Cambios

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A medida que pasaba el tiempo, las niñas crecían y lo hacían juntas.
A los 10 años Luz faltó a la escuela sin avisarle a Eva, quien contaba las horas para salir y poder llamar a su amiga. Cuando su madre fue a buscarla a la puerta la, no tan pequeña, la bombardeó a "porfas" y pedidos de que la lleve a casa de Luz. Ante el ruego reiterado y algunas lágrimas, ésta accedió.
Eva saltó del auto apenas hubo estacionado y se prendió al timbre del 1D, donde vivía su amiga. La voz de Lidia, la madre de Luz, sonó algo enojada del otro lado.

-Quién es?

-Soy Eva. Luz esta bien? Por que no fue hoy a clases?

La voz de la mujer sonó dulce y amable en un segundo.

-Oh! Amor! Si, está bien. Subí. Estas sola?

-No Lidia, está conmigo.

Andrea, la madre de Eva, llegó justo para escuchar la última parte de la conversación.

-Hola Andrea, suban por favor.

La pequeña rubia tomó a su madre de la mano y corrió de prisa por las escaleras. No había tiempo para esperar el ascensor.
Lidia las esperaba en la puerta, sabía que Eva no iba siquiera a detenerse a saludarla y se sonrieron en los segundos en los que sus ojos hicieron contacto. Detrás, Andrea regañaba a su hija y llegaba exhausta a saludar a su amiga, pues claro, la relación había crecido entre ellas después de 3 años de compartir cumpleaños, tardes en la plaza, caminatas y de llevar y traer a sus hijas de la casa de la otra. Además Lidia vivía sola con Luz, así que la compañía de Andrea era de mucha alegría para ella. A veces necesitaba otro adulto con quien hablar.
Eva llego rápidamente a la puerta del cuarto de Luz, abrió lentamente y vio a su amiga acurrucada en la cama, con las rodillas flexionadas contra su pecho.

-Que te pasó?

Preguntó alarmada. Luz abrió los ojos y un par de lágrimas escaparon de ellos. Su amiga sabia que debía abrazarla. Después de un largo abrazo, Luz se sentía preparada para hablar.

-Ya no soy una nena dijo mi mamá.

Eva miraba sin entender.

-Ya me convertí en una señorita.

Dijo revoleando los ojos. En ese momento su amiga entendió todo.

-No te preocupes, no vas a estar sola, yo voy a ser una señorita también. Siempre iguales, como mejores amigas.

Agregó seriamente. Luz sonrió, su amiga podía ser tan tonta a veces.

-No funciona así. Tu cuerpo tiene que estar preparado para eso. Además es molesto y a veces duele, como cuando nos tomamos todo el helado de golpe y nos dolió mucho la panza.

Eva escuchaba atenta, su amiga siempre le enseñaba todo. Y todo lo aprendían juntas.

-No quiero que estés sola en esto, prometí cuidarte siempre. y eso quiero cumplir.

Las lágrimas empezaban a acumularse en los ojos de Eva, Luz las descubrió y agregó en el momento justo

-Y eso hiciste, me sentía muy mal y rara antes, pero ahora que estas acá yo volví a sentirme bien.

Eva sonrió y se limpio la humedad en sus ojos.

-Voy a hacer que mi cuerpo se prepare rápido. No voy a dejarte sola en esto ni en nada. Jamás.

Se abrazaron y comenzaron a hablar sin parar por un largo rato. Y en efecto, Eva no la dejo sola, solo 3 días después, despertó a su amiga con una llamada importante.

-Ya somos iguales amiga. Somos señoritas grandes.

Luz solo pudo reírse. A veces su amiga podía ser tan graciosa.

Amistad con LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora