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Era un día algo cualquiera ante los ojos del azabache, el aun no entendía a los herbívoros con sus cosas de regalarle ha aquella persona que te gusta algun chocolate o flores como en muchos casos llegaba a notar, el no entendía por qué ese día los herbívoros que causaban multitudes y lo sacaban de sus casillas con el ruido y peleas que no valían la pena insistían y hasta alentaban a otros a confesarle a la persona que les gusta sus sentimientos. El creía que eran idiotas ya que bien sabían que serian rechazados pero aun así aceptaban el decirle a aquella persona que les gustaba y había hasta quienes decían amar a esa persona. Pero que va ha saber un carnívoro que no es capaz de aceptar que se ha enamorado de un herbívoro tan tierno como un pequeño conejito. El definitivamente no tenía nada que ver con esos asuntos del amor.

-Hibari-san ¿Entonces si acepta?_ pregunto un pequeño castaño sonrojado al ver la cara del mayor que parecía perdido.

-hmp- fue lo único que dijo el azabache mientras veía al chico enfrente de él.

Definitivamente no estaba enamorado, solo le encantaba verlo sonreír tan lindamente, no estaba enamorado sólo le encantaban esos ojos color caramelo que si no parecían cielo pero si tenían un cielo enorme en ellos, no estaba enamorado sólo le encantaba el olor a caramelo que desprendía cada una de las hebras color chocolate que eran su cabello, no se enamoro de el aunque verlo andar con esa caderas era una tentación, no se enamoro no era por eso que lo defendía y golpeaba a todo aquel que lo molestara. Pero definitivamente no estaba enamorado por eso no eran celos lo que sentía cada que alguien se acercaba al pequeño chico de hermosa risa, de lindos ojos, de olor increíble y de una carisma tan lindo casi como un animalito indefenso.
Pero no estaba enamorado lo único que tenían el castaño y el era una absurda relación de jefe y subordinado. Pero bien le encantaría cambiar esa relación por algo mas intimo y que tuviera un contacto especial con aquel chico que lo tenia mas que enamorado, lo tenia perdido entre tanta dulzura y ternura el prefecto estaba totalmente perdido cosa que se negaba a aceptar, eso seria como decir que estaba enamorado del chico y eso no era cierto el no estaba enamorado del chico.

-Acepto herbívoro- dijo el chico ante la mirada de suplica del chico no le quedaba mas que aceptar.

El menor demasiado ilusionado le sonrió con ternura ante las palabras del mayo lo que ocasiono que se parara de puntillas y le intentará dar un beso en la mejilla al azabache el cual se movió ocasionando que el beso se lo diera en los labios. El mayor lo hizo a propósito queria saborear los labios del chico, lo tomo de la cintura intentificando el beso, le encantaba el sabor de sus labios, tenia la ligera sospecha que todo en el chico sabía demasiado dulce pero era un dulce que lo volvía adicto.
Degustó esos labios que sabían a chocolate y caramelo, ese olor que sus suaves cabellos desprendían que ahora no solo tenían olor a caramelo si no también un olor un poco fuerte a colonia de hombre, su cuerpo ya no olía dulce como siempre si no que ahora tenía su olor que era fuerte y a la vez dejaba en claro que el chico entre sus brazos ya era de alguien.

Pero no definitivamente un carnívoro como el no sabia nada del amor pero si le pregunta era sobre propiedades o ser el dueño de algo el te podría contestar con toda la seguridad del mundo que era dueño de Tsunayoshi Sawada. Pero también de algo era seguro que tanto como Sawada era suyo el era de aquel chico que celoso y enojado era la perdición de cualquiera. Pero el no estaba enamorado de esos ojos, de esos labios de color cereza, de esa sonrisa tierna, el no estaba enamorado de ese chico... a quien engañaba estaba locamente enamorado del menor.

El amor es indispensable hasta para los corazones mas fríos, el hecho de enamorarse causa estragos en algunas personas y en otras simplemente hace nacer el sentido de protección por aquel ser amado.



San Valentin Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora