Respetado caballero:
Hoy eh notado que es un magnífico día para escribir, quizá ya no me recuerde, por lo tanto me eh propuesto escribirle para que lo haga, pues yo lo tengo grabado a fuego en mi memoria.
Recuerdo cómo si fuese ayer cuando nos conocimos. Yo trabajaba día y noche en un mercadillo en el centro. Usted siempre pasaba muy bien vestido, con alguna chica colgada de su brazo.
Aquél primero de noviembre de 1978 hubo una tormenta gigante y usted corrió a mi local de trabajo para refugiarse, su cabello de color carbón caía cómo cascada y se le pegaba en la frente gracias a la lluvia.
Cuando nuestros ojos se conectaron sentí el rubor subir con rapidez por mis mejillas, y tú, cómo buen galán me diste una sonrisa coqueta. ¿Cómo no me iba a sonrrojar si aquellos ojos de color miel me estaban observando tan detalladamente?Pasaron 10 minutos en los que sólo nos miramos, intentando ver el alma del otro, por mi parte eh de confesar, que no logré ver nada. Tenías un muy buen muro protegiendote de lo exterior.
Podía escuchar cómo la intensidad de la lluvia bajaba y lo que menos quería era que parara ¿pero sabes? Lo hizo.
Tú saliste del pequeño lugar sin mirar atrás y quería gritarte, preguntarte tu nombre pero no lo hice.
Pasaron horas hasta que por fin mi horario laboral concluyó. Estaba por irme cuando vi un sobre en el piso.. Era una carta pero no sabía a quien se le había caído ya que por aquel local pasaba mucha gente. Sin darle mucha importancia la guardé, por si alguien notaba que ya no la tenía.
Esa noche al llegar a mi casa comencé a pensar en usted, en sus ojos, en su cabello, su boca, su sonrisa, y en lo mujeriego que era, o bueno.. Al menos la fama la tenía y yo no dudaba que fuera cierto, es decir, lo veía pasar con una chica diferente absolutamente todos los días. ¿Eso era extraño no?
P.D: Contestame a la brevedad si es posible, estaré ansiado su respuesta.
Siempre tuya, Charlotte Brown.