El Encuentro.

282 18 8
                                    

Mientras las gemelas y Emily retiraban sus equipajes, Petter y Camile apenas aterrizaban en el aeropuerto de Roma.
Todos llevaban en sus mentes múltiples pensamientos acerca de lo que les esperaba en cuanto cruzaran las puertas de ese lugar y se subieran al auto que los guiaria hacia sus superiores.

— ¡Dios! — exclamó Camile mientras se estiraba un poco y se encaminaba a recoger su valija.

— ¿Sucede algo? — cuestión Petter yendo tras ella. Las horas que habían estado juntos les habían ayudado para conocer un poco más de lo que sus vidas eran y ganar un poco de confianza.

— Es solo que hace algún tiempo que no hago un viaje tan extenso — ambos tomaron rápidamente su equipaje y se dirigieron a la entrada principal, donde debían encontrarse con las gemelas y la pequeña terra.

Afuera las chicas miraban sus celulares chequeando la hora y se impacientaban un poco más cada minuto que los dos faltantes no aparecían.

— ¿Creen que falte mucho para que aparezcan? — preguntó Samantha.

— No lo creo, ya deben de estar por llegar, si no es que están recogiendo el equipaje — respondió Jessica mientras retocaba su maquillaje.

Ambas miraron a Emily con curiosidad, desde que habían abordado el avión la pequeña niña se había mantenido en silencio. Unas cuantas palabras a la azafata fue todo lo que le escucharon decir. Ella estaba sentada sobre su maleta, mirando a la carretera y sumergida en sus pensamientos. Se le veía tan pacífica, con aquel cabello castaño cayendo delicadamente por sus hombros en bellas ondas y aquellos hermosos ojos verdes tan tranquilos.

"Es una niña muy hermosa" pensó Jessica, a lo que Sam respondió con una sonrisa y un asentimiento de cabeza.

Mientras tanto, la mente de la pequeña Emily iba y venía de Roma a Rusia. No paraba de preguntarse como estaría su padre y qué estaría haciendo. Se preguntaba si por una vez estaba disfrutando y no preocupándose por ella, esperaba que sí.

Desde que su madre había perdido la vida en un encuentro con los crodox, su padre había tenido que velar por ella día y noche. Él fue quien la enseñó a comer, a caminar, a hablar, a escribir, a controlarse, a ocultarlo, a hacer todo; a la vez que se ocupaba de la empresa familiar y del asunto de los únicos.

Dentro, en el aeropuerto, Camile y Petter intentaban conseguir un bocadillo de la maquina expendedora ya que morían de hambre y habían encontrado una mientras se dirigían a fuera. Ambos se reían del hecho de que uno de ellos cazaba demonios por la noche y la otra podía hacer el sol parecer una luz mínima, y no lograban conseguir una bocadillo de esa endemoniada cosa.

— ¡Vamos señor cazador! — murmuró Camile entre una risilla. — Imagine que es uno de los menores — continuó, haciendo referencia a los demonios menos peligrosos.

— ¿Y que hay de usted? Señorita "Soy fuego puro" — rió Petter haciendo comillas en el aire.

— Yo jamás dije eso — Camile lo señaló con su dedo. — Tú por otro lado, no dejabas de alardear sobre cuantos demonios matabas en una semana — terminó, golpeándolo levemente en el pecho y ambos se soltaron a reír.

Una pareja de ancianos que pasa cerca los miraron y no pudieron evitar sonreír, pensando que les recordaban a ellos y se veían preciosos, juntos.

— ¡Me doy! — Petter tomó su bolso deportivo junto a su valija y se giró hacia el camino de salida iniciando su marcha. — Las gemelas y la pequeña terra van a matarnos.

Camille sonrió, tomó sus cosas y lo siguió en silencio. Le agradecía internamente por haber sido tan compresivo con ella y haberse tomado el tiempo de escucharla. Además, en unas horas se había sentido más en casa junto a él que de lo que se había sentido toda su vida.

The Only Ones [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora