Capítulo Uno: Víboras.

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Podía ver las hebras de mi cabello perderse con el ambiente, las luces me cegaban. Deslumbraban mis ojos, los dañaban. Sólo podía mirar mis pies para ocultar mis ojos para que no me dolieran tanto.

Tenía una enfermedad en los ojos llamada acromatopsia o también llamado monocromatismo era algo que no me permitía distinguir colores, sólo veía en blanco y negro como los perros. Pero eso no sólo me perjudicaba sino que también tenía una fobia llamada Fotofobia, algo que hace dificultoso adaptarse en diferentes niveles de luz, debía usar unos lentes oscuros para evitar el "deslumbramiento".

Pero era una reunión formal, donde las señoras llevaban costosos y adornados vestidos y los hombres trajes. La chica a mi lado, de cabellos largos y linda sonrisa, su vestido era blanco a mi vista y sus cabellos grises.


Todos la consentían y hablaban, escuchaba: Mahiru, ¿Quieres esto? ¡La próxima vez tendré un regalo para ti! ¿Mahiru te molesta algo?

Alguien hizo sonar su copa y comenzó hablar.

-Los reuní a todos para informar algo de suma importancia. -Esclareció su voz y uno de los mayordomos a mi lado me obligó a mirar hacia aquel hombre. No podía ver nada, pero sonreía como si pudiera hacerlo. Mis ojos marchitos, una rosa que jamás volverá a florecer, una rosa a la cual sólo le queda morir. -Desde hoy, mi hija Mahiru y Shinya están comprometidos y cuando cumplan la mayoría de edad se casaran.

Abrí la boca, a mis ocho años y mi futuro ya estaba predestinado al lado de esa chica, ella tampoco parecía muy feliz, su cara estaba sin su típica sonrisa de niña buena sino que una expresión de desaprobación.

[...]

Desperté removiéndome en la cama y bostezando. No entendía por qué había soñado con la fiesta que anunciaba mi compromiso con esa arpía, víbora.

La puerta de mi habitación se abrió dejando ver a Mahiru con vestidos. -Shinya, tendré una cita, ¿Qué color es mejor?-Miré hacia la ventana, con cortinas suficientemente oscuras para no dejar entrar el sol. Otra vez jugando con mis ojos, ella sabe bien que no puedo distinguirlos y viene cada vez que puede a preguntarme. Dije por inercia el de la derecha y volví a bostezar.

Ella hizo un puchero. -Este color no me gusta, esperaba que supieras que colores le gustaban a tu prometida. Pero ni atención me das, debo ir con otros hombres para que cumplan lo que tú no puedes... -Y así siguió hablando pero la ignoré hasta que me preguntó. -¿Me estas escuchando?

-Perdón, no sabía que las víboras hablan. -Después de haber dicho eso, tapé mi boca y me di vuelta. Mis pensamientos habían sido expuestos gracias a mi somnolencia. Mi cerebro aun no salía del mundo de los sueños, mejor dicho. De las pesadillas.

Su cara se desfiguró, me miró enojada y salió dando un portazo. Suspiré, seguramente me harían disculparme dando un ramo de flores, una salida y bombones. Jamás había expuesto de tal manera mis emociones y pensamientos. Me vestí para la preparatoria. Mis hermanos habían sido puestos en una preparatoria para chicos, Mahiru en una sólo para chicas y yo en un colegio mixto. Una academia diferente para mí. Eso no me molestó en lo absoluto.

Muchos se acercaban por mi apellido, pero, no tenía mucha intención de socializar. Hubo cambios en aquella escuela, sólo a mí me permiten usar lentes de sol durante todo el tiempo gracias a mi enfermedad y la persona que se sienta a mi lado es alguien antipático y gruñón. Aleja a todo el mundo. Alguien llamado Guren.

Aunque traté de hablarle, me ignoró y cuando lo pude hacer hablar sólo me dice: Odio a los Hiiragi. Y se aleja, a veces lo sigo con la mirada, a veces exagero con eso.

Salí de mi habitación y aun Mahiru me miraba con odio y no se dignó a mirarme ni nada, cosa que agradecí.

Bajé hacia la mesa y tomé una de las cosas más deliciosas y adictivas del mundo. El pan. Tomé una rodaja y salí evitando las caras de todos. Me coloqué los lentes y caminé hasta la limosina que me lleva todos los días a la preparatoria.

Algún día podré escapar de aquel infierno y mis compromisos.

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⏰ Última actualización: Feb 06, 2016 ⏰

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