Capítulo 9

13 1 1
                                    


Alex estaba jugando a baloncesto con algunos amigos también aficionados a ese deporte, pero que seguramente no lo amaban tanto como Alex lo hacía.

Estaba disfrutando muchísimo, como siempre cuando jugaba, pero poco a poco, sus compañeros de juego fueron yéndose, y en cuestión de unas pocas horas se quedó solo, improvisando un pequeño partido consigo mismo.

Justo cuando estaba a punto de encestar de nuevo, apareció Jack, agarrando la pelota antes de que entrara en la canasta.

-¿Un partidito? –dijo este con una sonrisa entre chula y burlesca.

-No llores cuando pierdas –respondió Alex mientras, como una bala, le arrebataba el balón de las manos antes de que Jack pudiera apenas parpadear.

Jugaron durante casi una hora, y aunque Alex dio todo de sí quedando exhausto –al igual que Jack-, quedaron en un empate. Agotados, se tumbaron en el suelo, el uno al lado del otro, mientras respiraban entrecortadamente.

-No está nada mal –dijo Jack.

-Lo mismo digo. No sabía que jugabas.

-Soy una caja de sorpresas.

-Calla anda –rió.

-¿Cómo que me calle? –dijo levantándose, quedando sentado.

-Lo que oyes, a callar.

Jack se colocó rápidamente encima de Alex, sentándose en su abdomen para hacerle cosquillas. Alex no paraba de pedir clemencia entre risas. Jack estaba desmontándolo literalmente; le dolía la barriga de tanto reírse. De todos modos, Jack prosiguió con la tortura unos minutos más, divirtiéndose al ver a Alex con el rostro iluminado de la risa. Si ya antes se sentía embelesado por él, ahora estaba totalmente cautivo bajo el hechizo que Alex le había propinado. Cada vez le gustaba más.

Jack se detuvo, satisfecho, mientras Alex trataba de recobrar la respiración. Jack no se había movido, simplemente lo miraba embobado todavía sentado sobre su abdomen, con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.

Una vez Alex pudo respirar de nuevo sin ahogarse, se quedó mirando fijamente a Jack.

-Yo te mato.

-¿Ah sí? Inténtalo.

Levantó el torso acercándose a su cara, quedando a un centímetro de distancia, y lo besó.

Primero fue un simple roce, apenas perceptible, pero entonces Jack agarró a Alex, tumbándolo de nuevo, y lo besó con intensidad. El otro, sorprendido durante unos segundos, enseguida comenzó a corresponder ese apasionado beso mientras acariciaba con dulzura el cuello de Jack.

¿Cuándo había pasado eso? ¿Por qué lo había besado en primer lugar? No estaba muy seguro de nada, pero no hizo mucho caso a sus pensamientos. Sencillamente, se dejó llevar por Jack, quien empezó a bajar poco a poco por su cuello, dejando un rastro de besos. No tardó en regresar a su boca, donde en cuestión de segundos volvió a besar intensamente, solo que, esta vez, mordió sus labios, arrancando un pequeño escalofrío en el cuerpo de Alex.

Poco a poco, el beso fue perdiendo intensidad, hasta que finalmente se convirtió en el simple roce constante. Jack besó una vez más a Alex, esta vez en la mejilla, y se colocó de nuevo al lado de Alex, como si nada hubiese pasado.

Se quedaron varios minutos, tal vez horas enteras mirando al cielo, viendo cómo pasaba el tiempo, juntos, sin importarles cualquier otra persona que pasease por el parque. Estuvieron todo ese rato en silencio, pero no en un silencio incómodo en el que no sabes qué decir para romper el hielo; más bien, era un silencio apacible, tranquilo, reconfortante y cómodo.

Mientras veían cómo los colores anaranjados y rojizos teñían las nubes como si fuesen un papel manchado por pinturas aguadas, se cogieron de las manos, fuerte pero dulcemente. Un atardecer ya es precioso por sí solo, pero resultaba espectacular de esa forma.

El tiempo pasaba tan rápido que Alex prácticamente se olvidó de que Noah estaba solo en casa, y justo cuando Jack estaba a punto de romper el silencio, se levantó sobresaltado y preocupado, soltando rápidamente la mano de Jack.

-¿Qué ocurre? –dijo éste preocupado creyendo que había hecho algo mal, que Alex acaba de darse cuenta de lo que habían hecho y estaba arrepentido, o que no debería haber intentado romper el siencio.

-Mi hermano lleva todo el día solo.

-Vamos a tu casa.

Al llegar, exhaustos de nuevo, pero esta vez por correr, se encontraron con que Noah estaba sentado en el sofá totalmente tranquilo, con una manta y un bol de cereales medio vacío en la mesa contigua. Alex, al verlo, corrió entre las cajas de la mudanza aún amontonadas con sus pertenencias a abrazar a su hermano. Estaba perfectamente bien.

-Lo siento... -dijo rompiendo a llorar mientras lo abrazaba fuertemente.

-Lo entiendo, también necesitas tu tiempo, ¿no?

Alex se separó de él, agarrándolo por los hombros, aún sollozando. Era increíble lo maduro que era Noah, pero de todos modos tenía que protegerlo.

-Te quiero mucho –dijo abrazándolo de nuevo, mientras Jack observaba la escena enternecido –lo siento.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 02, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

VoiceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora