Historias De Un Viajero

Capítulo 1.

Despierto. El techo que intenta convertirse en cielo y que trata de engañarme cada mañana.

Un dolor de cabeza tan intenso que podría sacarme los ojos de la cara con unas tijeras, de esas enormes que utilizan los jardineros.
Mi cuerpo cortado que ataca con fuerza mis articulaciones y los tendones de cada uno de los miembros de mi cuerpo.
Grito en silencio por ayuda, pero solo mis pensamientos pueden escucharme.
- Carajo, ni siquiera puedo abrir la maldita boca - pienso, mientras intento humedecer mis labios con algo de saliva, pero es inútil.

¿Cuándo se supone que aparecerán los científicos y los lenguas largas que encuentren y divulguen las pastillas para curar la resaca? Son mas de siete mil millones de personas en el mundo, todas, en un punto de su vida pasan por esta situación en la que el alcohol y otras drogas, hacen de las suyas cada mañana; la resaca es tan común como la gripe, ¿y aún no crean una medicina para curarla?

Se abre la puerta de mi habitación de una manera grotesca, y aparece mamá
- Adrián, despierta. Te buscan... es la policía -

¿La policía? No recuerdo hacer nada malo anoche. Solo pienso en Fernanda, a ella sí deberían de arrestarla por romper corazones.
-Que cursi - me digo a mi mismo mientras me pongo los mismos pantalones de la noche anterior, y con cuidado bajo las escaleras.

- Adrián, buenos días. Soy el oficial Memije.
- Buen día oficial, ¿Pa' qué soy bueno? -
- Adrián, el motivo de mi visita es porque anoche se llevó a cabo un asesinato, y sabemos que no estás involucrado, pero creemos que podrías ayudarnos con algo de información -
- ¿Yo?, ¿Quién murió? -
- Su nombre era Fernanda García, tenía 23 años. ¿La conocías, no? -

Mis pupilas se dilatan. Mi corazón palpita tan rápido como una AK - 47. La resaca se ha ido de repente. No sé ni siquiera qué pasa por mi cabeza.
Estoy atónito.

- Adrián, ¿La conocías? -
-Sí... sí la conocía -
-Necesitamos saber quién estaba con ella antes de que salieras de la fiesta que organizó anoche -
- No recuerdo bien... -
- ¿Algo? Adrián, cualquier información nos ayudaría -

La resaca regresa, y, aunque invisible, sigue doliendo, pero ahora con más fuerza.
Trato de pensar en algo que podría ayudar, y de pronto...

- Su novio...-
- ¿Cómo se llama? -
- Creo que Javier...-
- Bien, Jav...-
- ¡Espere! Su nombre es Jorge, él estaba con ella antes de irne. La vi muy borracha cuando miré  por última vez. Estaban a solas recargados en un auto estacionado frente a la casa -
- ¿Recuerdas el color del auto? -
- Lo siento oficial, no recuerdo más. -
- Muchas gracias Adrián. Tu ayuda fue invaluable. Hasta luego. -
- Orale. Bye. -

No tengo palabras.
Ni siquiera mis pensamientos pueden presenciar algo de mínima concentración en sí.
Cierro la puerta. Mamá está ahí, en llanto, como esperando que llore junto a ella.

El reloj suena, y parece tan lento, como una máquina digital de baja resolución, pero el tiempo avanza tan rápido como el motor de un cohete, despegando de la tierra, solo para aventurar a sus valiente tripulantes.
Siempre me gustó el espacio, las estrellas, el cosmos y los planetas. Pienso en nebulosas celestes, flotando cual bombones de azucar de tamaños infinitos.
Todos los días, pienso unas treinta y tantas veces, en huir de mi zona; escapar de la burbuja que me atrapa, como Stephen King atrapó a sus personajes en uno de sus tantos libros de horror divertido.

Siento ahora que me hace falta un descanso de la realidad; un escape a lo profundo de mi más deseada zona de confort.
Recuerdo que hace algunos años, me aventuré a un viaje con mi mejor amigo Luis, a lo alto de las montañas. Teníamos en nuestras manos unos Psilocybe semilanceata recién obtenidos de un pueblo llamado La Joronga, donde un viejo nos habló un poco de los efectos, y terminamos divagando en los sueños y fantasías junto con otros extraños viajeros, y algunos lugareños.

- La fantasía es una droga psicológica muy extendida y potenciada, y como cualquier droga es adictiva y tiene efectos secundarios negativos - dijo el viejo