Capítulo 1

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La mayoría de personas pensamos que al comenzar un nuevo año, nuestra vida se reinicia, vamos a hacer todas las cosas siempre hemos querido, cumpliremos nuestros objetivos, encontraremos a ese alguien especial, en el caso de que seamos solteros, o esperaríamos tener una maravillosa relación con nuestra pareja, entre otras.
Pues no, la realidad es otra.
A mis 16 años ya había comprendido que se trataban de puras patrañas y, sí mágicamente tuviéramos la oportunidad comenzar de nuevo, haría exactamente lo mismo que hago ahora; absolutamente nada. No necesitaba tener un calendario para empezar a alcanzar mis metas, sueños u objetivos, debía aprovechar cada minuto disponible para hacer lo que quería. El inconveniente es que no sabía lo que quería.

La joven dejó de escribir, se enderezó y leyó lo que había escrito en su cuadernillo. Insatisfecha de su contenido se dispuso a arrancar la hoja y desecharlar, asegurándose de que tales escritos no la molestasen más, por su falta de expresión y carencia al momento de embellecer un texto. Pero antes de que siquiera ésta tocase el papel, una compañera de la misma había irrumpido en su burbuja, descorsentandola y causando que automáticamente ésta ocultase su cuaderno, procurando de hacerlo de la forma más discreta posible para que no sea visto como un acto descortés.

— Lenna, aquí está el libro que me prestaste el otro día —dijo Clare, una simpática estudiante que siempre mostraba entusiasmo cuando de la lectura se tratase.

La joven le ofreció una pequeña sonrisa y agarró el libro en tanto la otra señorita le daba las gracias.

— No hay de qué, tengo más libros que me han llegado últimamente, si deseas te puedo prestar otro —dijo sin poder ocultar emoción en su entonación.

— Por ahora no, tengo mucha tarea por hacer, además no he salido con mi novio en un buen tiempo y de verdad quiero pasar más tiempo con él.

La joven se vió sorprendida a tal respuesta. Clare no le había rechazado un libro jamás.

— Seguro —contestó.

— Bueno, adiós —dijo Clare mientras se alejaba con una sonrisa débil en su rostro para luego incrementarla al ver un mensaje nuevo de su novio en el celular.

—Adiós —logró decir mientras la observaba salir de aquella biblioteca escolar.

Lenna se quedó unos segundos pensando en la amplia sonrisa de Clare, sus pensamientos eran muy variados y se procesaron en segundos dedicando un segundo a cada pensamiento. Primer pensamiento; ¿Qué se sentirá tener pareja? Segundo pensamiento; ¿nustros sentimientos serían los mismos? Tercer pensamiento; ¿Cómo estaré segura de que me quiere y no está jugando conmigo? Cuarto pensamiento; ¿Si no soy lo "suficientemente buena", me engañará? Quinto pensamiento; Seguro terminaré mal. Para el sexto segundo ella ya se había planteado una historia de la que no quería ser protagonista y llegó a lo mismo de un principio: las relaciones amorosas apestan.

Guardó su cuadernillo y el libro, se apresuró a salir de la biblioteca y salió del instituto. Camino a casa se detiene al pasar junto a una cafetería, conocía aquel lugar pero no había ido desde hace mucho tiempo, ese lugar le traía recuerdos tristes pero al mismo tiempo sentía un calidez inexplicable. Entró al lugar, saludó a la señorita de la caja administradora, le pidió un frapuccino y se sentó a la espera, a los cinco minutos su bebida estaba lista y cuando se acercó a retirarla, la campanilla de la cafetería sonó.

Escuchó la conversación amena de un grupo de jóvenes, todos varones, que reían ante los comentarios de sus colegas, se acercaron a la caja administradora y pidieron su orden. Lenna, quien se había sentado a dos mesas del mostrador, los reconoció. Eran estudiantes de su mismo instituto, de su misma edad, y eran parte del equipo de fútbol, los conocía a todos pero nunca había cruzado palabra con ellos y ellos también la conocían pero la veían como otra estudiante sin ningún encanto ni habilidad en especial como para captar su atención.

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