Capitulo 16

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Despierto, en el incomodo colchón de agua de los hostales un poco aturdida por lo que ha pasado en el último día. ¿Me han pasado tantas cosas en un día? No he pensado en mamá, en el inútil de Greg y en mi hermanastro sin importancia, ¿estarán preocupados por mi?. Miro a mi alrededor, estoy sola -o eso creo yo- intento levantarme, pero me cuesta mucho por la manera tan brutal de la que me agarro aquel tipo. Cuando logro pisar el suave y sucio piso de alfombra me siento satisfecha, busco mi ropa la cual la encuentro con la mirada al otro extremo de la habitación. Camino adolorida, como si dar cada paso fuera correr una maratón, hasta que logro llegar.

Agarro la ropa y me quedo pensando ¿podré escapar? Es la primera vez que tengo la oportunidad de hacerlo y debo aprovecharla. Cuando analizo mi ropa encuentro en ella una sustancia pegajosa y blancuzca, y de repente en mi mente se cruza la idea de lo que es. La bilis sube por mi garganta, aunque logro controlarme. Poco a poco los recuerdos llegan a mi mente, como fragmentos de vidrio, cada recuerdo duele. Despejo la mente y me doy cuenta de lo que acaba de suceder. Mierda. Ni siquiera tuvo la decencia de usar un condón. Oh diablos. Condón, óvulos, periodo, embarazo, HOLY SHIT. No puedo haber quedado embarazada, no, mucho menos en estas circunstancias, a veces me planteo tener hijos pero en años, no ahora y mucho menos criaturas frutos de una violación. Necesito salir de este lugar. Ignoro la sustancia pegajosa en mi ropa. Debo hallar una manera de Salir de aqui. Miro al rededor y solo veo una desgraciada puerta. Corro al baño y me pongo la ropa lo mas rápido que mi adolorido y recién desvirgado cuerpo me lo permite. Lavo mi cara y cuando termino, por instinto mi mirada baja hasta mi vientre plano y siento un impulso de acariciarlo, en este momento podría haber un bebe creciendo... No, no puedo estar en embarazo a lo mejor, es solo una simple idea mía, y así la quiero dejar, para sacarla de mi mente.

Camino temblorosa hasta la puerta, giro el pomo tratando de hacer el menor ruido posible, pero en un hostal de unos 53 años es imposible. Miro a lado y lado del pasillo y como si de una fuerza sobrenatural se tratara, corro a "toda velocidad". En el recorrido me topo con una ventana (algo amarillenta por la suciedad) y descubro que esta atardeciendo y que estoy a unos 11 pisos del suelo. Mierda, debo apresurarme. Sigo mi camino por la alfombra en la que con cada paso, se levanta el polvo acumulado en los años. Veo unas escaleras de emergencia, abro la puerta y bajo las escaleras de tres en tres. Hago mi mayor esfuerzo por no detenerme pero mi estado físico no me lo permite. Debí haber hecho los ejercicios de educación física. Debí llamar a mama para que me recogiera, debí ir a casa con Camila, debí y no debí hacer tantas cosas pero ahora solo me queda correr.

adios a mi pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora