Capítulo 3

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-Me pasas otra trucha por favor- dijo Sophie quien señalaba los pescados asándose en la fogata. Probablemente eran ya casi las 12 de la noche. Llevaban un buen rato junto a la fogata. Después de haber nadado un buen rato y pescar la cena.

-Claro que si- dijo Anna tomando una y pasándosela a la mas tragona de todas.

-Si me disculpan, yo ya tengo sueño así que me iré a dormir.- dijo Rachel

-Igual- contestaron Anna y Paulina al mismo tiempo. Ambas se pararon y caminaron hacia el camper.

Hannah hizo lo mismo después de unos minutos. Al parecer ya todas se habían llenado y el sueño les había ganado algo temprano.

-¿Vienes?- preguntó Sophie al ponerse de pie.

-Si- contestó Emma. Ambas apagaron la fogata y recogieron sus mochilas y las cosas que habían bajado.

Al entrar, se puso la pijama y subió a su litera. Abrió la cortina para poder ver el lago frente a ella y disfrutar de la vista que Sherreick le brindaba.

Podía oír perfectamente el canto de los grillos, y el vuelo de las aves a su hogar para descansar. Cada sonido de la naturaleza, parecía formar una hermosa melodía relajante.

Pasó a penas una hora y Emma notó que las demás ya se encontraban profundamente dormidas. No podía parar de ver por la ventana. Era hermoso. La luna reflejada en el lago la hacia sentiste muy feliz y afortunada de poder viajar así con sus amigas. Siempre pensaba: no a cualquiera su tío millonario le presta un camper para usar con sus amigas. *Debo ser la persona mas afortunada y a la vez mas estúpida del mundo, por ser alguien que no soy.* se decía a si misma con sarcasmo.

Estaba por quedarse dormida cuando un muy lejano sonido la hizo sentarse. Observó por su ventada para ver de que se trataba, pero no había nada.

El sonido era apensas audible. Seguramente estaba muy lejos. Emma creyó que se estaba volviendo loca, pero juraba que lo que estaba oyendo eran las notas de un piano. En ese caso, no debía de estar tan lejos si lograba oírlo.

A Emma le dio curiosidad saber de que se trataba, así que bajó lentamente de su litera intentado no hacer mucho ruido y se puso una chamarra. Lo mas lentamente posible, abrió la puerta de la casa rodante y la cerró al salir con el mayor cuidado.

La música (según ella eso era) provenía de su derecha, lado contrario del lago. Entonces todo se le hizo un poco mas claro. Seguramente venía de las cabañas del Centro de turismo. Se encaminó hacia el bosque, con las manos dentro de los bolsillos de su chamarra, hasta que leyó un cartel frente a un camino de madera. "Centro de turismo a 100 metros." decía el cartel y tenía una flecha negra pintada que señalaba el camino de madera.

Emma balbuceó un poco. No estaba muy segura de que ir sola por el bosque fuera una buena idea, pero desde ahí se podía oír claramente que si era un piano lo que se oía, tocando una suave canción que hasta parecía de cuna.

Tomó un profundo respiro y se encaminó hacia las cabañas. No sabía explicar porque, pero quería ir a ver de que se trataba.

Caminó efectivamente 100 metros por la oscuridad. Menos mal que la luz de la luna la ayudó.

De pronto, al llegar al conjunto de cabañas, se le ocurrió que tal vez habría sido una muy buena idea haberles dejado una nota a sus amigas para que no se preocuparan. Se convenció a si misma de que no se despertarían antes de que regresara y siguió el hermoso sonido del piano.

Caminó un par de metros hasta que pudo identificar de que cabaña provenía la música. Era una un poco alejada de las demás. Situada frente a una de las muchas albercas y con la luz encendida.

Emma quiso espiar por la ventana, pero pensó que podrían descubrirla y comenzar una pelea a la que se rehusaba participar, por lo que solo pegó el oído a la puerta una vez que llegó a la cabaña.

Una hermosa melodía que sintió que conocía estaba siendo tocada desde el otro lado. Debido a que la cabaña era de madera pudo espiar por un agujero de la puerta.

De inmediato pudo distinguir un piano y a un chico tocándolo de espaldas a ella. Con cada nota que tocaba, balanceaba su cuerpo al ritmo de la canción. Emma quería saber desesperadamente de que canción se trataba, pues le sonaba muy familiar.

El chico tocando del otro lado, era de cabello rubio y según Emma bastante alto, juzgando el tamaño junto al piano. El chico se paró de su asiento por lo que Emma decidió que era hora de irse antes de ser descubierta.

Al llegar al camper, se tranquilizó al ver que sus amigas seguían dormidas.

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