En este mundo existen diferentes tipos de personas. Muchos tienen todos sus sentidos, la mayoría... pero también muchas personas les falta algún sentido. La audición, el tacto hasta el habla y la vista.
Daniel es un joven ciego, sus ojos no captan la luz de ningún tipo por un accidente en su casa. Tenía unos 5 años cuando un líquido cayó sobre sus ojos y le dejaron ciego. El no recuerda mucho de eso y está viviendo una vida común y corriente.
A aprendido el método braille gracias a sus padres quienes lo han apoyado y llevado a escuelas especiales para que no se quedara atrás en sus estudios, el a pesar de su discapacidad es muy feliz y tranquilo, siempre tomándose su tiempo para hacer las cosas, para no fallar o pasar una vergüenza.
Ahora el tomo una decisión, una que sus padres no se esperaban en lo más mínimo. Ellos sentados y el tomando una taza de té y una postura elegante y correcta.
— Mamá, Papá... Quiero ir a una escuela normal. —Se mostraba muy tranquilo ante la situación, no quería mostrar ningún tipo de inseguridad en su decisión.
Los padres del joven ciego suspiraron, nerviosos ante lo que podrían decirle, sabían que era un chico bastante inteligente y que podría adaptarse pero lo que les preocupaba eran los compañeros. Era difícil estar con una persona ciega si uno no estaba acostumbrado.
— ¿Estás seguro de algo como esto? Sabes que es difícil, eres un chico especial... — La madre de el joven era amable pero ese tono tan nervioso al hablar con su hijo de el tema le daba mucho miedo, no quería que sufriera.
— Entiendo y se lo que dices pero yo realmente quiero, yo quiero vivir con jóvenes normales. Además quiero estudiar y adaptarme al mundo que me rodea, el la escuela en la que estoy ahora solo es para ciegos, enseñando un mundo que no lo siento real... — El joven castaño estaba triste, quería vivir en un mundo real, no como se lo presentaban en esa escuela.
Los padres de él joven volvieron a suspiran pero sonrieron con suavidad ante la decisión de su determinado hijo.
— Este bien, cuando encontremos una escuela te diremos. ¿Está bien? — El castaño movió su cabeza con ternura y un leve sonrojo en sus mejillas, se sentía muy feliz levantándose para ir a su habitación tomando su bastón y marchándose sin antes dar las gracias.
Después de unos meses, solo faltaban unos 2 meses para entrar a clases. Lograron encontrar un lugar donde el castaño pudiera estudiar, era una escuela alejada de la ciudad lo que significaba que debía quedarse haya, era un internado y Daniel estaba de acuerdo con eso, era muy independiente gracias a la educación de sus padres y eso lo hacía muy feliz.
Ya es hora de partir y los nervios de acero que mostraba era muy buena para una situación así, sus padres orgullosos de el ayudaron a colocar las maletas en el auto para marcharse a una nueva vida. El internado estaba completamente adaptado para jóvenes con discapacidad a pesar de ser uno con chicos sin ninguna, estaban preparados.
Largas horas para llegar al lugar donde el joven de ojos verdes se quedaría por un año y si todo va bien terminara sus estudios en la misma escuela. Al llegar Daniel tomo su bastón para bajar del auto y con cuidado saco su cuerpo de este, al darse cuenta de que ya estaba fuera olio suavemente el aire del alejado pueblo.
Sus padres ayudaron a entrar las cosas y a ver como estaba acomodada la habitación. El director llamo a la puerta y Daniel sonrió con suavidad al notar su presencia.
— Daniel ¿no? — Sonó la voz ronca que hizo que el castaño se estremeciera por solo escucharla pero solo sonrió y se mostraba firme.
— Si soy yo, un placer escucharle director. — Su voz calmada y serena inundo la habitación haciendo que el director sonriera y se acercara un poco más.
— ¿Te gusta la habitación? La ordenamos para ti, como dijeron tus padres.
— Si está muy bien, no hay problema.
— Espero que te sientas cómodo aquí... nos vemos cuando empiecen las clases...
— Hasta luego. — El castaño escucho que se iba y sonrió buscando la voz de sus padres, estos sonreían al ver a su hijo y le acariciaron la cabeza para marcharse del internado. Después de una corta despedida el castaño se recostó en su cama y leyó un libro. Le gustaba mucho hacerlo, pasar sus manos por las páginas era gratificante, podía imaginarse las letras en su cabeza. Él estaba aprendiendo a leer cuando ocurrió el accidente por lo que recuerda algunas formas. Leer le ayudaba a concentrarse y a pasar el rato, no paso mucho tiempo para quedarse dormido.
Al día siguiente recordó que empezarían las clases, tomo su desayuno en la habitación y salió con tranquilidad con su bastón. El dormitorio de sus chicos era amplio, podía escuchar algunas voces y se sintió muy feliz. Movía su bastón a un ritmo constante, daba unos pasos y lo golpeaba suavemente en el suelo, al salir al jardín noto que no había nadie, al menos eso era lo que podía sentir, se sentó en el suelo y suspiro suavemente.
Luego de unos minutos sentados escucho que alguien se sentaba junto a él, no decía nada por lo que se sintió desconfiado.
— ¿Eres nuevo? —El castaño se tensó al escucharle hablar por lo que suspiro y respondió con tranquilidad.
— Si. — Sin verle dijo intentando sonar tranquilo, le daba algo de miedo. Nunca le hablaron así de repentinamente.
— Es de mala educación no ver a las personas cuando les hablas. — Ese chico con voz severa al decir esas palabras al parecer no se dio cuenta que era ciego, el bastón estaba a su lado izquierdo por lo que no se vio.
El castaño suspiro y se volteo a donde estaba la voz, sus ojos estaban cerrados y volvió a suspirar.
— Creo que esa regla a los ciegos no aplica, no puedo verte aunque quisiera. — Su voz sonaba algo tensa. Era difícil asustarlo pero cuando se le aparecen de repente era bastante estresante para él.
El joven de cabello negro se sonrojo mucho, su tés blanca lo hacía notar y apenado comenzó a hablar.
— L-lo lamento, no sabía que eras ciego... e-en mi defensa nunca había hablado con alguien ciego...
— No te preocupes, es normal que pasen cosas así...— Su voz ya sonaba mucho menos tensa y sonrió al joven para tranquilizarlo. —Estoy bien, además solo me asustaste un poco.
— Me vuelvo a disculpar, no fue mi intención asustarte. Prometo ser más cuidadoso~
El castaño estaba bastante contento de que no fuera un matón o algo por el estilo, su voz sonaba cálida y muy tranquila ahora de que le pidiera perdón. Hablaron por unas horas, se llevaron bien en el instante en que el mal entendido se solucionó. El pelinegro no pregunto sobre su ceguera en ningún momento, no quiso meter la pata nuevamente y molestarlo por eso. Hablaron de sus gustos intereses y tenían bastante en común. Rieron hasta que el pelinegro noto que se hacía tarde. El almuerzo. El pelinegro sonrió y abrió la boca para hablar.
— Ya es hora del almuerzo...
— ¿Que? ¿Ya es hora? — El castaño estaba sorprendido, no espero quedarse tanto tiempo hablando. Sonrió y tomo su bastón. — Sera mejor que vaya a comer algo...
— Te ayudo a levantarte... — El pelinegro tomo la mano de él joven y le ayudo a levantarse, fue todo un caballero ayudando a su dama. Daniel hizo una suave reverencia y sonrió.
—Muchas gracias por ayudarme y gracias por tu compañía... — Limpio el césped de su ropa y suspiro.
— Se me olvido preguntarte tu nombre.
— Mi nombre es Daniel, ¿cuál es el tuyo?
— Sebastián... como un mayordomo...
— Jejeje, entiendo~ Espero que nos encontremos nuevamente — Eso dijo antes de marcarse con una sonrisa en el rostro y un pequeño sonrojo en él, le pareció un chico muy dulce y tierno. Tuvo una mala impresión de el al principio pero aun así fue cambiando su forma de pensar del mientras hablaban.
Esperaba que se volvieran a ver pronto, que sean amigos alguna vez.
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Amor Ciego //Yaoi Español//
RomanceHay personas que son increíbles, que a pesar de sus discapacidades son capaces de seguir delante de manera normal y tranquila. Esta es la historia de Daniel, quien a muy corta edad sufrió un accidente y quedo ciego de manera repentina y dolorosa. E...