Dos.

23 4 0
                                    

Respiré profundo y volví a entrar a la cocina, en donde se encontraba Chris. Ya notaba la presencia del acónito pero supe que no lo había echado a la comida, si fuera de otro modo lo olería. Ventajas del super olfato.

De repente había cobrado sentido la situación. Seguramente en la librería algo me había delatado y me habría seguido para conseguir una invitación a mi casa y matarme allí mismo. No pude evitar estar en tensión el resto del tiempo que estuve con él.

Durante los momentos siguientes de entrar a la cocina no articulé palabra. Me dediqué a servir los dos platos. Chris debió notar mi repentino cambio de humor ya que no apartó su mirada de mí como si estuviera vigilándome. Para matarme, supuse. Después de servirlos me dirigí hacia la nevera para coger las bebidas que íbamos a tomar.

—¿Quieres agua o refresco? —pregunté sin volver la vista hacia él.

—Agua, por favor.

Su tono seguía siendo amable, no obstante, yo no dejé de sospechar. En aquellos momentos me sentía nerviosa por lo que pudiera pasar. El cazador no podía descubrir que yo sabía lo que él era. Algo dentro de mí quería creer que había sido una imaginación mía o que él no pensaba que yo era una mujer lobo y que llevaba el acónito solo por protección por si se encontraba a uno. Como la chica que lleva spray de pimienta.

Cogí la jarra de agua y la llevé a la mesa junto a dos vasos. Él vino detrás de mí con ambos platos de comida que había apartado él mismo mientras yo estaba allí. Esperó a que me sentara para hacerlo él también. Sentía la tensión en el ambiente. Al menos por mi parte. No podía dejar de usar mis sentidos para comprobar que todo iba bien. Entonces, antes de que él empezara a comer se me ocurrió cambiar los platos.

—Oye, ese tiene menos... ¿Me lo cambias? Es que no tengo demasiada hambre.

Debió creerlo pues asintió e intercambiamos los platos. Me serví agua y bebí, haciendo tiempo para que él empezara a comer antes que yo. Había probado dos veces la comida y empecé a comer yo también. Con algo de miedo, seguía sin estar totalmente segura sobre si allí mismo podría ocurrir algo bastante malo.

Al menos en el tiempo que duró la comida no pasó nada. Ambos hablábamos conociéndonos el uno al otro. Él tenía una novia que se suicidó debido a que tuvo una enfermedad mortal y no quería acabar sufriendo. Prefería morir desde un principio y no alargar la espera a su fecha de caducidad. Aquello me hizo sentir pena por el muchacho. Desde entonces, él no ha estado con ninguna chica más. Yo le conté que quería explorar mundo y que por eso estaba fuera de Italia. Se sorprendió que estuviera haciendo esto tan joven pero no hizo ninguna pregunta respecto a aquello. Al final, no sé cómo, congeniamos. Chris era una buena persona –en apariencia al menos– y se preocupaba por los demás. Según él, le gustaba proteger a la gente que lo necesitaba y por eso le gustaba trabajar en la librería. "Los libros son vías de escape para mucha gente, Ludovica, tú lo tienes que saber bien. Permiten viajar, vivir en otros mundos y otras vidas. Experimentar cosas que las personas por sí mismas quizás no puedan. Los libros son una salvación" me dijo. Me contaba con pasión las historias de los libros que había leído. Me los recomendaba también. Además me ofreció ir a la tienda y leer allí mismo lo que quisiera. Eso hizo que dudara de las intenciones del muchacho. Si quería matarme ¿Por qué contarme todo esto? ¿Por qué esforzarse para caerme bien? Si quería eliminarme lo podría haber hecho ya. Quizás no sabía lo que era.

Después de la charla sobre los libros se tocó un anillo que tenía en el dedo. Llevaba algo grabado y me quedé mirándolo intentando descifrar lo que era. El me vio y aparté la mirada. Aún así, pude ver de reojo que sonrió de forma leve.

Lights in darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora