo único que pensaba Tsukishima era en su pecoso, en cómo arreglar las cosas, cómo hacer que volviese a confiar en él.

Y ahí lo vio, entristecido, encorvado, andando despacio para subirse al autobús. Entró y se sentó, mientras el rubio lo observaba. Al ver que se sentaba solo y que quedaba por delante un dia entero en carretera, Tsuki aprovechó la oportunidad y, tragándose el miedo a otro rechazo, corrió a sentarse con él.

-¡T-Tsukishima! ¿¡Q-que haces...?!

La cara de espanto de Yamaguchi desmoronó la valentía del muchacho, que aun así decidió sentarse.

-Yamaguchi, tenemos que hablar.

-...

-Mira, voy a ser sincero contigo.

Arrancó el autobús. Se acercó a su oído y susurró.

-...no quiero que nadie te haga daño. Quiero protegerte con todo lo que tengo, con todo lo que soy. Me enfureció ver lo que esa mugre te hacía y no me pude controlar. Sólo quería cuidarte, hacer que te sintieras protegido, amado... Pero perdí el control y te asusté...

Yamaguchi se estremeció al recordar el suceso de la tarde anterior, además de por el contacto de los labios de Tsukishima contra su oreja y los suaves toques de su nariz contra su pelo.

El rubio le cogió la mano, esperando un rechazo, pero Yamaguchi se quedó quieto, cabizbajo y siguió escuchando.

-...solo necesito que olvides lo que pasó esa tarde...

-¿Y si realmente...no quiero olvidarlo?

Retumbaron esas palabras en la mente de Yamaguchi, que no tenía valor para decirlas.

-...solo quiero que vayas con cuidado, que me dejes protegerte Yamaguchi. No voy a hacerte daño nunca más.

Sin contestar, el pecoso se inclinó contra el fuerte cuerpo de Tsukishima y respaldó su cabeza en su hombro.

Tsukishima se sintió satisfecho, aliviado, pues aun sin obtener una respuesta clara, había una cosa que lo tranquilizaba; Yamaguchi no había soltado su mano.

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<<Buenas!

Siento muchísimo haber tardado tanto en escribir, pero como ya respondí en algunos comentarios, no tenía mucha inspiración para escribir y todo lo que hacía me parecía mal, además no quería forzar mucho la historia...

¡Pero aquí estoy de nuevo!

Sé que este capítulo es muy corto pero cuando he escrito la última frase me ha parecido un final bonito y además me va de perlas para comenzar el siguiente.

¿Qué os ha parecido?

¡Espero que os haya gustado! ¡Estoy ansiosa por leer lo que tengáis que decir! No seáis muy duros conmigo respecto al retraso con los capítulos, ¡prometo que voy a ponerme las pilas!

Os quería comentar otra cosa. Hay un concurso de historias Yaoi en el cuál participo de jurado, aunque me gustaría presentar esta historia. ¡Evidentemente, yo no podria valorarla! ¿Pero os parece buena idea?

Besos y caricias melosas,

Masato>>





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