Documentos inesperados

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-Mira ya hemos llegado, se nos hizo largo el viaje mas de lo habitual- me decia apagando el auto y retirando las llave del switch.

-Y eso que salimos mas temprano de la casa- le hablaba, cerrando la puerta, y mirando mi reloj.

El dia estaba nublado, con el clima frío, y las hojas caidas de los arboles, volaban sobre el césped debido a los vientos que había. Y estaba allí,  la tumba de mi vieja, de mi mamá, frente a la dirección en la que iba, cada paso que daba era como volver al pasado, un pasado en donde yo era feliz y tenía una vida llena de todo su amor y atención, una ilustración de ella se plasmo delante de la tumba, con su vestido de tela que le llegaba a los tobillos, con su chaqueta de cuerina, y su pelo enroscado, parecía que no hubiera fallecido, pero desapareció con un solo parpadeo, bastaba solo con cerrar y abrir los ojos para notar que solo era una simple ilusión.

Sentados al alrededor de su tumba, una brisa cálida nos abrazo, como si ella estuviera allí.

-Steven hay algo que te tengo que decir- me comentaba Rodrigo.

-¿Qué sucede?-

-Recuerdas que hace algunas semanas te hable de que recibí una llamada desconida-

-Si lo recuerdo, ¿qué pasa con esa llamada?-

-La persona, la que me llamó era una señora, diciendome, que en la casa en donde esta viviendo encontro una caja llena de papeles y documentos, en el sótano, y que esa caja pertenecía a tu mamá-.

-No creo, la casa quedo completamente vacía cuando me fui, ¿no será una broma?-

-Por el tono de voz en la que me hablaba dudo que sea una broma Steven-.

-¿Anotaste su dirección?- le decia mientras acomodaba el saco en mi hombro.

-Por su puesto, te conosco y se como eres, la dirección se la pedi justo antes de colgar y aquí la tengo, si gustas vamos allá depues almorzar-.

-Me parece bien, y ya es hora de irnos, se nos hace tarde para ir a comer-.

Nos levantamos del lugar, con mayor esmero, y partimos hacia donde estaba aparcado el auto, el cementerio parecía un desierto, no habia nadie excepto de dos sujetos dialogando en un ricon, como si estuviesen escondiendose de alguien o algo, parecían un par de espías y vestidos como los hombres de negro. Sospechoso al principio porque sentía que ellos me estaban observando.

-Rodrigo, ¿me permites conducir estas vez?-

-Ten la llaves, pero con cuidado que este auto me salio caro la última vez que estabas al mando del volante-.

Saliendo del cementerio, Rodrigo me comenta-¿Viste a esos dos tipos en ese rincón?- colocándose el cinturón de seguridad ansiosamente.

-Pense que era el único que lo había visto, pero solo estaban conversando o eso es lo que parece que hacían-.

-Eso esperó- me decía con un suspiro suponiendo que algo iba a suceder.

La carretera era extensa, parecía que no tenía un final y ni un comienzo, los árboles que la acompañaban eran frondosos, otorgando una sombra imaginable y formando a su vez un tunel de ramas y hojas que cubrían a la carretera. Cada vez el tunel estaba llegando a su fin, ya habian pocos árboles y las casa comenzaban a aparecer con mas frecuencia, dando la señal de que estabamos entrando a la ciudad.

-El restaurante al que vamos no es de cinco estrellas, pero dicen que es la mejor comida de la zona-.

-¿Y ya has comido allí?- me pregunta.

-No, pero es muy recomendado-.

El tráfico era inmenso, estabamos en la hora pico, los semáforos estaban a cada cuadra por lo que empeoraba la circulación, el ruido que provocaban los autos con su pito, dignó de toda una ciudad.
El restaurante, con diseño grecorromana, estaba en toda la esquina de la manzana, era como comer en un restaurante de un imperio romano. Entramos como rey y reina, claro está, Rodrigo era la reina sujetandome el braso y dando paso alargados y con elegancia, la gente que estaban allí, nos quedaba mirando como bichos raros, por lo que enseguida tomamos una mesa y nos sentamos haciendo el pedido a la vez.

-¿Te gusto nuestra entrada?- me decia con una sonrisa.

-No lo vuelvas a hacer, la gente creerá que somo una pajera- le comentaba entre risas.

-Pero fue original o ¿no?-

-Eso no te lo puedo negar-

En plena conversa llega la mesera con el pedido, y con una botella de vino dentro de una cubeta de metal con hielo.

-Nosotros no hemos pedimos vino- le decia Rodrigo alzando la mirada

-Es parte de la casa, la casa invita- le decia con un gesto de amabilidad.

-Gracias, no se hubieran molestado-.

Derrepente en la entrada del restaurante se estaciona un auto de color negro y se bajan dos sujetos de traje ejecutivo, identicos a los que estaban en el cementerio dialogando.

-Steven, mira ¿no son esa sujetos del cementerio?- me decia sirviendose una copa.

-Sí lo son, ¿qué estaran haciendo por estos rumbos?-.

-Seguramente vinieron a comer-.

-Esa es una opción, pero es raro tanta coincidencia, y ya es mejor irnos, hay que ir a por esos documentos- le decia levantandome de la silla.

-Si es mejor, pide la cuenta-.

Salimos del restaurante, nos subimos del auto y nos marchamos hacia la casa de la señora, la ansiedad de saber de que tipo de documentos y papeles se entorno dentro del auto, era como saber si era niño o niña, o si la persona que me gustara me aceptara o rechazara. Cada kilómetro recorrido era estar mas cerca de la meta, en este caso los documentos.

-¿Se te antoja un vaso de vodka?- me decia el con la botella y un vaso en las manos.

-Ahora no, estoy manejando y quiero evitar problemas con la ley-.

-Tienes razón, tomamos mas tarde-.

-¿Esta es la casa?- preguntaba

-Si esta es, hemos llegado-

Nos bajamos del auto, y allí se encontraba una señora barriendo la entrada de su casa, vestida como ama de casa. La casa era inmensa tal y como la recordaba, aún conservaba el columpio que estaba debajo del tejado, y el balon atorado en el. Todas las travesuras que hice pasaron por mi cabeza, una por una, los accidentes que tuve a creer que era Superman y millones de cosas que eran imposibles de olvidar.

-Buenas tardes señora- le dije

-Buenas tardes, buen hombre, es usted el que me contesto la llamada- me dijo con tanta cortesía.

-No señora, soy el.....-

-Soy yo me llamo Rodrigo, el es mi amigo Steven y venimos por la caja, disculpe la molestias- interrumpía con la mano extendida.

-Ya les traigo la caja denme un segundo-

Le eché un vistazo a la sala mientras la puerta estaba abierta, estaba todo ordenado y parecía que no hizo cambios con los adornos. Y en el fondo se escuchaba una melodía que llenaba la paz la casa y aparece la señora bajando las escaleras con la caja.

-Aquí esta la caja, tenga eso es lo que había en el sótano- me decía ella.

-Gracias señora, es muy gentil y amable-.

-No hay de que, esos documentos deben ser importantes para usted-.

-Si, se lo agradezco mucho-.

-No es que interrumpa la conversación, pero tenemos que irnos, se nos hace tarde- comentaba Rodrigo con seriedad.

Con caja en mano nos dirigimos a la casa con entusiasmo.

La VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora