Capítulo 2, Annabeth

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Hola nuevamente, les dejamos el segundo capitulo de esta historia y el primero escrito por nosotras. Que lo disfruten.

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Solía levantarme bien temprano para leer libros de arquitectura antes de desayunar. Esperé que Percy me invitara a ir a la playa con él. Amaba esos momentos de privacidad y soledad infinitas en las que los únicos éramos sesos de algas y yo. Hacía bastante que no íbamos a la playa, y supuse que era porque Percy se había olvidado. Mi novio, aparte de ser un delfín hiperactivo, era un completo olvidadizo sin remedio. Pero, aunque no lo admita delante de él, eso no cambia el hecho de que lo amo y que no me imagino una vida sin él. Somos semidioses y, por supuesto, nuestra vida es corta, pero quiero vivirla junto a él.

Me peiné y saludé a mis hermanos despiertos silenciosamente. Los únicos que estaban durmiendo eran los que habían hecho turnos de vigilancia durante la noche, y se merecían un buen descanso. Uno de mis hermanos se iba a quedar para despertarlos antes del desayuno. La cabaña de Atenea era muy bonita, agradable y cómoda. Teníamos una biblioteca en la que se podía encontrar información de cualquier clase en griego antiguo, para que lo podamos leer con facilidad los semidioses. Tomé un nuevo libro de arquitectura para tener una idea muy formada de ella, ya que al día siguiente me iría con mi padre mortal a estudiar en San Francisco, luego de haber logrado convencer a Quirón de que iba a estar a salvo, que sabía defenderme. Hacía años que me entrenaba en el campamento mestizo. Era Annabeth Chase, hija de Atenea, novia de Percy Jackson, hijo de Poseidón, el héroe del Olimpo y, lo más importante, arquitecta del Olimpo que fue destruido en la última titanomaquia, liderada por un semidiós controlado por el rey de los titanes. Ese semidiós era...Luke

Luke.

Luke.

Luke.

Su nombre flotaba en mi mente y no pude quitarme el pensamiento de donde estará ahora,en los Campos de Asfódelos, en Los Elíseos o en los Campos de Castigo. Ojalá esté en los Elíseos, pero lo veo muy poco probable por los asesinatos que hizo y/o provocó por su venganza a los Dioses del Olimpo, en especial a su padre, Hermes, por haber abandonado a su madre y a él, pero dicha venganza se convirtió en un titanomaquia gracias a que él se alió con Cronos, quien luego terminó usando su propio cuerpo como recipiente para anclarse al mundo mortal y para luego deshacerse de él, volver a su forma divina y destruir el Olimpo. Pero estos detalles Luke no los supo hasta que ya era tarde. Tuvo que sacrificarse, suicidándose, para poder evitar que Cronos cumpliera su plan. Luke terminó muriendo a manos de mi daga, tal y como decía la profecía que creíamos que se refería a Percy. Es por eso que tengo cierta repulsión hacia mi daga, era la causante de la muerte de la misma persona que me la regaló y me prometió que seríamos una familia mejor a la que tenían nuestros padres. Pero su promesa fue rota cuando se alió con Cronos y es por eso que tenía que morir a manos de mi daga.

Me sentía un poco responsable de la muerte de Luke. Mi propia daga acabó con su vida. A cada momento que lo recordaba trataba de mentirme a mí misma de que no era mi culpa. Era difícil creérmelo. Me atormentaba a mí misma, y es por eso que trataba de distraerme con cualquier cosa que no requiriera mucho pensamiento, para no volver a divagar en los recuerdos.

Me puse a leer el libro, olvidándome por completo de mis preocupaciones. Ya le había preparado una sorpresa a Percy para despedirme de él, él aún no lo sabía, a pesar de que todos sí que lo sabían, así que lo único que tenía que hacer era preparar la valija para poder irme a estudiar a San Francisco, que ya casi la había terminado, tan sólo me faltaba una par de detalles más. Miré la hora y ya tendría que ir a desayunar. Guardé el libro en la biblioteca y me fui de la cabaña.

Percy me resultaba de mucha ayuda en esos momentos, ya que me hacía olvidar de todas las ideas y cosas malas que pasan a mí al rededor. Hoy habíamos pasado el día juntos, fue el mejor día de mi vida. Seguramente se preguntarán como es que lo sé. Bueno, cuando eres un semidiós tienes que disfrutar los momentos de paz y alegría como si fuesen los últimos latidos de tu corazón. Estuvimos recostados en la arena, gran parte de la mañana y la tarde, hablando, riendo, comiendo mi sorpresa para él, unos ricos pastelitos azules que me enseñó a hacer una tarde de lluvia su madre, Sally Jackson. Tuve que explicarle de que me iba del campamento. Para mi suerte, él me apoyó en mi decisión, me dijo que no me iba a impedir que siga mi sueño de ser arquitecta.

Luego de un asombroso día, se acercaba cada vez más la hora de mi partida. Así que fui a mi cabaña, me duché, termine de preparar mi valija y me despedí de todos mis hermanos y amigos. Me dirigí hacia el pino de Thalía que marcaba la entrada del campamento. Cuando estaba a punto de traspasar las barreras unos brazos fuertes me agarraron por la cintura. Quise sacar mi daga pero esos brazos me agarraban con tanta fuerza que se me hizo imposible escapar. Entonces le hice una llave de lucha provocando de que mi oponente caiga y a su vez yo cayese encima de él. Lo primero que vi al caer fueron esos hermosos ojos verde mar que tanto me encantaban.

-¿Pensabas irte sin darme un beso de despedida?- me dijo el dueño de esos preciosos ojos con una sonrisa pícara en sus labios. Entonces lo besé, sacando toda la distancia entre nosotros. Fue un beso tierno, largo y lleno de amor. Luego nos separamos, el volvió hacia su cabaña y yo salí del campamento a la espera del taxi que había pedido para ir hacia mi casa junto a mi familia.

El taxi llego muy rápido, me subí en él y empezó a andar a través de la espesura del bosque hacia la carretera cuando de repente un chico se lanzó encima del capó del auto y este frenó. Bajé rápidamente del auto para ver quién era. Cuando llegué al frente del auto se escuchaban palabras de ese chico, casi inaudibles, más bien un nombre.

-Annabeth- el chico se desmayó. Mi corazón dejó de latir al escuchar esa voz diciendo mi nombre. Al ver al chico pensé que estaba alucinando pero... ¿Cómo es posible que sea él? Definitivamente es él, no podría no reconocerlo con ese cabello rubio, sus ojos celestes y su cicatriz en la cara. Estaba cubierto de sangre y golpes por todo el cuerpo. Entré en un estado de desesperación. 

Era él... Era Luke.

Percy Jackson y el rugido del leónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora