Capítulo 12.

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Verlo tan pálido y nervioso me confirma lo que el Alfa y su esposa dijeron. Pero quiero saber realmente; ¿por qué? Quiero escucharlo de sus labios.

Nunca había conocido a una persona tan contradictoria como lo es Liam. Por más que trate de mostrarme indiferente, no lo estoy. Estoy tan nerviosa como lo está él.

—Tenemos que hablar...—le digo, logrando que su cara de pánico se intensifique. Lo siento mi amor.

—¿De-e qué?—trata de hacerse el desentendido. Reprimo una sonrisa. Ni crea que me va a engañar. Vuelve a bajar la mirada a sus manos, logrando que un flequillo raro le tape un poco sus ojos. Observo de reojo su “casa”, no es feo el lugar.

Cuando Aileen me dijo que vivía en el sótano, me imaginé un lugar lleno de ratas, polvo y que dormía en cajas de cartón o en un colchón lleno de agujeros. Muy a lo vagabundo. Pero me llevé una gran sorpresa cuando vi que era todo lo contrario. Desde que entras vez la mini sala que tiene, dos sillones de cuero marrón, en un buen estado y bastantes cómodos. En el centro tiene una mesita ratona de madera oscura bañada en barnizado, a la derecha se encuentra la cocina la cual se encuentra completamente equipada con todo. Más allá se ve una escalera que sube a otra puerta pero se encuentra cerrada con cadenas y un montón de candados. Que extraño.

Luego a la izquierda está su “habitación”, con una cama matrimonial, la cual se encuentra delicadamente ordenada, a la par de la cama—lado derecho—está una pequeña mesita de noche, con un reloj digital y otras cosas. A la izquierda de la cama se encuentra un ropero pequeño—demasiado pequeño—y más allá otra puerta que imagino da al baño. Es un lugar bastante espacioso teniendo en cuenta que es un sótano, casi pareciera un departamento. Tal vez se ve así por las cosas y por los cambios que se nota se ha hecho en la estructura del lugar.

Inhalo profundamente y dejo salir el aire pausadamente. Es hora.

—Vengo por mis respuestas Liam, y no me voy a ir sin antes obtenerlas.—le digo con un tono un poco fuerte, para que se dé cuenta que hablo en serio. Él asiente con resignación todavía con la mirada fija en sus manos. ¿Por dónde empiezo?

—¿Por qué mi loba no puede comunicarse con tu lobo?—hago la pregunta que siempre me ha carcomido. Él levanta la mirada pero no ve mis ojos sino un punto a mis espaldas.

Para protegerlo.—murmura sorprendiéndome sin tartamudear. Aunque ahora que me acuerdo la vez que nos encontramos en el lago también me habló sin tartamudear, pero se encontraba como en otro mundo. Frunzo mi entrecejo extrañada. La curiosidad cada vez aumenta.

—¿De quién?

Se le forma una sonrisa torcida y su rostro se torna sombrío. Realmente parece otra persona.

—De todos.—dice con un poco de rencor. —De ti, de mí, de la manada, de mi familia, de él mismo.

¿De qué habla?

Un ambiente bastante tenso cae sobre éste lugar, él se encuentra metido en sus pensamientos y yo en los míos.

—No entiendo...—susurro tratando de ver alguna emoción en los ojos de mi mate. Otra vez esa sonrisa torcida.

—Tampoco yo.—dice haciendo que me recorra un escalofrío. —Tampoco entiendo porqué todo lo malo me sucede a mí, ni tampoco porqué nací siendo un monstruo.

Un aura oscura lo rodea. Sus palabras de alguna forma me toman por sorpresa. Nunca había visto alguien con la autoestima tan bajo.

Vamos Cass concéntrate. Concéntrate.

—¿Por qué no renunciaste a mí como tus padres te exigían?—hago la pregunta que desde un inicio quería hacer. —¿Por qué Liam?

Parpadea saliendo de esa aura oscura y sus ojos vuelven a tomar ese color vivo, mientras se fijan en los míos. Su rostro se empieza a sonrojar fuertemente.

Linaje: McCartney © [SIN EDITAR-ERRORES ORTOGRÁFICOS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora