Miré la hora en el reloj rosado que se encontraba sobre mi cómoda.
Doce en punto.
Suspirando tomé mi agenda junto a la lapicera que la acompañaba y marqué la fecha actual. Hice la cuenta mental: habían pasado oficialmente ciento setenta y siete días desde la última vez que te había visto.
Te extrañaba. Te extrañaba tanto.
Dirigí mi vista hacia la ventana y observé las estrellas: hubiese amado pedir un deseo.
Y entonces se me ocurrió; justo en ese momento: ¿por qué pedir algo de lo que podía encargarme yo misma?
Agarré mi celular y abrí la casilla de mensajes.
Si él quería hacerse el idiota y olvidarse de nuestro amor, estaba en su derecho. No obstante, yo también estaba en mi derecho de querer salvarlo.
O al menos a las pequeñas migajas que quedaron cuando se fue.
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-Llamando a Lautaro-
Teen FictionMaia tenía un plan. Lo llamaría y fingiría haberse confundio. Luego debía surgir la magia, ¿no? Pues no. Lo único que consiguió fue una mejor amiga riendo a carcajadas y la vergüenza de su vida. O al menos eso es lo que ella cree.