Miré a mi alrededor. Fui presa de miradas furtivas de algunos semidioses que cuchicheaban a mis espaldas. Otros, supuse que los más nuevos, salían corriendo despavoridos al verme. Habían pequeños grupos de semidioses que se tapaban la boca con la mano para mirarme y hablar sobre mí. "Es él, es el traidor", "¿Qué hace aquí?""Algo anda mal""¿Por qué Quirón le dejó quedarse en el campamento?"; eran los más comunes entre otros comentarios que no me sentaron nada bien.
-¿No debería estar muerto?-susurró una semidiosa cuya apariencia me recordaba a la diosa Afrodita-Así sería mejor para todos...-
La fulminé con la mirada. Sus ojos se abrieron como platos. Se puso pálida y se alejó dando pasos hacia atrás, observando mis gestos.Me limité a mirarla fijamente mientras Annabeth me guiaba hacia la Casa Grande. Vi de reojo que el hijo de Apolo le decía con los labios "Vete". Los semidioses con los que estaba hablando se quedaron inmóviles, sin saber qué hacer ni decir. La joven semidiosa salió corriendo. Sus amigos no tardaron en seguirla.Observé a los demás grupos de semidioses. No vi a ninguno de mis hermanos. Me giré hacia el hijo de Apolo. No conocía su nombre. Me preguntaba si estaría dispuesto a decírmelo.
Annabeth me miró y desvió la vista al instante. Me agarró con fuerza el brazo y apuró el paso. Si la frente no estuviera ardiendo ni hubiera tenido las costillas rotas, la habría seguido sin problemas. Al tercer paso que di, de no ser por el chico rubio me habría caído al piso. Me tomó el brazo derecho y lo pasó por sus hombros. Me agarré con fuerza a sus hombros.
-¿Te sientes bien?-me puso una mano en la frente. Debía arderme un poco por la cara que hizo.
-Quizás todavía no estabas listo-me dijo-¿Seguro que puedes continuar?-
-Sí-dije
Me estaba costando respirar. Miré a Annabeth en busca de ayuda, pero estaba distraída. Si bien me tomaba el brazo con fuerza y miraba el camino por donde íbamos, sus ojos grises parecían estar en otro lado.
-¿Cuál es tu nombre?-le pregunté al hijo de Apolo
Me esbozó una sonrisa cansada.
-Soy Will Solace, Capitán de la cabaña 7-me dijo
-Un gusto conocerte-contesté
Enarcó una ceja.
-¿Seguro que te sientes bien?-me dijo antes de que me tomara de la cadera para evitar que me cayera al suelo por segunda vez. Reprimí una arcada.
-Sí, es sólo que estamos yendo demasiado rápido-
Annabeth me miró e hizo lo mismo que Will para sostenerme mejor.
-No es necesario que sea hoy la reunión- me dijo
Estaba preocupada. No sabía si era por mí o por lo que la había distraído durante todo el viaje. Sin darnos cuenta, tan sólo unos metros nos restaban para llegar a nuestro objetivo. Intenté sonreír, pero hice una mueca.
-Sigamos, estoy bien-mentí
Annabeth se quedó mirándome. Desvié la vista al suelo y continuamos caminando. Por lo menos lo intenté. Caminamos los últimos veinte pasos. Apenas llegué a la puerta de la Casa Grande,sentí cómo me bajaba sudor por las sienes. Si bien tan sólo habíamos salido de la misma para entrar a otra de sus alas, caminar me exigió más esfuerzo del que fui capaz de soportar. Me sentía un poco mareado. Tuve que apoyarme un poco en Annabeth para mantenerme en pie. El hijo de Apolo me examinó con su mirada, detectando mi mareo y el sudor en mis sienes
-¿Estás bien?-preguntó
-Sí...-dije, jadeando
Me incorporé y con las manos temblorosas abrí la puerta. Entré y Annabeth cerró la puerta detrás de mí.
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Percy Jackson y el rugido del león
FanfictionLuke, a pesar de haber estado al borde de la muerte, está vivo, pero por razones que se desconocen. Su llegada al campamento desata una tormenta de dudas y temores en los campistas que no se ha visto desde... bueno, desde la última titanomaquia que...