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Gumball.

Las mañanas eran tranquilas como siempre aunque esta vez me sentía más cansado que de costumbre ya que me la pase leyendo un libro sobre amor, me pase la mitad de la noche imaginando que algo así me pasaba a mi.

Planeaba pasarme el día entero haciendo expertos hasta que pude escuchar a mi mamá llamarme después de mucho meditarlo decidí ir a ver que necesitaba.

Al bajar me comenzó a contar que habría visitas, puse una cara de disgusto en verdad quería pasármela en mi laboratorio, me contó que iba a venir un muchacho en ese momento pensé en el rey flama.

No le respondí nada me pase la conversación entera haciendo caras de disgusto y subí nuevamente a mi habitación, tuve una discusión mental hasta que el sueño comenzó a ganarme para finalmente quedarme dormido.

Después de unas horas tocaron mi puerta y me mencionaron que las visitas habían llegado, pensé por unos segundos en las consecuencias de no bajar, decidí ir a saludar quizá solo haría eso.

Al salir de mi cuarto e ir por las escaleras pude ver a un chico, se veía bastante bien a mi parecer hasta que noto mi mirada y volteo de inmediato provocándome un gran sonrojo.

Mi mamá igual me vio y me llamo, tenía tanta vergüenza podía jurar que estaba rojo como tomate, me sentía nervioso ni siquiera yo entendía porque.

Me presentaron con el chico, el simplemente sonreía algo que me disgustó sentía que se burlaba de mi, nos dejaron a solas ya que los adultos iban a platicar.

Solo un ratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora