Espacial

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Adam


Aquella no era una de esas discusiones que podrían olvidarse así sin más, esta era una de esas discusiones que quedaban grabadas en tu mente y la revivias una y otra vez con sólo el propósito de que doliera más. En esta ocasión no estaba en juego lo que Tessa iba a hacer o yo, sino lo que se debiese hacer con la futura llegada del bebé que esperábamos. No podía permitir que Tessa se fuera lejos si dentro de ella llevaba una criatura inocente que tenía mi sangre, y en el futuro mi apellido y mis ojos, aunque si tuviera los ojos de Tessa no me quejaría. Ella es quien tenía vida en sus ojos, una belleza y una pureza inigualable que transmitía cuando la veías. Y fue a las 2 de la mañana cuando ese brillo particular desapareció. Yo estaba pensando las cosas en el sofá de la sala de estar, la televisión estaba encendida pero no le prestaba atención a lo que estaban dando en ese momento. Sólo era capaz de pensar en ella, y en cómo íbamos a salir adelante. Había un silencio particular en todo el departamento, o en todo el edificio para ser sinceros, y eso era reconfortante. Tessa estaba descansando en mi habitación, o como me gustaba decirle: nuestra habitación. Me froté la cara con las dos manos y fui hasta la cocina por un vaso de agua. Fue en ese instante en que todo el miedo que sentí cuando joven de no poder rehabilitarme pareció inútil. Cuando oí a Tessa gritar mi nombre con histeria, no dude en correr hasta donde ella se encontraba. Estaba aterrorizado por la escena que tenía frente a mis ojos: Tessa jadeaba del dolor sobre unas sábanas cubiertas de sangre. Mi primeras palabras no fueron las mejores, así que por impulso besé sus mejillas y luego de unos cuántos movimientos la tomé entre mis brazos y la llevé hasta el hospital. Sentía que mi mundo se derrumbaba ante mis pies por toda esta situación, y me dolía mucho más pensar que lo que yo sentía no era ni una parte de lo que Tessa estaba sintiendo en ese preciso momento, y eso me rompía el corazón. Y seguía haciéndolo.

La doctora me había pedido amablemente que dejara ir a Tessa para que pudieran hacer algo con el bebé; pero lo que se creía era inevitable. Se necesitaba sólo de sentido común para presentir la mala noticia que se acercaba. Ella estaba perdiendo a nuestro bebé por mi culpa y jamás me iba a perdonar ello, pero sin duda lo que mas me atemorizaba era perderla a causa de esto. Conocía a Tessa, ella era aún más frágil de lo que se pensaba, y yo caía bajo esa misma definición. Pero un así cuando finalmente me dejaran cruzar esa puerta, me acercaré a ella con toda la fuerza que pueda sacar y le diré que todo está bien. Y que así será si estamos juntos en esto. Le tomaré la mano, la miraré a los ojos y le susurrare millones de veces que la amo, hasta que me pida que deje de hacerlo. Porque mi amor por ella es universal, galáctico, espacial... Si algún día lo nuestro se acaba, me atrevería a saltar al vacío y esperar a que en la caída nos crezcan alas. Porque inevitablemente, nuestros corazones volverían a juntarse. 

No mires hacia atrás (lcedle III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora