En cualquier ciudad, en cualquier país, ve a cualquier hospital y pide visitar aquel que se hace llamar "El Portador de la Creación". La empleada te mirará a los ojos, horrorizada, antes de ponerse de pie. Ella (y sólo una ella) te llevará a la sala de maternidad y empujará hacia una puerta cerrada, a través de la que deberás deslizarte.
Una vez cruzando la puerta, verás dos más: una a la izquierda y otra a la derecha. Debes escoger la dirección a la que estés más acostumbrado, esperando que tu destino guíe correctamente a tu mano. Toca la manilla. Si una luz se asoma por debajo de la puerta, debes entrar. Si no, debes correr al otro cuarto, lo más lejos que puedas. Duerme donde caigas y no confíes en nadie. No permanezcas bajo la luz solar; busca la sombra y reza al dios que prefieras porque pases desapercibido.
Si la luz es emitida de debajo de la puerta, o si por algún milagro evades la captura después de tu error y regresas a elegir una vez más, entra cautelosamente. El cuarto parece extenderse hasta la eternidad; no intentes comprender su tamaño o forma, muchos hombres mejores que tú se han vuelto locos intentándolo. A través de la inmensidad de este cuarto estarán los cuerpos de los fetos muertos y de los no nacidos. Aquellos capaces de hacer sonidos parecerán perforar tu conciencia con gritos, los que parecerán ser audibles y a la vez el producto de tu imaginación.
En el horizonte estará una madre, poco más que una niña, sosteniendo un bebé cubierto en una manta andrajosa en su seno. Un examen más cercano del lactante te dejará pensando acerca de su verdadera edad. Su expresión parecerá demacrada y agobiada por las preocupaciones; una mirada eterna y sabia te asegurará que esos ojos han olvidado más de lo que han visto.
Acércate a la madre tranquilamente. Si la sobresaltas e interrumpes su lactancia, tu única esperanza es susurrar, "No deseo molestarte, ni a tu hermoso hijo". Si la has apaciguado, posiciónate de manera que puedas ver al bebé a los ojos. Una vez que lo hagas no debes romper el contacto visual por miedo de perturbar al infante y atraer tu propia condena. Sólo puedes preguntar una vez y sólo una pregunta: "¿Para qué hemos sido creados?"
El bebé se moverá y te envolverá con su tela andrajosa , aprisionándote y rasgándote miembro por miembro; no debes reaccionar ante el dolor o te arriesgas a no regresar a tu forma original. Si puedes soportar la agonía, te mirará a los ojos, y verás el comienzo del cosmos. Todas la cosas desde la creación de la existencia serán mostradas frente a tus ojos. La verdad del origen de los Buscadores será traída a la vida, y si no te vuelves loco por esta verdad, sentirás el calor de este conocimiento quemando dentro de ti. Este calor crecerá hasta que el dolor de las quemaduras supere por miles el de tus miembros rasgados. Sentirás tu cuerpo incendiarse, ardiendo en la nada, volviéndose nada mas que cenizas.
En lo más alto de tu dolor y angustia, si te las arreglaste para mantenerte estoico, notarás con tus ojos despojados de párpados que has regresado afuera, exactamente un día antes del incidente. En tus manos un manuscrito andrajoso con texto que parece preceder la existencia misma.
Este es el Objeto 25 de 538. Este libro anhela devolver los otros objetos a quien pertenecen, y dentro de él se encuentra el conocimiento críptico de cómo hacerlo.
ESTÁS LEYENDO
THE HOLDERS:recopilación
HorrorEn cualquier ciudad, en cualquier pueblo, hay una institución mental o centro de rehabilitación donde puedes intentar ir por un objeto. Había 2538 de esos objetos, pero 2000 se perdieron. Los restantes 538 nunca deben estar juntos. Jamás. Estas hist...