Capítulo 3

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Mi mundo entero se hizo pedazos.

-Es broma ¿cierto?- digo.

-No es broma, hija. El reino de Huntred y el nuestro han tenido diferencias, una alianza semejante pondría fin a todas las amenazas.

-Madre, el hombre es un inútil. Me llamó engreída, Y prácticamente admitió que me ve como una corona andante ¡No puedes querer que me case con eso!

-Que hizo ¿Qué?- exclaman los gemelos a la vez.

-No queremos que te cases con él, pero es un mal necesario-dice mi padre.

No él. No podía estar de acuerdo.

-Un mal necesario. Claro. Arruinará mi vida pero vamos a considerarlo un mal necesario.

-Emma, la decición está tomada. Te casaras con el príncipe- dice mi madre en tono terminante.

Miro en dirección a mi padre buscando un poco de apoyo, pero está mirando para otro lado. Mis hermanos miran a mi madre desconcertados.

Sin siquiera pensarlo, tiro la servilleta a la mesa, me levanto, y pateo mi silla con todas mis fuerzas. El respaldo se partió y salí corriendo.

Las lágrimas se me deslizaban por el rostro. Llego a la puerta principal, y les grito un poco a los guardias, que abren la puerta. Corro al establo, tomo a mi caballo Max, y cabalgo hasta el límite del reino.

Es un bosque especísimo. En la tarde, pasando a noche, se ve bastante aterrador por fuera, pero hacía rato había aprendido que aquel bosque decía ser algo que no era. En el centro hay un precioso claro con un árbol de flores blancas. Es el lugar perfecto para aislarse completamente, porque a pesar de ser tan hermoso, la gente que lo miraba desde fuera simplemente no se atrevía a adentrarse. Debo admitir que yo también le tuve miedo en cierto momento. La primera vez que vine fue cuando tenía un año menos que los gemelos, y mis padres y yo habíamos discutido por la siguiente situación:

De pequeña, me hice amiga de la hija de un noble, la pequeña Cassiel. Con el tiempo se había convertido en una de las personas más importantes para mi, ya que era la única que discutía conmigo y no me temía por ser la princesa. Además, ella me protegía del resto de los niños que me molestaban. Su padre, Sir Roger Gray , era presentable, por eso nadie sospechaba que en su casa, solía golpear a su esposa e hija. Por eso, para defender a su madre, Cassiel se convirtió en aprendiz de bruja. Exacto. Aprendió a hacer magia. Le tomó un tiempo, pero la próxima vez que su padre quiso levantarle la mano a su madre, un dedo desapareció de su mano. Nunca más se atrevió a ponerle un dedo (de sus nueve) encima otra vez. Cuando la realeza se enteró del incidente, Cassiel fue considerada peligrosa, y por eso su padre fue destituido del título de noble. Un telegrama llegó a su casa, y cuando su madre alertó a Cassiel, decidieron escaparse, porque si su padre se enteraba de que había sido destituido por su culpa, ni la magia sería capaz de frenarlo y evitar que ambas murieran ahogadas. Su madre cabalgó lo suficientemente lejos como para que si Roger se pensaba molestar en seguirla, considerara la lejanía y se retractara. Sin embargo Cassiel se quedó en este reino de forma clandestina. Vive con la bruja que le enseña, y no se deja ver mucho por la gente. La carpa de la bruja tiene un hechizo de protección para evitar visitas molestas, así que no las puedes encontrar a menos que ellas quieran que las encuentres.

Con todo eso, nunca me separé de Kass. Sí, Kass. Ya no quería poseer e nombre que su padre le había dado, pero tampoco quería un cambio total, ya que era su madre la que había aprobado llamarla así, cuando sus padres aún se amaban.

El punto es, que a los 14, había discutido con mis padres por haber prohibido la entrada de Kass al castillo. Así que cabalgué, y encontré el bosque. También se veía peligroso, pero estaba tan furiosa por lo que la gente consideraba peligroso, que sólo entré.

La Devoción de EmmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora