Canción primera.

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Mi vida ha sido un infierno desde entonces.

Tal vez aprendí a vivir con ello, pero no deja de doler. La veo cuando cierro mis ojos, cuando volteo puedo ver su figura por un segundo para luego desaparecer, como pasó aquella tarde en la que su paradero se volvió completamente desconocido. Era una niña a la que le gustaba ayudar a las personas, no había ni la mas leve maldad en su ser, ¿por qué el destino se lleva a los mas inocentes?

Por eso, pienso que es mi culpa.

Y ella esta ahí, para recordarmelo. La voz clara con la que solía cantarme canciónes todas las mañanas ahora solo grita súplicas y al parecer, solo yo la puedo escuchar.

La escucho desde las paredes, desde el cielo, desde las plantas, en mis sueños. Pero, por mas que busco, no consigo encontrar rastros de ella.

Haber perdido a una hija así...

El caso estuvo mucho tiempo abierto, pero fue como si se la hubiese tragado la tierra. Ni si quiera una pista de su paradero, hasta llegaron a creer que yo habia secuestrado a mi propia hija.

Kathy es solo un recuerdo, y es como si nadie la tuviese guardada en su memoria... nadie mas que yo. Su madre nunca apareció, debe estar muy ocupada con su estúpido amante...

-Evan- dijo entrando por la puerta de madera

-Oh, Raissa... -

Nunca creí que Raissa fuese la única que me acompañe todos los días. Antes de la desaparición de Kathy, la recordaba como una mujer fría e incluso me caía algo mal... pero aprendí que no todo es lo que parece.

-Raissa... ¿has ido a ver a tu mamá?-

-Sí-

-¿Cómo estaba?-

-Logró estabilizarse, su último ataque fue duro- dijo desparramándose en el sillón

En este pueblo no muy grande, hay dos tipos de mujeres; las dominadas, y las que dominan. Raissa no era ninguna de las dos, simplemente era un alma solitaria

Me levanté de mi escritorio para acercarme a ella

-¿Qué sucede?- aún no estaba acostumbrada a estar cerca de alguien por tanto tiempo

-Nada, solo quería estar mas cerca de ti- ni mas ni menos.

-Ah...- miró hacia otro lado para luego devolver la mirada a mí -Lástima.-

Se levantó del sillón poniendose su abrigo de nuevo

-Tengo cosas que hacer todavía, así que...-

-Descuida Rai, yo también. ¿Nos vemos mas tarde?- le sonreí

-Sí...- siempre estaba incómoda a mi lado, pero aún así la comprendo -...no sabes cuanto fastidias-

-Lo siento... estaba pensando...- quizá estaba preparado para decirselo, no lo sé -Raissa, gracias.-

-¿Por qué?- usó su tono de indiferencia de nuevo

-Eres la única que me aguanta, de verdad te... aprecio mucho- me rasqué la cabeza porque realmente era mas que un simple aprecio

-Descuida...-

Me miró algo extrañada, ya que nunca le había dicho algo así; tal vez pensó que no la quería.

El silencio recorrió la habitación hasta que finalmente se marchó, sin decir ni una sola palabra mas.

La reina magaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora