Capítulo 1: Primer día

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Thomas.-

Mordí la tostada al tiempo que metía todos los papeles en el bolsón de cuero que me había regalado mi madre la pasada navidad, tenía la clase preparada desdé el domingo en la mañana y decir que estaba nervioso habría sido poco. El cambio no era la gran cosa, solo dejaría de hacer clases en la universidad de la cual había egresado donde tenía alumnos interesados en casa palabra salida de mi boca y entraría en una secundaria (o antro de perdición) de adolescentes chillones que no han abierto un libro desde "caperucita roja".
Salí del apartamento a toda velocidad y aun con migas en la cara cuando me detuve en la vacilación de cada mañana "¿Auto o bicicleta?". Un solo vistazo a mi reloj me aclaró el dilema "Auto".

A pocas cuadras de la secundaria tamborileaba los dedos sobre el manubrio insistentemente, carcomido totalmente por los nervios. Puedo tratar con futuros profesionales cuyas carreras penden de cada simple ramo universitario, pero con chicos de diecisiete es otra historia totalmente distinta. Entré al aparcamiento con la idea mental de mí mismo siendo bombardeado con bolas de papel estampada en la frente. ¿Qué era lo primero que tenía que hacer?

Mientras caminaba por el pasillo rondado por algunos estudiantes de mirada perdida recapitulaba el "Por qué" de mis actos. Pero siempre llegaba a la misma conclusión. Un cambio. Quería un cambio. Siempre llegar, aula vacía, sin saludos, sin afecto. Hablar, estudiantes que te ignoran hasta dos días antes de los exámenes finales, donde no hacen más que lamerte las botas. Aunque ahora que lo pienso ¿Es distinto en una secundaria? Pero tanto yo como cualquiera que me escuche notaría la manera descarada en la que me engaño, es por ella. Melanie (Másconocidacomolaperraquemedejópormijefe), profesora de lengua de la misma universidad. Andrew, jefe de departamento. Al principio pensé que la madurez podría pero verla pavonearse del brazo de ese imbécil cada día de la semana me estaba volviendo loco, más loco de lo que podrían volverme una tropa de estudiantes revoltosos.

Entré al salón de maestros donde fui examinado como un ave enjaulada. Tanto por maestras, maestros, incluso sentí que el dispensador de agua me escrutaba violentamente.

-Señor McAdams- Me dijo el director con el cual me había entrevistado hace un mes- Bienvenido a Highmore.

Asentí tímidamente, cómodo habría sido mi última definición de este momento. Luego de que el hombre- el cual escupe cada vez que pronuncia una sílaba tónica- terminara con su carta de bienvenida, me dio un calendario con mis salones y alumnos, junto con un cuaderno con el nombre de cada alumno por curso. Tiemblo.

Emily.-

Bip, bip.
¿Huh?
Bip, bip.
Dios mío, ¡Callen esa bestia!
Bip, bip.
Espera, ¿Es el despertador?
Bip, bip.
Puto despertador.
Bip,bip.
Put... ¿Qué hora es?

Abrí los ojos contra viento y marea (y lagañas). 15 minutos de retraso... Mierda.
Corrí descalza hacia el cuarto de baño quitándome la camiseta al tiempo que daba el agua de la ducha. Me di una efímera mirada en el espejo antes de sumergir mi cabellera castaña bajo el agua caliente. ¡No! No podía quedarme ensoñada en la ducha otra vez, he llegado al límite de atrasos del trimestre (otra vez) . Salgo de la ducha y me he apenas secado cuando ya me he enfundado unos vaqueros negros una camiseta blanca ni suelta ni ajustada. Estoy cepillándome los dientes cuando veo el reloj de mi móvil, 10 minutos para el toque de timbre. Escupo la pasta como una metralleta y salgo corriendo, en el camino recojo mi bolso que descansa en la escalera como todos los días de la semana y beso la mejilla de mi madre que prepara el desayuno, el cabello me moja la espalda mientras corro a la escuela como una oveja descarriada (Correr no se me da precisamente bien).

Cruzo el porche de entrada un minuto antes de las ocho y sigo a paso rápido hasta mi salón, es cuando voy por el pasillo a mi puesto y siento mi pie enredarse en la pata de la mesa de otro alumno de mi clase cuando reparo en que no será un buen día.

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