Amor Fingido © || 6 de mayo 2021 en físico

Capítulo 5. Amanda

El miércoles era, literalmente, el peor día de la semana. ¿Quién tuvo la brillante idea de inventar los miércoles? Muchos se quejan de los lunes, pero olvidan totalmente este horrible día, que no es suficiente próximo al fin de semana para animarte. Sin embargo, mi miércoles fue peor que cualquier otro miércoles de cualquier otra semana.

Primero, saqué un simple seis en el examen de matemáticas. Sabía que lo había hecho mal, pero el esfuerzo que invertí estudiando hasta la madrugada se merecía una nota mayor.

Segundo, Dawson derramó su leche con cereales sobre mis pantalones y casi pierdo el autobús por correr a cambiarme de ropa. Al final me presenté en clase con el pelo enredado porque no  pude pasar el cepillo por él, y la única opción que tuve para aderezarlo medianamente fue atarlo con una goma.

Tercero, y razón por la que Dawson se enfadó y me tiró toda la leche encima, mamá nos había dicho que el jueves su nuevo novio y su hermano vendrían a cenar a casa, que ya era hora de conocerlos. ¿Qué demonios pintaba el hermano en todo esto? Como si no tuviéramos bastante con aguantar a Daniel. Tanto Dawson como yo sabíamos que iba a durar poco, como los anteriores.

Y cuarto pero no por ello menos importante...

—¡Amanda! ¿Estás bien?

Intenté levantarme del suelo, pero resbalé sobre el zumo derramado y caí de espaldas con fuerza, haciéndome daño en el codo. Adam, que había presenciado a la perfección como me chocaba contra un estudiante camino a una mesa vacía en medio de la cafetería, se acercó a ayudarme. Todo el contenido de mi bandeja de comida había terminado en mi ropa. Es decir, ahora no sólo vestía tela, sino crema de patatas y trozos de verduras que se repartían uniformemente sobre la camisa rosa. Por no hablar de todo el zumo en mis pantalones.

—¿Te has hecho daño?

Negué hacia Adam, consciente de que gran parte del cuerpo estudiantil estaba mirando en nuestra dirección. No era muy difícil, cuando durante mi caída chillé con fuerza.

Quería morirme de la vergüenza... Y todo porque Sam me había dado su bandeja para irse corriendo al baño, en lugar de a su novio, y al tratar de equilibrar ambos trozos de plástico tropecé y choqué contra...

—Tú otra vez.

Observé a Nate Lewis, el chico contra el que había caído y contra el que había chocado dos días antes en los pasillos del instituto. Él tuvo mejor suerte, porque lo único que había caído en su ropa fue uno de los trozos de pizza seca que vendían en la cafetería, y eso estaba tan malo que no dejaba ni mancha. Además, a juzgar por su frase, él también me había reconocido. A su lado iba Caleb Miller, mirando el desastre que había causado.

—Perdona —susurré por lo bajo, dejando mi mirada en el suelo para evitar el contacto visual—. No fue mi intención...

Fui a tomar la mano de Adam dispuesta a levantarme y salir corriendo de allí, pero en lugar de recibir la suya, fue Nate quien había extendido un brazo hacia mí en señal de ayuda.

Como mencioné anteriormente, Nate Lewis es extraño. A primera vista parece un chico brabucón, un adolescente rebelde que no asiste a clase, huele a tabaco y viste ropas oscuras. Después, si prestabas un poco de atención, te dabas cuenta que siempre sacaba las notas más altas en los exámenes. Y ahora, después de chocar contra él, tenía el gesto de ofrecerme ayuda.

De alguna forma, él no encajaba en mis estándares de normalidad.

Normalidad, algo que me empeñaba tan fuertemente en tratar de conseguir.

—¿Estás bien?

Dicen que puedes decidir si una persona te gusta tan solo cinco segundos después de conocerla. Yo conocía a Nate Lewis desde hacía más tiempo, pero realmente nunca antes habíamos intercambiado palabra alguna. Por eso el momento en el que tomé su mano y me encontré con sus ojos dorados mirándome directamente, cuando asentí con la cabeza y fui incapaz de decir palabra alguna, me di cuenta. Esos fueron nuestros primeros cincos segundos.

Y definitivamente, en tan solo cinco segundos podía admitir que Nate Lewis, en lo referente a la atracción física, podía gustarme.

—Oye, yo choqué contigo el otro día, en el pasillo —preguntó una vez solté su mano, limpiándose un trozo de zanahoria del hombro—. Eras tú, ¿no?

Paseé mis ojos de él a su amigo. Sabiendo que iba a ser incapaz de decir palabra alguna, me limité a volver a asentir. ¡Por todo el café del mundo! ¿Qué narices me estaba pasando? Oh, sí... Chico guapo a la vista más caída torpe igual a colapso neuronal.

Gracias, cerebro mágico.

Nate llevó la misma mano que me había estado agarrando a su cuello, doblando al completo su brazo y creando una sonrisa torcida de disculpas en su rostro. Parte de su cabello castaño rozó las cejas, y todo el encanto de chico malo se vio disminuido durante esos cortos segundos para dar paso a un chico normal.

Extrañamente, eso solo hizo que volviera a perderme dentro del catálogo interior de chicos guapos de mi cabeza. En aquellos momentos, Nate Lewis definitivamente había entrado en él.

—Lo siento por eso —se disculpó, aunque creía recordar que ya lo había hecho en su momento—.Supongo que ya estamos en paz, ¿no?

Su broma fue demasiado fácil, pero aun así me hizo reír. Parte de la culpa la tuvo el catálogo de chicos guapos que seguía abierto en mi cabeza. Y las hormonas. Definitivamente también las hormonas.

Necesitaba dejar de verme como una tonta, así que sacudí la cabeza y me giré hacia Adam, que seguía esperando detrás de mí.

—Tengo que volver a comprar la comida —él asintió, y aprovechando que mi voz había regresado me volví hacia Nate, que también seguía frente a mí—. En paz, entonces.

Tomé aire y me alejé de vuelta hacia la cola de la comida con Adam detrás de mí.

Prueba superada, Amanda Berrie. Ahora solo falta que consigas aprobarla.

#SábadoDePizza #SábadoDeFakingLove competo :) ¡Actualizando desde Burgos! Nos vemos el miércoles con más capítulos.

Ojalá que os haya gustado ♥♥

Andre ♥