Querida celda

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Mi cabeza está nublada, no sé donde estoy... Estoy desorientado. Encerrado en esta celda, como única compañía ratas espeluznantes. Aunque yo tampoco me quedo corto, tengo una pinta horrible. Tan solo me hace falta ver mis arrugadas manos para hacerme una idea de mi aspecto.

¿Soy un Hueco?

Noto la maldición de los no muertos, la Señal Oscura debajo de mi brazo izquierdo, justo en las costillas. Supongo que tengo que agradecer que no duele.

Un momento, el techo se esta moviendo. La luz que emana me esta cegando, confundo las siluetas y... ¿Un cadáver acaba de caer del techo? Vuelvo a mirar arribar, veo un caballero. Sí, es la armadura de los Caballeros de Astora. 

¡Oh! Como ha venido, se marcha... Vuelco la mirada de nuevo en ese cadáver del suelo de mi celda. Nervioso a la par que torpe me arrastro hacia él lo más deprisa que sé. Sí, tiene una llave en el cinturón.

Con la llave en la mano, atravieso los fríos barrotes de esta jaula. Y encajando la llave velozmente en la oxidada cerradura; dando un ligero giro a mi izquierda, inicio la fuga de esta prisión.

Dark SoulsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora