XXXVI

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Capítulo especial:

Me hallaba demasiado nerviosa. He de admitir que me resultaba algo estúpido ya que tampoco iba a confesar que decidí casarme contigo, pero me era algo inevitable. Tu posible respuesta era el causante de mi miedo.

Bah, no era en sí tu respuesta, sino la incertidumbre.

Me aterra no saber lo que vendrá, porque no puedes prepararte para algo inesperado. Es absurdo, sí, ya que la vida en sí es un misterio; pero aún así, no logro eliminar o apaciguar esa "fobia".

En esta ocasión, me encontraba afortunadamente decidida, y creo que fue eso lo que hizo que me lanzara de una vez por todas.

Me miré en el espejo nuevamente, por séptima vez consecutiva. Asentí a mi atuendo: unos jeans oscuros, a juego con mis botas acordonadas. Una remera rosa palo que tenía la inscripción "Karma is me" y mi querida chaqueta militar. Hacía frío afuera.

<<Vamos, Becca. puedes>> me animó mi conciencia.

Y fue así, que logré encaminarme hacia Dolly's, donde supuse que te encontrarías como cada jueves por la tarde.

En mi mente buscaba con cada paso las palabras más adecuadas para decirte que me gustabas. De este modo, llegué casi sin darme cuenta hasta la conocida puerta de vidrio de la aún más familiar cafetería de siempre.

Respiré profundo y me adentré en el lugar. Te busqué con la mirada y te vi sentado en la misma mesa de siempre, con un reconocido libro en tu mano derecha y tu bebida favorita en la izquierda.

Si no te conociera, diría que te encuentras muy adentrado en tu lectura, pero la verdad es que lo profundo de tus verdes ojos me dan la certeza de que el libro es sólo una pantalla al resto del mundo, porque en realidad éstas ensimismado en tus pensamientos. Tal vez al principio leías, pero luego alguna frase te recordó algo y se te dio por pensar en eso.

Pasé por al lado de la barra y saludé a Tony, el mesero, de camino a tu mesa.

-Hola, ¿está ocupado este lugar? -Te devolví a la realidad preguntándote, mientras señalaba la silla que se encontraba frente a ti.
-No, adelante. -Me sonreíste de lado.- ¿Qué haces por aquí a estas horas?
-Puedo irme si te molesta... -Bromeé.
-No me refería a eso. -Sonreíste para mí sinceramente.
-Lo sé. -Te devolví la sonrisa.- En realidad te estaba buscando.
-¿A mí? -Preguntaste extrañado. Me limité a asentir con mi cabeza.- Pues aquí me tienes. -Te señalaste a ti mismo.

No logré evitar sentir un revuelo de retorcijones en mi estómago al escucharte decir esa última frase.

-Yo realmente tengo algo... personal que confesarte. Es que...
-¿Te encuentras bien? -Me interrumpiste preocupado.
-Sí, yo sí. Es respecto a...
-¿Ya no quieres verme? -Otra interrupción.
-¡NO! No es exactamente eso. En realidad...
-¿Tengo mal aliento? -Me volviste a cortar.
-¿¡Quisieras dejarme terminar de hablar!? -Perdí los estribos. Inspiré profundo y traté de calmarme.
-Claro, lo siento. Suelta la sopa. -Te disculpaste natamente, a lo que asentí.

Te miré directo a los ojos y lo dije:

-Noah, me gustas.

Contuve la respiración esperando una respuesta de tu parte.

El chico de los ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora