Luego de que mi madre me recordara -no de forma muy amable- que mañana debíamos ir a almorzar a casa de la abuela y que, por ende, tendría que jugar con mis primos chiquitos, desistí de seguir esperando una contestación que quizá nunca llegaría.
Una lágrima se deslizó por mi mejilla cuando me frené frente al espejo que estaba sobre mi mesa de noche. Me incliné y apagué la luz.
Si no ves las lágrimas, no estás llorando. Y si no estás llorando, no te duele.
Inhalé y exhalé un par de veces antes de finalmente meterme bajo mi grueso acolchado verde manzana.
Apreté mis ojos y repetí mi mantra nocturno.
"Porfa quiero soñar con él; quiero soñar que me quiere".
ESTÁS LEYENDO
-Llamando a Lautaro-
Teen FictionMaia tenía un plan. Lo llamaría y fingiría haberse confundio. Luego debía surgir la magia, ¿no? Pues no. Lo único que consiguió fue una mejor amiga riendo a carcajadas y la vergüenza de su vida. O al menos eso es lo que ella cree.