Games?

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Advertencia: Angst(sufrimiento,vamos).


Había pasado ya una semana desde el último momento que compartieron juntos.

Sí,  Jimin había contado cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo desde que su preciado Jungkook decidió no volver a tocarlo, a hablar con él, o a siquiera mirarlo.

Realmente el pobre joven no entendía nada, y quizás por aquello todo le dolía aún más, ya que en su frágil mente se barajaban distintas opciones que concluían por qué Jungkook no quería ni verlo.

"Quizás él sólo me quería para jugar y al ver que yo pienso en él ha decidido dejar de ser mi amigo". 

"Quizás me tiene asco y sólo me ha utilizado por diversión".

"Quizás me odia".

"Me odia".

Aquellos dolorosos pensamientos finalmente acabaron con el pobre chico, que mientras dejaba caer el transparente líquido en gotas delgadas desde sus ojos hasta sus mejillas rojizas, se dejó caer, sus rodillas bajando lentamente hasta el nivel del suelo de la fría bañera.

Jimin ya no sabía si se estaba bañando en agua o en lágrimas. Sólo sabía que todo dolía. Dolía más que nada, más que cuando unos "compañeros" de clase le empujaron por la escalera del instituto, no sin antes gritarle algo parecido a: Gay de mierda, cómete el suelo antes de que te entren ganas de comerte pollas.

Dolía más que cuando tuvieron que operarle del brazo tras ese accidente.

Dolía más que cuando lo llamaban gordo, feo o gay asqueroso, e incluso más que cuando su madre se opuso a su sueño de ser cantante.

Se suponía que Jimin ahora era exitoso; era un idol, millones de chicos y chicas desearían tenerlo en la cama, tenía el cuerpo que había soñado tener, y lo más importante: tenía un brillante futuro por delante que lo esperaba con los brazos abiertos.

Sin embargo, a la par que el agua templada acariciaba su cuerpo, no podía dejar de pensar en que todo aquello lo dañaba demasiado. ¿Por qué lo hería de esta manera?.

La respuesta era simple.

Jeon Jungkook no era un juego para él, nunca lo había sido.

Recordaba llegar a la sala de entrenamiento con el cansancio del día acumulado, cuando eran trainees y no sabían si conseguirían triunfar, y encontrar a un pequeño Jungkook de 15 años practicando con toda su alma frente al espejo.

En esos momentos Jungkook no era atractivo, o al menos no de la manera en la que lo era ahora. Jungkook era más bajito que Jimin, bastante más delgado también,y sus paletas eran demasiado grandes para su pequeño rostro delicado, que usualmente estaba decorado por alguna espinilla o marca de acné por el estrés . Tanto él y Jimin eran niños, y no hombres. Ahora tampoco eran hombres, pero ya iban encaminados a serlo.

Daba igual lo duro que hubiera sido el día de Jimin, porque en esos instantes, al encontrarse con la sonrisa celestial de Jungkook, todo quedaba olvidado para ser reemplazado por un confortante calor en su pecho.

-Hyung, practiquemos juntos -Jungkook alzaría su mano en dirección del mayor, a modo de llamada, y entre movimientos de baile y miradas secretas las horas pasarían tan rápidamente que, a pesar del cansancio y el dolor en los músculos, Jimin encontraba en sí las ganas de continuar bailando junto a aquel pequeño que iluminaba su vida.

¿Por qué Jungkook,que antes era el ángel que iluminaba sus días, ahora los oscurecía?.

Jimin lloró hasta quedarse sin lágrimas, hasta que el hundimiento en su corazón se llenó de vacío.

Al menos, esa noche pudo dormir bien.

O casi, porque a las doce, justo cuando ya todos estaban durmiendo o descansando en sus cuartos, escuchó la voz de la persona que lo atormentaba en aquellos momentos.

-Jimin hyung...-escuchó al menor susurrar en tono de...¿Disculpa?.

El chico llamado se deshizo de sus mantas, para poder hacer sitio al menor, que se tumbó junto a él sin más y lo abrazó en milésimas de segundo para empezar a profesar su tristeza y llenar la camiseta del mayor en lágrimas.

Todo esto era instintivo, sin mediar palabras, sin pensar.

No se habían hablado en todo aquel tiempo, pero sus corazones...Sus corazones se echaban de menos y se conocían a la perfección.

Jimin acariciaba la espalda de Jungkook mientras que éste soltaba sus emociones, tratando de calmarlo con su calidez.

Pasaron unos minutos que se fueron volviendo cómodos y dulces. Estaban abrazados y Jungkook ya no lloraba, solamente abrazaba al mayor como si su vida dependiera de ello.

-Hyung...Perdóname. Yo...No te he hablado esta semana porque...Tengo miedo de algo. -confesó el joven pelinegro inseguro en un susurro.

Jimin ya había perdonado al pequeño antes de que él se hubiera disculpado.

-Estás perdonado. ¿De qué tienes miedo, Kookie? -preguntó Jimin con una pequeña sonrisa en sus labios. Se sentía muy bien el por fin estar al lado de su personita querida, sin secretos.

-Hyung, es tan difícil decirlo...-Jimin pudo notar cómo las mejillas del pequeño se coloreaban de un bello tono rojizo.

El mayor esperó a que Jungkook continuara con sus palabras, pacientemente. Ya había esperado una semana, podía esperar más.

-Jimin hyung...Yo...No te hablé porque...Tengo miedo de que me digas que no.

Jimin arqueó la ceja y se mordió el labio inferior, confuso.

-¿Decirte que no a...?

-¿Quieres ser mi novio, Jimin?



Y así fue como su pequeño juego llegó a más.


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HOHOHO

Os quiero ♥ si me pedís epílogo puede que lo escriba ;)









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