Capítulo 3

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Alonso era muy simpático, me caía muy bien. Me llevó a el hotel y me sorprendí al ver que era de 5 estrellas. Yo había imaginado que sería un hotel menos lujoso. Dios, cómo amaba a mi madre.

Me bajé del coche y ya había empezado a llover. No podía correr hacia el hotel, debido a mi pierna. Así que quedé completamente empapada. Ese día no podía ser peor.

Alonso se fue, ya que no tenía ningún equipaje que cargar y yo me encaminé a la recepción. Me dieron la llave de mi habitación. Era la 120. Y me dirigí a ella. La habitación era muchísimo mejor de lo que había imaginado. Tenía una hermosa vista a la playa, era grande, y el baño tenía una gran tina. Tenía muchísimas ganas de estrenar la tina, pero no tenía nada de ropa. Tal vez luego.

Saqué mi celular del bolsillo de mi pantalón y marqué el número de mi madre. Me detuve. No podía contarle todo lo que había pasado, no quería asustarla ni mucho menos que regresara por mí. Volví a meter mi celular en el bolsillo.

Mi estómago empezó a crujir, no había desayunado. Tal vez me podrían dar algo de comer en el restaurante del hotel y ponerlo a la cuenta. Sí, eso podría funcionar.

Decidí tomar el elevador para bajar al restaurante, no tenía ganas de usar las escaleras. Y tuve que usar una gran fuerza de voluntad para dejar la patineta en la habitación. Pero llevé mi libro conmigo, a lo mejor tendría que esperar mucho tiempo para que me sirvieran la comida.

Cuando salí del elevador, choqué con fuerza con alguien que quería entrar y caí al suelo junto con mi libro. Caí encima de mi pierna lastimada y solté un grito de dolor. Tomé mi pierna e intenté que el dolor se apagara. Cerré los ojos del dolor. El elevador se cerró.

-Lo lamento señorita, no me fijé que...-sentí que unas manos me tomaban de los brazos y me ayudaban a levantarme.

-No, yo lo lamento. Yo fui la que no se fijó...-lo interrumpí y alcé la vista. Me quedé paralizada por un momento. Era un chico, un chico muy guapo.

Me levantó por completo.

-¿Estás bien?- dijo mirando mi pierna con preocupación.- Sus ojos eran de color café claro, su cabello era negro y ondulado. Tenía unas increíbles largas pestañas...tenía que responderle.

-¿Qué?-dije un poco embobada.

-Que si no te lastimaste.-dijo con una sonrisa curiosa. Todavía no me soltaba. Me miraba profundamente.

-Ah, no. No te preocupes, ya estaba lastimada antes. No fue tu culpa.-su sonrisa era cálida.

Me soltó y se inclinó para recoger mi libro, me lo entregó.

-Permíteme presentarme. Me llamo Jos Canela.- me tendió la mano y yo la tomé. Las agitamos en modo de saludo.

-Ho-hola.- Dios, ese hombre era tan perfecto.

-¿Y tú cómo te llamas?- nos soltamos.

-Ah, cierto. Yo me llamo Lia.-me sonrió.

-Es un hermoso nombre, Lia. ¿Ya comiste?

Estaba en eso, hasta que tropecé contigo...

-No, lo que pasa es que yo no soy de aquí. A penas llegué hoy y las personas del avión perdieron mi equipaje. Todo mi dinero estaba en las maletas...

-¿Entonces tampoco tienes ropa?-me interrumpió.

-No, nada.-me sonrojé. Era vergonzoso que Jos supiera todo lo que me había pasado. ¿Qué pensaría de mí? Tal vez decida alejarse mí y de mis problemas.

-No te preocupes. Yo iba a comer, pero se me había olvidado el dinero en la habitación.-apuntó al elevador. Lo entendía. Iba a regresar a su habitación, pero se topó conmigo...-Te invito a cenar y después a que compremos ropa para ti.-me miraba atento.

-No, no te preocupes. Yo no puedo aceptar...

-Es lo menos que puedo hacer por todo lo que provoqué.- me volvió a interrumpir.- Acepta, por favor.-pestañeó muchas veces rápidamente y esperó a que aceptara. Me reí.

Estaba a punto de decirle que no podía, pero mi estómago empezó a rugir. Puse mis manos en mi estómago, apenada. Sentí la sangre subir por mis mejillas. Jos soltó una pequeña risa.

-Tomaré eso como un sí.- me miró de pies a cabeza y me sonrojé más.- Pero si estás empapada, ¿no quieres que vayamos a mi habitación?-retrocedí un paso.

-¿Qué?

-Para buscarte algo de ropa-aclaró rápidamente.

-Ah, claro.- estúpida. Él no te ve de esa manera.

Jos apretó el botón del elevador y esperamos a que la puerta se abriera. Se supone que no debería de ir a la habitación de un desconocido, pero no tenía nada que perder. Nada material... Nos subimos al elevador y nos quedamos quietos, estábamos separados por una distancia decente. En silencio.

El elevador se detuvo en el piso en donde estaba mi habitación. El segundo. Él dejó que yo saliera del elevador primero y después lo seguí. Se detuvo en la habitación que estaba en frente de la mía y sacó su llave. ¿Se hospedaba en la habitación que estaba frente a la mía? ¿Cómo era posible? Decidí no decirle que mi habitación era la de enfrente. Todavía no lo conocía muy bien y no quería que supiera dónde vivía.

Me dio la espalda para poder abrir la puerta de su habitación y lo miré por detrás. No me había dado cuenta de lo musculoso que era. Sus brazos, su espalda... me miró y yo miré hacia otro lado. Sonrió al darse cuenta de que lo estaba mirando. La habitación ya estaba abierta.

-Pasa- inclinó su mano a la habitación.

-Preferiría esperarte aquí.- le dije.- Mi habitación es la de enfrente...- ¡Tonta! ¿No se supone que no le iba a decir sobre mi habitación? A Jos le brillaron los ojos.

-Está bien. No quiero incomodarte.- ya me había incomodado desde el momento en el que había chocado conmigo.-No tardo.-dijo, y se metió a su habitación.

Lo esperé en el pasillo. No tardó ni tres minutos en regresar. Cerró la puerta de su habitación y me miró.

-Ten, supongo que son de tu talla- me tendió unos jeans negros y una playera roja que decía: "Thing 1". Tomé la ropa. Era de mujer.- La ropa es de mi hermana.-me explicó y yo asentí.

-Gracias. Voy a darme una ducha rápida. No tardo.-dije mientras apuntaba a mi habitación.

-Claro. Pero no tardes, ya quiero saber todo sobre ti.

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⏰ Última actualización: Feb 17, 2016 ⏰

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Mi hermoso ¿doctor? [Jos Canela]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora