Capítulo 3

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Todos Los Saben,Brittany estaba muy concentrada en su trabajo cuando entró Ángela con una sonrisa, el periódico y dos mocachinos.
-Si que eres mala, ¡no!- dijo su amiga como saludo.
-Hola Ángela para ti también, ¿Por qué lo dices?- preguntó Britt intrigada.
-Lee, y tú dime- dijo Ángela mientras le entregaba el periódico y dejando un mocachino en el escritorio.
No necesitó buscar mucho cuando encontró a lo que ella se refería, en una esquina y en grande, estaba La noticia, con una foto de ella y una de San.
COMPROMISO LÓPEZ –PIERCE
La Soltera más codiciada del país, Santana López, ya consiguió la mujer que la flechara, y ella es la Diseñadora Brittany Susan Pierce, nuestra fuente, nos ha informado que la pareja tiene planes de matrimonio para dentro de dos semanas, las solteras que estaban soñando con ser la Sra. López deben estar llorando, porque Santana ya está ocupada, y su hermosa prometida debe estar feliz y a ver si nos dice como hizo para atraparla.
Les deseamos lo mejor a ambas y muchas felicidades.

Brittany volvió a leer la leer el artículo, no sabía que decir, ¿cómo se enteraron?, era la pregunta que rondaba su cabeza, es cierto que al llegar a casa de su padre se había decidido por la fecha, para luego comunicárselo a su hermana y su padre, decírselo a Sam fue diferente, en el cuarto de Sam se lo dijo, y por supuesto vino la avalancha de preguntas, que Britt intentó contestar, pero sabía que su hermano seguía con la duda de ese compromiso, ya que el conocía el odio de Brittany hacia Santana.
-Todo fue muy rápido Ángela, te lo iba a contar pero ya vez, se me adelantaron- dijo Britt tratando de dar su mejor sonrisa.
-Bueno en el almuerzo me cuentas, pero no te veo el anillo- dicho eso Ángela se fue para comenzar a trabajar.
Intentó por todos los medios concentrarse de nuevo en el trabajo, pero no era posible, todo lo ocurrido ayer más lo del periódico se colaba por su mente.
-Britt tienes una llamada de una tal Danielle Denali- dijo Ángela en voz alta.
El taller de Britt era abierto, así podía ver todo y a todos, no le gustaban las paredes, el espacio abierto le parecía mejor para hablar con su personal, y así compartir más, por lo que su amiga solo tenía que hablar alto para decirle quien la llamaba.
Tomó el auricular y atendió la llamada, simplemente por curiosidad de saber que quería ella.
-Aló- respondió a la llamada.
-No creas que te vas a salir con la tuya zorra, San es mía, y yo seré la Sra. López no tú- dijo Danielle con odio en la voz.
-No me hagas perder mi tiempo, si quieres ser la Sra. López díselo a ella no a mi- dijo Britt colgando el teléfono.
La rabia que sentía no le cabía en el cuerpo, definitivamente tenía que hablar con la mujeriega esa para que sus mujercitas no la llamaran.
A la hora del almuerzo llegó Sam.
-Sigo sin entender, tú la odiabas- dijo Ángela.
-Pero ya no- dijo Britt armándose de paciencia.
-¿Y desde cuando fue el flechazo?- preguntó Sam.
-Creo que nunca dejé de amarla, a pesar de lo que me hizo.
-Pero...-decía Ángela cuando Britt la interrumpió.
-Oigan, me voy a casar, alégrense por mi, se que les parece raro, pero denme un respiro.
-Está bien, almorcemos y cambiemos de tema- dijo Ángela.
Britt se lo agradeció, pero entendía sus dudas, cómo era posible que de la noche a la mañana ella estuviera comprometida con Santana López, una mujeriega, que Britt detestaba y a quien evitaba siempre que podía.
Pero no iba a decir los verdaderos motivos, eso no, Sam no tenía porque preocuparse de esas cosas, aún tenía que disfrutar de sus momentos de universidad, y de la vida, así como lo hicieron tanto Britt como Rachel, y ella como su hermana mayor lo dejaría vivir en su burbuja el mayor tiempo posible.
Luego de almorzar, ellos tres se fueron al taller, a Sam le encantaba ver a su hermana en su ambiente, la adoraba, y admiraba por todo lo que había logrado, así por todo su esfuerzo cuando su madre murió.
Britt por su parte no lograba, por mas que lo intentara, trabajar bien, no soportaba la migraña, se había tomado dos pastillas, pero no habían surtido efecto, y para más colmo de males, su queridísima futura suegra la había llamado también para decirle que ella no sería una López, que sobre su cadáver su hija se casaría con ella, sin mencionar los insultos que le dijo siendo el de zorra trepadora el más bonito.
Ya estaban por terminar su día de trabajo, cuando sintió que alguien se sentó frente a ella.
-Hola Britt, que mala cara tienes- fue el saludo de su amiga Quinn.
Justo lo que necesitaba, a su amiga, su confidente, con ella se podría desahogar sin tanta preguntadera.
-Hola Quinn, ¿tan mal me veo, eh?
-Bueno, digamos que no hay mujer fea sino falta de ron- dijo con Quinn con una sonrisa burlona tratando de animar a su amiga.
Quinn sabía que ella necesitaba hablar, y decidió salir a buscarla para ser esa mujer de consuelo que siempre a sido, su mejor amiga desde la infancia, confidentes, ella conocía sus secretos y Britt los de ella, hace tiempo creyó sentir algo más por ella, pero comprobó que no, y por lo tanto estaba en la búsqueda de la mujer de su vida, pero mientras llegaba se conformaba con trabajar, salir a divertirse y un buen polvo debes en cuando.
Con lo que no contó era con que Sam estuviera aquí, sin mencionar al carro que estaba a fuera esperando, por lo que su charla tendría que esperar hasta mañana, o más tarde, dependiendo de Britt.
-Gracias por el consuelo- dijo Britt tratando de sonreír.
-Para eso estamos, tienes migraña- fue una afirmación, ya conocía esa cara.
-Si, he tomado pastilla pero nada.
-Y ¿porque no vas al hospital?
-Ya sabes que ahí me pinchan y para nada porque no se me quita.
-Bueno basta de chachara, recoge todo y nos vamos.
Estaba a punto de decirle lo que vio afuera pero prefirió ver su reacción a la sorpresa.
-¿Ya nos vamos?- preguntó Sam.
-Si pequeño- le contestó Quinn ignorando la cara de rabia por el apodo que acababa de decir.
Salieron del taller despidiéndose de las demás personas, la única que se quedó con ellos fue Ángela, al terminar de despedirse de ella se giró y quedó quieta en su sitio.
-¿Qué haces aquí?- preguntó Britt incrédula por lo que veía.
Afuera parada en frente de su carro estaba Santana cruzada de brazos, recostada del carro y con la pierna derecha por delante de la izquierda.
-Hola- saludó San- vine a ver a prometida.
Quinn lo que hacía era ver a su amiga, estaba sorprendida que comenzó a molestarse cuando escuchó la palabra prometida.
-Hola Santana- saludó Sam dándole un beso en la mejilla.
-Hola Sam- le respondió el saludo-Ángela.
-Quinn- saludó Santana, con un tono de voz que denotaba disgusto.
-López- respondió Quinn de la misma manera.
Mientras Britt pensaba para si misma, que aquel despliegue de hormonas era ridículo, comprendía a Quinn, ya que salía su gen de amiga protectora, pero el de Santana, ni idea, no entendía porque se ponía así.
-Te vine a invitar a cenar, y no acepto un no por respuesta, bebe- habló Santana tratando de sonar cariñosa frente a su futuro cuñado.
-No puedo, he quedado ya con ellos...
-No importa Britt, mira, yo me llevo tu carro hasta tu apartamento, Quinn me acompaña y se asegura que llegue bien, y te espero en este hasta que llegues, anda disfruta de una cena con mi futura cuñadita- dijo Sam interrumpiendo las excusas de Britt.
Esta intentaba calmarse para no matar a su hermano, después de todo el no sabía el verdadero motivo de todo aquello, vio a Quinn para que la salvara, pero su amiga solo levantó una ceja en forma de burla, por lo que no le quedó de otra, tomó una buena bocanada de aire para calmarse.
-Esta bien, te acompaño- dijo tratando de sonar tranquila y feliz por la ocurrencia de su "prometida".
Se despidió de sus acompañantes, mientras Santana le abría la puerta para que entrara al auto, luego San entró por la puerta del conductor, prendió el auto, puso una música suave y condujo, durante todo el camino ninguna dijo nada, ella intentaba calmar su migraña antes de que empeorara, aunque a este punto era difícil ya lograrlo, y San simplemente estaba concentrada en la vía, y en la música.
Britt no pudo evitar sorprenderse de ver a donde la había llevado a cenar, sería coincidencia o es que se acordaba de que su comida favorita es la Hindú, no, definitivamente era coincidencia, se dijo asi misma, mientras San salía y le abría la puerta, Britt muy digna salió, no iba demostrar nada, ni enojo, ni alegría, ni sorpresa, Britt también podía jugar a ser la que no tiene sentimientos.
Tomó su brazo y entraron, la anfitriona los condujo a un lugar un poco apartado pero a la vista de todos, se sentaron en el suelo como era la costumbre de este tipo de restaurantes, les entregaron el menú y mientras Britt se enterraba en el menú como si fuera lo más interesante del mundo San lo puso a un lado y entrelazó los dedos mirándola.
