Estaba en Los Ángeles. El día era muy soleado y hermoso. Jamás imaginé que todo sería tan perfecto.
Ya estaba en mi departamento y estaba desempacando mis cosas. Tocaron la puerta. Era un chico.
-¡Lia, despierta!- escuché la voz de mi madre.
-¿Qué pasa?- dije incorporándome del susto. Mi madre había hablado demasiado fuerte.- ¿Cómo llegué aquí? Ya estaba en Los Ángeles...
-¡Te quedaste dormida! Ya son las 6:30, llegarás tarde a tu vuelo.
-¡¿Qué?!- miré el reloj que estaba en la mesita de noche y efectivamente eran las 6:30.
Me levanté de la cama lo más rápido que pude.
-¡Espera!-dijo mi madre. Pero ya era demasiado tarde. Había apoyado mi pierna izquierda con demasiada fuerza en el suelo helado de la habitación y grité de dolor.
Mi madre reaccionó e hizo que me subiera de nuevo a la cama.
-Sabes que debes de tener cuidado.
-Sí, lo siento. Solamente no quiero perder el avión...-mi madre suspiró.
-Ya quiero que llegues a Los Ángeles.-dijo y salió de la habitación.
Me levanté con cuidado y saqué de mi clóset la ropa que usaría ese día. Fui al baño a darme una ducha rápida y bajé a desayunar. Mi madre ya se había ido a trabajar, pero me había dejado en la mesa un pan francés y un café. A mi madre siempre le gustaba hacer ese tipo de cosas. Miré el reloj de la cocina y ya eran las 6:45. Tenía que apresurarme. Ya no tenía tiempo para desayunar. Ya comería en el avión o en el hotel.
Subí a mi habitación con cuidado y llamé a un taxi. Llegó a las 6:50 y subí mis maletas al coche. Llevé mi patineta conmigo en el asiento trasero. Mi mamá se iba a molestar si se enteraba de que la llevaba conmigo.
Estaba nerviosa, era la primera vez que salía de viaje y el hecho de que fuera sola, no ayudaba mucho.
Llegamos al aeropuerto a las 6:55 y tuve que subirme en la patineta para poder llegar al otro lado. Llevaba mis maletas en cada mano y avanzaba con mi pie derecho, el lastimado iba arriba de la patineta. Sentía que mi corazón iba a salirse de mi pecho en cualquier momento. Tenía que llegar.
Me detuve cuando llegué a la sala B (el lugar por donde iba a salir mi vuelo) a las 6:59. Estaba cansada y había empezado a sudar un poco. Pasé por el detector de metales y dejé que pusieran mis maletas en la parte de abajo del avión. Me había llevado la patineta conmigo. No la iba a dejar abajo con las demás cosas. Jamás. También llevaba mi libro conmigo, no me quería aburrir.
El viaje no se me había hecho pesado, puesto que me había quedado dormida. Y llegamos cuando menos me lo esperaba.
Abrí los ojos y me di cuenta de que ya eran las 12 de la tarde. Ya habíamos llegado. Es más, ya habíamos aterrizado. Debí de haber estado muy cansada porque no me había dado cuenta cuando aterrizamos.
Me quité el cinturón de seguridad, tomé mi libro y mi patineta, y me levanté del asiento. Esperé a que la demás gente bajara del avión y después lo hice yo, puesto que me tardaría mucho al bajar por las escaleras del avión. Cuando me asomé por la puerta, me di cuenta de que el cielo estaba lleno de nubes, no había ningún rastro de sol. Habíamos empezado mal.
Bajé las escaleras lentamente, mientras me apoyaba en el barandal. Parecía que nunca iba a llegar a tocar el suelo. Bajaba el pie derecho y luego el izquierdo. Hasta que por fin llegué al suelo y me formé para poder recoger mis maletas. Todavía faltaban dos personas. Saqué las etiquetas que me habían dado para recoger mis maletas de mi libro y esperé. La última persona que recogió sus maletas se fue y ya era mi turno.
Le entregué al encargado de entregar las maletas mis etiquetas y las observó. Después buscó mis maletas y se tardó un buen rato. Después de lo que yo pienso fueron 10 minutos, el encargado me miró y dijo:
-Lo siento.
-¿Qué?
-Sus maletas no están aquí, señorita. Me temo que se perdieron.
-¡¿QUÉ?! NO ME PUEDEN HACER ESO, ¿QUÉ SE SUPONE QUE VOY A HACER AHORA?
-Cálmese, señorita. Mire...
-¿CÓMO RAYOS QUIERE QUE ME CALME SI YA NO ME QUEDA NADA? YO NO SOY DE AQUÍ.- me empezó a doler la cabeza.
El encargado iba a decir algo, pero me fui antes de que pudiera comenzar a hablar. Estaba furiosa. ¿Cómo es posible que puedan pasar cosas como esta? ¿Le dieron mis maletas a alguien más o algo parecido? Caminé hacia la entrada del aeropuerto. Tenía ganas de llorar.
Cuando llegué a la entrada, bajé mi patineta al suelo y puse mi pie izquierdo en ella. Quería salir de ahí. Estaba a punto de impulsarme, cuando sentí que alguien ponía su mano en mi hombro. Me quedé quieta.
-Mis maletas se perdieron, no tengo cosas para que me robes.- me asusté un poco y giré lentamente. Escuché una risa.
Me topé con unos intensos ojos azules y me tranquilicé un poco. Era un chico. Era rubio, de tez blanca y muy guapo.
-Tranquila, no pensaba robarte nada.- dijo el chico.-¿Eres Lia?- retiró su mano de mi hombro y miró mi rostro con detenimiento.
-¿Cómo lo sabes? ¿Te conozco?- me tembló un poco la voz.
-Disculpa, no me he presentado. Soy Alonso Villalpando.-me tendió la mano y se la estreché.- Tu mamá me contrató para que fuera tu chofer. Esta ciudad es muy grande, te puedo enseñar muchos lugares hermosos de aquí. Y por supuesto te voy a llevar a tu hotel para que te acomodes.
-Mucho gusto, Alonso. ¿Cómo supiste que era yo?-metió una mano en un bolsillo de su pantalón y me mostró una foto.
-Tu mamá me mandó esta foto de ti. Aunque, déjame decirte que eres mucho más hermosa en persona.-sonrió. Me sonrojé.
-Gracias.-me limité a decir. Ya no estaba tan enojada como antes.
-¿Me permites ayudarte?-dijo Alonso, apuntando a mi patineta.
-No, gracias. Prefiero llevarla yo. Él asintió.
-¿Me permites llevarte a tu hotel?-sonrió.
-Sí, gracias.
Alonso me indicó que lo siguiera y nos dirigimos al estacionamiento del aeropuerto. Nos detuvimos al llegar a una camioneta negra y Alonso me abrió la puerta del asiento de atrás. Me tendió la mano para ayudarme a subir y después cerró la puerta. Empezó a conducir.
Mañana me esperaría un día complicado. Mañana tenía la cita con el doctor.
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Mi hermoso ¿doctor? [Jos Canela]
Storie d'amoreLia es una chica muy deportiva. Lo que más le gusta es andar en patineta y siempre que tiene la oportunidad de andar en ella, todo es alegría. Pero ¿Qué pasaría si Lia se lastimara? Lia se cayó une vez, intentando hacer un truco en patineta, ocasi...