10 de Septiembre, miércoles IV

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-Hola cielo, ¿otra vez perdida?-me dijo la misma mujer amable de hace apenas tres horas.

-No, vengo a por los libros de préstamo.

-Ah sí, nos los acaban de bajar de la biblioteca. ¿Te han explicado cómo va lo del préstamo?

-Pues la verdad es que no.

-Es un momento. Mira, hay que pagar veinte euros por todo el lote, como una reserva por el uso, por si se rompen o algo así. Tu eso ya lo has pagado.

-Lo pagaría mi madre.

-Creo que sí, y si pierdes algún libro tendrás que pagar quince euros por él y no se te devolverá el dinero si los libros acaban en muy mal estado.

-Vale, lo entiendo.

-Pues aquí tienes.

-Muchas gracias.

Nos sonreímos mutuamente y por fin salí por la puerta. Pues al final no había sido tan mal día pensé. He sido sociable y todo. Me acordé de que tenía el móvil apagado y lo encendí. Solo tenía dos mensajes, uno de Isabelle diciéndome "Hola" para asegurar que era mi número y otro de Hugo en el que simplemente decía "Lo siento". Ni me molesté. Le dejé en visto, estaba muy cabreada con él y más aumentó mi cabreo cuando comprobé que no estaba allí y que eso me obligaba a coger el autobús hasta mi casa.

En el viaje de vuelta a mi desequilibrado hogar Hugo me llamó cuatro veces, y me envió un mensaje con la excusa más mierda que había leído en mi vida.

"-Me he quedado dormido".

No contesté a nada. Karma, hay que hacerlo actuar de vez en cuando. Que se joda.

Al abrir la puerta de mi casa el olor a comida precocinada y la estampa que me encontré no me sorprendió en absoluto:

Samuel, mi hermano más mayor, con edad para trabajar ya puesto que no había ido a la universidad, estaba despatarrado en el sofá sin hacer ni el huevo en vez de traer dinero a casa para ayudar a mi madre con las facturas. Y a Carlos no le vi ni el pelo porque seguramente estaba encerrado en su habitación estudiando por que él era el listo de la familia y su carrera de derecho le exigía pasarse muchas horas estudiando.

Yo dejé las cosas en mi habitación, y me cambié de ropa. Dejé los vaqueros y la camisa por unos pantalones cortos para hacer yoga y una camiseta lisa de tirantes. El calor que hacía todavía en España era espectacular. Fui a ayudar a mi madre con la comida porque supuse que estaba a diez cosas a la vez, y no me equivocaba. Estaba fregando los platos de ayer, cortando las patatas y las zanahorias, poniendo la mesa y friendo las croquetas. Abrí la ventana por que hacía un calor insufrible y me puse a cortar yo las patatas y las zanahorias y a vigilar que no se quemasen las croquetas y dejé a mi madre más calmada fregando.

-Buenos días cariño. ¿Qué tal el primer día?

-Pues bien, mejor de lo que esperaba aunque me he vuelto a enfadar con Hugo.

-¿Y ahora por qué?-la pregunta vino con un tono cansado, y yo también estaba cansada de tener que defenderle cuando no se lo merecía.

-Se ha dormido y no ha venido como habíamos quedado.

-Que excusa más barata.

-Eso he pensado yo.-susurré sacando las croquetas de la sartén y colocando los platos en la mesa.

-¡A COMEEEEEER!-gritó mi madre, y cuál rayos mis hermanos aparecieron por la puerta de la diminuta cocina.

-Hey hermanita.-dijo Carlos.- ¿Que tal ese primer día?

-Pues como cualquier otro primer día. ¿Y el tuyo? ¿Cómo es estar por fin en la universidad?

-Es alucinante, acojonante enserio. Hoy hemos hecho lo que se haría en una semana en el instituto. Tengo ya dos exámenes dentro de dos semanas y ya me han dado los trabajos para final de semestre.

-Por eso estabas encerrado en la habitación.-dije a la par que soplaba a la croqueta, ardía.

-Exactamente.

-Y tú Samuel, ¿Más pelusas en el ombligo que estudiar?

-Pues sí, déjame en paz joder.

-Es que no te entiendo.

-Ni nadie a ti, antisocial.

-No me molesta y lo sabes.

-Chicos parad.-intervino mi madre.

Samuel y yo llevábamos así desde verano. Cuando él había decidido abandonar la universidad "porque no era lo suyo". Tenía la suerte de haber sido aceptado en una importante y cara, como no y no sabe el esfuerzo que hizo mamá para pagarla. Y ahora ni siquiera parece agradecérselo, ni siquiera quiere ayudar. Es algo que no llego a comprender.

Terminamos la comida en silencio, y claro, solo yo ayudé a mamá a limpiar la cocina. Samuel volvió a su sofá porque sí, éste ya tenía su forma. Carlos volvió al cuarto que ambos compartían, y yo me fui al mío, si se le puede llamar cuarto a lo que era el trastero con una cama y mini armario y una mesa a forma de escritorio. Pero al fin y al cabo era solo mío y era mi intimidad, mi cueva. Empecé a organizarme el archivador, a plastificar los libros y a organizarme la agenda. Cuando hube acabado empecé a ver que iba a dar ese curso y el temario era jodido, segundo de bachillerato iba a requerirme muchos cafés y muchas horas de sueño perdidas. Así que con ese pensamiento decidí que esa noche me dormiría pronto, simplemente por adelantar.

Puse la alarma para que no se me olvidara. Tenía que coger el bus así que tenía que salir de casa a las siete y cuarto por que tardaba media hora en llegar y las clases empezaban a menos diez. Así que para ducharme y prepararme debía de despertarme a las seis y media. Como decía, muchas horas de sueño perdidas. El café era mi única esperanza.

Seguí ignorando los mensajes de Hugo toda la tarde pero sí que hablé a Isabelle.

-¡Hola!

-Hola Sandra. ¿Has visto el temario? Es súper jodido.

-Sí, estoy cagada, voy a necesitar mucho café.

-Y yo mucho té.

-¿Tomas té?

-Me relaja.

-¿Eres inglesa?

-En realidad soy medio francesa por parte de padre.

-Ah claro, de ahí tu nombre y tu apellido.

-Exacto.

-Yo soy medio alienígena, es parecido.

-Jajajaja.

-Oye voy a ayudar a mi madre con la cena. ¡Hasta mañana!

-Adiós ;).

Me gustaba que escribiera bien por Whatsapp y no como otra gente que se come letras. Así que después de cenar comida pre calentada otra vez y despedir a mi madre que se iba por que tenía turno de noche, yo hice lo que había dicho que haría, acostarme temprano.


Karma ¿eso existe?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora