Capítulo 3: Red Social

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Emily

Las semanas posteriores al "Episodio" fueron bastante extrañas. No había podido dejar de recordar cada minuto de aquel miércoles. Mi hermano ya estaba bien y luego de las dos semanas transcurridas el tema había quedado olvidado. Pero no para mi, yo no había podido olvidarlo, cada vez que cerraba los ojos regresaba a aquella sala de espera donde había llorado todos mis miedos acumulados por años rodeada por los brazos de mi profesor, su sutil perfume impregnándose en mi nariz y su respiración en mi cabello. Por fuera de lo que me gustaría reconocer hace mucho que no me había sentido tan protegida, rara vez estaba cómoda en los brazos de alguien que no fuera Matthew o Kate pero ahora, justo ahora que estoy mirándolo fijamente sentada en la primera fila de la clase de literatura, extraño esa sensación. Porque no he podido dejar de observarlo, pensando en que hay detrás del misterioso profesor de literatura del que todos hablan. Cada cierto tiempo posa su mirada en mis ojos unos segundos y vuelve a mi aquella sala de espera, me angustio, pero es una angustia distinta, soñadora. Dos días después del episodio le escribí, enviándole el borrador de mí trabajo escrito. Le di mil vueltas al e-mail antes de presionar el botón de enviar "¿Debería decir algo sobre el miércoles?, ¿Gracias otra vez?"... finalmente me limité a lo profesional hablando solo de mi trabajo.

-Recuerden chicos- Dijo él sacándome de esa sala de espera- El viernes me tienen que traer el trabajo escrito sobre "La tregua" de Mario Benedetti, la rúbrica fue subida a la página web del instituto. También recuerden que mañana es el examen de contenido. Por favor estudien pues se me está acabando el lápiz rojo. Con esto queda finalizada la clase.

Como si hubiese estado preparado de antes, en el momento que terminó de hablar sonó el timbre.
-Rutledge-dijo cuando iba saliendo por la puerta- ¿Puedes quedarte unos minutos?

¿Y ahora qué hice?

Se apoyó levemente en su escritorio cuando el salón quedó vacío por completo. ¿Qué se traería entre manos? Tomé mi distancia nerviosamente.

-¿Qué ocurre, señor McAdams?-murmuré tímidamente ¿Qué pasaba conmigo?

-Se que puede no incumbirme- empezó- Y probablemente no quieras que me involucre, pero ya es tarde. Has estado evadiéndome toda la semana no se si por casualidad o de manera intencional, pero sigo muy preocupado. Es por eso que quería preguntarte como está tu hermano.

Sentí el aire salir precipitadamente de mis pulmones, los segundos que estuvo hablando no podía dejar de pensar que de alguna manera sublime había logrado entrar en mi mente y ver todos mis pensamientos y curiosidades sobre él. Pero solo era por mi hermano.

-¿Emily estás bien?- Preguntó al verme divagar volátilmente

-Sí, si-dije sacudiendo la cabeza- Jessie ya está bien, usted sabe cómo son los niños, olvidan todo luego de un par de días.

- Me alegro mucho que no haya sido nada, ¿Y tú cómo estás?

Nerviosa. Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.Nerviosa.

-Claramente mejor, estoy intentando hacer como Jessie y simplemente olvidarlo.

-Creo que es lo mejor.

Posó sus ojos en mí y no supe como contestar, él tampoco decía nada. Nos quedamos mirando fijamente unos segundos. Si había algo que mi madre me había enseñado era a nunca desviar la mirada, así que si esto se convertía en una guerra silenciosa que yo iba a ganar. Se removió incómodo en su asiento y yo carraspeé.

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