Descansar en la Hoguera

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Un pasillo húmedo y apunto de desmoronarse, con un puñado de Huecos merodeando por ese tétrico corredor. Obligado a pasar a su lado, ando despacio con miedo a que me ataquen. Ninguno va armado, pero nunca se sabe. 

Bajo mis pies, puedo notar el temblor que causan las pisadas de algo mayor... El Demonio Salvaje, unos barrotes nos separaban de él, por suerte. Sin demorarme mucho sigo andando y logro salir al patio interior del refugio. En el medio una peculiar hoguera. Esta tiene una espada clavada, y está alimentada por huesos en lugar de leña.Me acerco a la espada y al poner mi mano en la empuñadura, enciendo la hoguera. Asustado, prefiero no jugar con esa espada, de todos modos parece más frágil que los huesos que la sostienen. El calor de la hoguera me asalta y exhausto, me siento a descansar.

Debería levantarme, quedando aquí sentado no lograré escapar. De un salto me pongo en pie, renovado, con fuerza, revitalizado. ¿Será por la hoguera?

Una puerta inmensa es el único camino que veo, supongo que será la salida. Con un lento, pero fuerte empujón consigo abrir. Y al otro lado un atrio, las zonas cubiertas están a rebosar de vasijas casi tan altas como yo. Avanzo poco a poco, el silencio de este lugar empieza a penetrar mis oídos, hasta que...

Del cielo cae el Demonio del Refugio, encargado de que yo no salga de aquí. Él, no solamente custodia la puerta del refugio, además posee la única llave de este. El Demonio del Refugio, idéntico al Demonio Salvaje, pero más pequeño, los dos armados con un arma que les define a la perfección; un martillo, enorme, grotesco y feo. Lo único que puedo añadir a su descripción es que ellos además son brutos.  

Me ha cogido por sorpresa y además uno de sus golpes me ha alcanzado una pierna. Cojeando intento esquivar el siguiente, pero me clava entre las vasijas y las columnas... He intentado escapar, sin embargo no he sido lo suficiente rápido para esquivarlo, ni lo suficiente fuerte para vencerlo. Solo me queda cerrar los ojos...

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