-¿No me vas hablar en toda la noche?- preguntó San.
-¿Qué quieres Santana?- preguntó Britt bajando la carta de la comida y viéndole a los ojos.
-¿Notaste que ya todos saben del compromiso?
-Si, y no se cómo se enteraron tan rápido.
-Ni yo, pero ya no importa, ten- dijo San acercándole una pequeña caja.
Britt vio la caja y esperó que no fuera lo que ella creía. Tomó la caja y la abrió, y si, era lo que suponía.
-¿Por qué me das esto?- dijo mostrándole el hermoso anillo de compromiso de oro blanco y con un solitario en él.
-Ya que todos saben que estamos comprometidas, debes tener uno anillo que lo indique, sino no parecerá real- dijo como si hablara del tiempo.
Miró el anillo como si este la fuera a comer, le daba vuelta y vuelta, y he de admitir que tenía razón, ya que tanto su hermano como Ángela le habían preguntado por San, y dijo que todo fue tan repentino que ninguno de los dos había pensado en ello.
-Póntelo, no te va a comer- dijo San con una sonrisa idiota en la cara, luego de que el mesero que tomó su orden y se fuera.
Britt subió los ojos con clara intención de matarla si podía, pero no le quedó de otra que ponérselo, hoy su migraña no mejoraría, indicando que era directamente proporcional a lo que empeoraba su día, y lo peor es,  qué aún no terminaba.
-Por cierto, ya hablando del tema, no espero que dejes de acostarte con tus amiguitas, pero espero que no me hagas el hazme reír de todos, y por lo menos lo hagas muy disimuladamente.
Este comentario no le gustó para nada a Santana, pero se recompuso rápido.
-Claro, pero tendrás en cuenta que mientras más me satisfagas, menos "amiguitas" buscaré- dijo con una sonrisa de suficiencia.
-Sobre ese tema no he pensado aún, pero supongo, porque también tengo necesidades- dijo fríamente Britt, aunque lo que estaba era temblando por dentro.
Tener sexo era un tema que no había pensado, y lo que más odiaba tanto de ella como de San, es que sus caricias se hayan grabado en su cuerpo, y esta reaccionara con sólo pensarlo, cosa que no ocurría con ninguna otra mujer con la que se haya acostado.
-Piénsalo, bebe.
-No tienes por qué decirme así cuando estemos solas, o con Sam, Quinn o nuestros padres, no seas sarcástica.
-Como quieras...
Santana se vio interrumpido por el mesero con la comida, comenzaron a cenar en silencio y con las manos, como se hacía en esa cultura, seguía sin entender porque Santana la llevó ahí si a San no le gustaba comer con las manos, pero decidió que al menos la comida la disfrutaría, ya que estaba deliciosa.
-¿Por qué nos trajiste aquí?, tu odias comer con las manos- preguntó Britt al terminar de comer.
-Los tiempos cambian y la gente con ellos, ahora si me gusta- dijo sinceramente.
-Por cierto, espero que le pongas un frenado a tus amigas, no quiero que me sigan llamando a mi trabajo.
-¿Quién te llamó?- preguntó molesta.
-Danielle, y tu madre no me importa, nunca nos hemos caído, pero tus amigas mantenlas a raya de mi- dijo seria.
-No volverá a pasar.
-Me quiero ir, mi migraña me está matando- dijo y esto último se le escapó de la boca.
-¿Desde cuándo sufres de migraña?- pregunta con preocupación.
-Los tiempos cambian y la gente con ellos- dijo Britt usando sus mismas palabras.
San entendió que no iba a decir nada más Britt, por lo que pagó y se fueron, San estaba satisfecha, no había sido su mejor cena, pero tampoco se habían matado ni gritado, al menos la frialdad fue el sentimiento que abundó.
Llegó al edificio donde vive Britt, y durante el regreso tampoco hablaron.
-¿Cómo sabías dónde vivo?- preguntó ella saliendo del carro mientras San le sostenía la puerta.
San simplemente no le dio importancia, por lo que simplemente se encogió de hombros.
-Le pregunté a tu hermano- dijo sin más.
-Buenas noches- le deseo Britt.
Ya que sin importar cuanto la odiara, la educación inculcada por sus padres siempre afloraba.
-Igual para ti.
San se subió a su carro y se fue, mientras ella entraba al edificio, que día de locos, pensaba mientras se dirigía a su apartamento, definitivamente necesitaba un buen baño, y otra píldora con un te, para descansar, dormir y que este día al fin acabara, y así lo hizo.
Al acostarse las palabras de San volvían una y otra vez a su mente.
"Claro, pero tendrás en cuenta que mientras más me satisfagas, menos "amiguitas" buscaré"
Y con esas palabras en la cabeza se fue a dormir.

Entre El Odio Y El AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora