Pasó la hora y aquí estoy, en el gran comedor, con mis padres y Arrogante Ben. Trato de concentrarme en mi té mientras el chico discute con mi padre temas que (debido a que mis padres no me invlucran en sus charlas matutinas) no entiendo. También supongo que no entender de los temas importantes para una reina, a Benjamin le covenía notablemente. Podría hacer lo que quisiera y yo ni siquiera lo sabría. Maldito.
Mi padre mientras, sigue con cara de que algo huele mal. Mi madre está encantada con el muchacho, y yo... estoy conforme con mi té.
-... estoy segura de que Emma puede ayudarte con eso, querido- dice mi madre tocándo mi hombro para que prestara un poco más de atención.
-Claro que sí madre- digo...¿De qué hablan?... De todas formas supongo que si mi madre cree que puedo ayudarlo con algo, probablemente pueda. No es de las que sobreestiman...
Diviso un botón descosido de su traje y supongo que mi madre quiere que lo cosa.
-Hay hilo y aguja en mis apocentos, los traeré- quiero correr- si te parece bien...- concluyo.
-Podemos decirle a... -comienza mi padre pero mi madre lo corta.
-El príncipe Benjamin puede acompañarte ¿No es así?
¡PUAJ! ¡NO!
-Por supuesto madre, si a él le place...- di que no, di que no, di que no...
-Por supuesto.
¡Diablos!
Subimos las escaleras a mi habitación, mientras intento mantener mi distancia del príncipe. Él intenta sacar algo de conversación, hablándome del servicio, de mis padres, y mi vestido. Yo simplemente doy respuestas cortas, por educación.
Llegamos, y estoy por cerrar la puerta en su nariz, para "buscar el hilo y la aguja" (realmente espero respirar un poco, lejos, muy lejos de él), cuando la frena con la mano y dice:
-¿Te molesta si paso? Me gustaría conocer los apocentos de mi futura esposa.
¿Qué se supone que eso significa?
-No se si me sentiría muy...cómoda, al respecto- digo, intentando que se vaya.
-No te preocupes, no hablaré. Sólo miraré.- No me relajaba en lo absoluto. No me casaría con él ni aunque fuera el último hombre en la tierra.
-De acuerdo- digo, agarro cualquier aguja, hilo rosa, y lo saco de mi habitación.
Bajamos al gran comedor, coso su asqueroso botón, y me muevo dos asientos a mi derecha.
-Muchas gracias, princesa- dice.
Inclino la cabeza y me muevo otro asiento más.
Supongo que tambien puedo mecionar que habla como si estuviera a punto de cometer alguna perversion.
-En fin, ahora que hay más confianza, supongo que podemos hablar de temas relacionados con el matrimonio- dice arrogante Ben.
¿Más qué? ¿Con el qué? Simplemente... ¿Qué?
-¿Disculpa?- Dice mi padre.
-¿Cuántos hijos quiere?-siguió arrogante Ben.
-No es una respuesta que esté dispuesta a contestar en el momento.-contesto.
-De acuerdo, entonces, ¿Qué epoca del año planea para la boda?
La pregunta me deja desconcertada. Esperen. No, es el hecho de que siga preguntando lo que me deja desconcertada.
-No creo que sea correcto fijar una fecha...
-No es problema, yo puedo decidirlo.- Me corta.
Me interrumpió. Podría mandarlo a decapitar...
-Respecto a tus compañias, no tolero plebeyos, me dan asco. Y necesitas un séquito de mujeres parlanchinas. Todas las princesas tienen uno.
¡Hey! ¡Hay límites! Al diablo con la cordialidad.
-¿Realmente no puedes evitar meter tu enorme nariz en asuntos ajenos?
Se sorprendió, tal vez hasta se caye.
-No entiendo a que se debe su falta de respeto.-Dice el muy imbécil.
-Oh, ¿En serio? Para que le quede más claro, puede ser un príncipe en su reino, pero aquí no es más que otro noble, mientras que yo soy la princesa, así que mantente en tu lugar, o verás consecuencias.- Le suelto.
Papá tenía una pequeña sonrisita divertida en su cara, y trataba de no mirar a Arrogante Ben. Mi madre estaba seria, mirando la nada. Porque mientras sabía que había que mantenerse respetuosos, también veía que no era propio de nadie quedarse cayado escuchando tales barbaridades.
-Eso será hasta que te cases conmigo, y yo tenga tu tan preciada corona. Porque mientras yo soy el heredero al trono de Huntred, tu sólo eres una princesita engreída.
Suficiente.
-Siga su ruta, heredero al trono de Huntred, y condene a su propio reino a su estupidez- Digo en respuesta.
Me levanto, y al pasar por la silla de Arrogante Ben, pateo la pata de la silla, que se parte. Ben no se cae, pero quiero verlo cuando intente levantarse. Espero que un cinturon negro en karate y 19 años sentada en esas sillas, sirvan para probar mi punto.
Subo las escaleras, y en lugar de ir a mi habitación, cambio un poco el rumbo sin ser vista, y me introduzco en el pasadizo secreto de detrás del cuadro de mi abuelo (no sin antes escuchar los gritos de Arrogante Ben despues de caerse de su silla rota)
El pazadiso lleva a una sala de proyecciones abandonada. El lugar no es tan espantoso como suena. Estaba sucio, e inundado de telas de araña, pero un día busqué artículos de limpieza y lo dejé en perfectas condiciones, yo misma. No me quería arriesgar a que alguien encontrara probablemente el único lugar en el castillo donde se podía desaparecer, estar en paz, sin ser interrumpido. Era inclusive más privado que mi habitación. Por eso cada vez que estoy de mal humor, o en alguna condición que implique una dieta anti-humanos, vengo aquí. Había dejado un cepillito por aquí la vez pasada... Sí, eureka. Comienzo a cepillar mi pelo rubio. Es suave, por lo tanto me relaja bastante. En la pequeña sala tambien hay unos libros bastante interesantes. Uno sobre un hombre lobo que se enamora de una cazadora me llama particularmente la atención. Es bastante grande, pero en cuestión de horas ya leí unos buenos veinte capítulos... ¡Horas!
Mi familia debe estar preocupada, deben creer que me escapé o algo así. Debería subir y aparecer de la nada...
Según las doncellas aparezco por arte de magia en mi habitación, y tal como sosopechaba antes, mis padres estan preocupados por mi, y necesitan hablar conmigo. Supongo que me querran decir lo que dijo Arrogante Ben antes de partir.
Voy a cenar con mis padres y hermanos. Me siento entre Sara y Spencer, y enseguida empezamos a bromear sobre Arrogante Ben, Su nariz, su voz, su ropa, todo. Estos dos gnomos siempre sabían como hacerme sentir mejor.
-Emma, tenemos que hablar sobre el príncipe Benjamin- dice mi madre.
-Eso creo ¿Dijo algo antes de marcharse?- pregunto.
-No, hija, ese es el tema. Él no se va a marchar.
-¿Disculpa?
-Tu padre y yo... hemos llegado a la conclusión de que tu union con Benjamin sería útil para el reino.
Yo sencillamente no podía creer lo que estaba sucediendo aquí.
-¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
Tengo que estar equivocada...
-Emma, te casarás con el príncipe Benjamin.
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La Devoción de Emma
Roman d'amourLa princesa Emma White es la heredera al trono de Heroraven. En ella cae la responsabilidad de reinar toda su nación, pero para eso tiene que completar el deber más dificil y definitivo de su vida: Elegir marido. Sus padres esperan que se case con u...