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No sabía que su presencia podía hacerme sentir como un viernes por la noche.

Que su sonrisa espantaba a mis espíritus y elevaba mi felicidad.

¡Estúpido cupido! Había flechado a mi perezoso corazón y ahora empieza a correr una maratón.

No tenía idea de lo tonta que se puede poner alguien por otro ser, pierden el sentido, le sonríen a todo y siempre cargan romance en el aire que me es difícil respirar.

La triste verdad es saber que te has enamorado locamente de alguien que no tiene el tiempo de amarte de vuelta.

Alma perdida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora