Llegué a la universidad y miré el reloj, ya era la hora en la que había quedado con...alguien, supongo.
Me acerqué a la puerta de la universidad y, cómo era de esperar, ahí estaban las cuatro personas que me habían estado haciendo imposible la vida durante tantos años.
Sinceramente en ese momento tenía bastante miedo, verles sonreír no me hacia mucha gracia después de decirme que fuera de noche a la puerta de una universidad...pero realmente era culpa mía, fui yo quien decidió ir.
Sin darme cuenta ya había llegado a la puerta y...
-Hola. - Dijo Flavia dando un paso hacia adelante y yo contesté retrocediendo un par de pasos más.
-¿Para qué querías que viniese? ¿Y que pintan ellos aquí si es que se puede saber? -pregunté señalado a su amiga y sus dos esclavos.
-Para hablar, sólo eso. -sus palabras fueron realmente sorprendentes y llegaron a asustarme un poco.
-¿De qué? -fué lo primero que se me ocurrió decir para romper el silencio de la noche.
-De...-no le dió tiempo a acabar la frase cuando Carlos y Germán se abalanzaron sobre mí.
-¡s-sueltame!- grité aunque no sirvió de mucho.
-y sino...¿qué?- Dijo Karla.
Yo me quedé en silencio sin saber que contestar durante unos tres segundos que se me hicieron eternos hasta que Carlos, al intentar darme un golpe, parecía que se hubiera roto los nudillos. Yo sonreí inconsciente y como consecuencia, German, que ya se había alejado, se acercó hacía mí con una pequeña navaja en la mano.
Pude ver el asombro en la cara de Flavia y Carla, nadie se lo esperaba. Carlos estaba tumbado a mi lado mirándose la sangre de la mano. Yo seguía en el suelo sin saber cómo reaccionar y mientras tanto, Carlos seguía acercandose. Ya estaba a muy pocos pasos de mí. Yo intentaba escapar y entonces...