Capítulo 8: La historia de Herod.

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Como toda familia adinerada, mi familia tenía un título reconocido en la nobleza. Mis padres manejaban una fortuna de cuatro generaciones pasadas y la hacían crecer cada vez más. Mi padre era un hombre de negocios muy ocupado y la mayor parte de mi niñez fue como si el nunca existió. Mi madre daba su mejor esfuerzo para que no notase su ausencia y crecí con la idea de tener padre pero sin tenerlo al mismo tiempo. Cuando tuve edad, mi padre comenzó a instruirme en el mundo de los negocios. No pasó mucho tiempo para demostrar mi excelente dominio en ellos. Lo que, ante los ojos de mi padre, era brillante. Pronto, mis padres comenzaron a visualizar el futuro de la familia Preninger en mis manos. Por primera vez me sentía grande y poderoso. Pero como todo gigante, tuve mi talón de Aquiles.

De todas las damas que rodeaban mi círculo social, ella era la más bella. Sus ojos azules, sus risos dorados, sus labios rosados y su mirada seductora era lo único que mis ojos podían mirar. Abigail era una chica encantadora y traviesa. Siempre era divertido estar con ella y desaparecer en medio de las actividades sociales junto a ella. Era mi pasatiempo. Ella fue mi primer amor y la mujer que hizo de mí un hombre completo. Era mi felicidad y la mujer que deseaba como la madre de mis hijos. Era el hombre más afortunado y feliz del mundo. Pero la felicidad no dura para siempre.

A penas alcancé mis diecisiete años de edad comencé a decaer en una enfermedad extraña. Mi vida pasó de ser en eventos sociales a hospitales. Recorrí el país entero buscando cura para mi enfermedad. Pero ninguno de los doctores pudo saber lo que era.

El tiempo pasaba y mi cuerpo se deterioraba. Ya no era el joven que solía ser. Así que decidí salir del continente y buscar en otras tierras una esperanza. Abigail y yo juramos amor eterno y partí con la promesa de regresar sano y contraer nupcias con ella. El tiempo pasaba y la enfermedad me postró en una cama. Mis opciones disminuían a medida que descartaba a los doctores. Pronto pasó un año desde mi partida y la enfermedad me llevó al borde de la muerte.

En esa cama pensé en mis padres preocupados por mi retorno tardío, Abigail aun esperando por mí y todas esas ambiciones que deseaba alcanzar. El arrepentimiento y la desesperación me consumían en esa cama junto al dolor de mi cuerpo y alma. Hasta que una de las sirvientas me propuso una solución inusual.

Ella era una mediadora entre las fuerzas obscuras y el mundo. Lo que la obligaba a esconderse a menudo. Acepté sin pensarlo dos veces, ya que no tenía nada que perder. Así que sellé un trato en el que podía obtener salud, poder y riqueza. Claro que todo trae un precio.

Me levanté de esa cama mejor que nunca y extrañamente fuerte. Inmediatamente me encaminé a mi país más feliz que nunca. Pero lo que encontré fue algo que jamás esperé. Mi familia fue víctima de una estafa y nuestra fortuna fue arrebatada. Uno de los socios de mi padre lo estafó haciéndolo firmar documentos que lo incriminaban en un fraude millonario. La decepción mató a mi padre haciendo que tomara su propia vida. Mi madre lucho por mantener a flote nuestro apellido. Lo que la llevó al borde de la locura.

Ese hombre destruyó a mi familia y me arrebató el amor de mi vida. Si, así como lo escuchas. Al llegar, no solo encontré cenizas de lo que fue mi familia. Sino que mi mujer contrajo nupcias con mi verdugo.

Todo en mi interior quebró. El odio la sed de venganza y la tristeza se convirtieron en mi combustible. Decidí reclamar mi vida por el precio de tres veces su valor. Fue cuando la sombra se presentó frente a mí. A cambio de levantarme de aquella cama y el éxito de mi venganza, debía cumplir la misión encomendada. Sellé el trato y una marca apareció en el lado izquierdo de mi pecho.

Luego de eso, comencé mi venganza con una identidad falsa. Estaba decidido a recuperar lo que es mío y de paso recuperarla a ella. Los idiotas creyeron mi perfil falso, ya que no me parecía en nada al chico enfermo que salió del país. Me convertí en uno de los socios de ese hombre y con el tiempo me gané su confianza. A medida que el tiempo pasaba, obtenía control sobre sus finanzas y su esposa. Volver a estar con ella era la ilusión que mantenía mi esperanza viva. Pero, no todo es lo que parece.

Me convertí en el amante de ella y de paso conocí la sucia verdad de esa mujer. Ella planeaba desde el inicio contraer nupcias con ese hombre. Todo su acto conmigo era para distraer mis ojos de las acciones en contra de mi familia. Luego de mi partida en busca de una cura, ella daba por sentado mi muerte en otras tierras.

No pude resistir ese golpe. Todo en mi mente se tornaba cada vez obscuro. Fue como si lo poco de amor y esperanza que quedaba en mí fuera arrancado. Ahora más que nunca recuperaría todo lo que me pertenece por el precio de tres veces su valor.

Me tomó tres años pero finalmente un día logré regresarle con la misma moneda lo que me hizo. Lo llevé a ser culpable de un fraude multimillonario a una empresa bajo mi nombre. Los accionistas se decidieron de sus acciones al instante de la noticia. Accione que compré anónimamente. Y para cerrar con una cereza en el pastel, la infidelidad de Abigail se hizo pública por una de sus amigas. La cual, claro, escuchó mi confesión. Los destruí a ambos de la manera más cruel que pude pensar. Les quité su dinero, su dignidad y su apellido. Al final de todo supieron la causa de su muerte social al ver el apellido Preninger en las propiedades que antes les pertenecía. Ambos suplicaron piedad y, para demostrarles que aún no había terminado con ellos, acepté sus suplicas. No los dejaría morir de hambre. No, eso sería una salida fácil. Así que los envié a las granjas de cerdos de un amigo para que criaran cerdos el reto de sus días.

Quizás pensarás queestoy satisfecho pero te equivocas. No pasa un solo día en el que aún sientatodo este odio dentro de mí.    

PeregrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora