Be

4.3K 563 73
                                    



Miró su reloj.

11:45 AM.

Habían estado dos horas en aquella fila. Dos. Estresantes. Horas. ¿Por qué confió en el menor? Por qué, por qué, por qué.

Ah, sí, porque parecía de lo más confiado al ofrecer su ayuda.

"—¿Nervioso? —Bromeó Mingyu, riendo por su reacción. —¿Te ayudo, hyung?

Pues al parecer que su salvación sería el visual de SEVENTEEN no le terminaba de convencer, pero ¿qué más daba? No es que fuese tan malo...

Y así, tras meditarlo pocos segundos, aceptó. Se apresuraron en arreglarse para salir, el menor de los dos alegando que a donde pretendía llevarle quedaba cerca y era menos posible un reconocimiento por las fans a estas horas, por ello debían apresurarse. Haciendo uso de sus ingeniosas maniobras lograron evadir al grupito de la cocina y salir victoriosamente por la puerta principal.

Lo que no se esperaban es que, al parecer, todo mundo había decidido ser irresponsable y comprar su presente para sus amigos, pareja, lo que tuviesen, aquella mañana, en la misma tienda que Mingyu tenía como opción. Era una simple tienda de temática la cual ahora parecía guerra civil, lo que obligó a los dependientes pedir a los clientes que formasen una fila afuera y a medida que el pequeño y poco espacioso local se vaciaba, las personas entraban a rellenarlo."

Y ahí habían estado desperdiciando la mañana

El de cabellos beige apoyó su frente en el cristal del aparador, reteniendo la frustración burbujeante que quería emitir contra el más alto, pero simplemente no podía. ¿Por qué? Pues...simplemente porque es él. Mingyu es como ver los rayos de sol por la ventana, en una mañana donde no tienes colegio, te levantas por voluntad propia y dormiste la cantidad suficiente de horas.

Pero sintió la victoria calarle hasta los huesos cuando faltaba tan solo una persona y salían dos del local. Sin vacilar se movió dentro, casi empujando a la persona delante y a la vez olvidándose de su amigo. Solo necesitaba un regalo, ¡uno! Y sería libre de toda culpa.

Como si el mundo quisiese darle un tipo de señal, notó una última bolsita de chocolates y se acercó a ella con rapidez, tomándola con una de sus manos y llevándola a un mostrador posicionándose en una esquina que poseía un cartel de 'Se hacen arreglos, tarjetas y adornos para regalos'. Pidió una cinta de color rosa (una pista debido a su anterior color de cabello).

"San Valentín es estúpido." Pensaba Lee Jihoon, genio compositor y miembro de SEVENTEEN, mientras amarraba aquel paquete de chocolates con forma de corazón con la cinta que había pedido y, de repente, simplemente decidió detenerse de su apresurado actuar.

Porque alguien ocupó su mente. Seungcheol.

Sus hombros decayeron, sintiendo un peso sobre sí. Su pensar, ahora más claro, le gritaba que tenía que llevar algo simplemente perfecto para el líder, quizá sería su última oportunidad para confesarle sus sentimientos. Pero, aunque tuviese aquel regalo único, quería que fuese lo suficientemente especial como para que el mayor le recordase cada vez que lo viese.

En aquel momento de incertidumbre el mundo pareció detenerse. Su mirada se fijó en una tarjeta de regalo que había a un costado con un diseño peculiar y una mano se posó en su hombro. Miró a su compañero de grupo y este le sonrió. Respiró de manera profunda y pidió a la joven que le atendió con anterioridad que también quería una tarjeta especial para ese día, pero en específico aquella tarjeta que había visto.

Sin esperar más, la escritura comenzó. Escribió en ambas caras internas de aquella tarjeta con una letra pequeña, pero visible, para que todo lo que deseaba plasmar cupiese. Abarcó unos diez minutos en aquello, siendo cuidadoso ya que no deseaba equivocarse.

En aquellos diez minutos de su vida sintió como su corazón se desbocaba en aquella carta, sintió los últimos tres años de su vida tan recientes como si jamás hubiesen debutado y aún estuviesen haciendo el tonto y practicando sin cesar.

Diez minutos de su vida donde supo que ese día lo sería todo.

Cuando terminó su propósito dejó el bolígrafo ajeno en el mostrador, y logró calmar sus emociones, agradeció a la joven antes de girarse y descubrir a Mingyu husmeando algunos obsequios que se encontraban cercanos a su posición.

—Mingyu. —Pronunció cuando llegó a su lado, logrando que el menor se sobresaltase y escondiese algo que sostenía entre sus manos. —¿Mingyu? —Arqueó una ceja.

—Yo...eh, no...—Jihoon sonrió al verle tan nervioso e intentó ver qué era lo que el contrario trataba con tanto esfuerzo esconder.

—¿Nervioso, dongsaeng? —Imitó aquel tono burlón que usó el menor hace un par de horas con él. Sí, el mayor poseía un lado vengativo. —¿Es para tu amigo secreto? —Y el más alto negó. —Ya tengo mi regalo para él, esto...—Resopló y decidió mostrar lo que tenía. Era un beanie de color azul. El rubor apareció disimuladamente en sus mejillas mientras continuaba. —Es para Wonwoo. Recordé que necesitaba una, se acerca el invierno y...pues la última que se compró tiene un agujero. —Desvió la mirada, lo que provocó que Jihoon riera.

—Ya veo. —El mayor negó con diversión, haciendo un ademán para que le siguiese. —Ya terminé, vámonos antes de que empeore la multitud.

Ambos formaron una nueva y tediosa fila para poder pagar por lo que llevarían. Les tomó unos veinte minutos más y, a pesar de tanta espera, volvieron al dormitorio complacidos. Tuvieron que ser disimulados al llegar, mintiendo su anterior paradero y escondiendo los regalos de ojos y manos curiosas, casi vitoreando cuando se encontraron en la seguridad de su habitación compartida.

—Muchas gracias, Mingyu. —El castaño tan solo se encogió de hombros, murmurando un "de nada" y "suerte" mientras dejaba el beanie en la cama superior, la suya, antes de dirigirse a la sala, queriendo unirse al desorden usual de SEVENTEEN.

El peli beige se sentó en su cama, mirando los obsequios en sus manos. ¿Cómo se los entregaría? ¿Qué le diría? Esperaba que los miembros no fuesen exageradamente curiosos como para pedirle que leyera la carta en aquel instante, moriría de la vergüenza. Pasó una mano por su rostro, pensando en las palabras que usaría.

Se levantó, dejando los regalos en la cama, y miró al espejo de cuerpo completo que había en la habitación. —Seungcheol, quiero que recibas esto...—Hizo mímica de entregar algo, pero negó. —Sé más original, pero sin exagerar. —Se dijo a sí mismo, girando sobre su eje, dando un par de pasos. —Seungcheol, yo...escribí esto solo para ti, ¡no dejes que nadie más lo lea! —Alzó el puño, bajándolo al sentirse algo tonto. —Jihoon, ¿compones canciones y no puedes decir algo sencillo para ese momento? —Se reprendió antes de reír.

Pasaron varios minutos en los que se dedicó a hablar consigo mismo, buscando la mejor manera de confesarse en clave...o algo así. —Seungcheol, quiero que...—Meditó, intentando seleccionar lo próximo en su oración. —Quiero que seas... —Movió su mano auto-alentándose. —¡Quiero que seas-!

—¿Que sea qué? —Lee Jihoon tuvo el susto de su vida. Se asustó más que cuando el dentista le dijo que le tendrían que sacar una de sus muelas, aquella que le había dolido por días, aquella que le dolió mientras practicó "Abandoned" de Jay Park. Lee Jihoon sintió el corazón en la garganta mientras Choi Seungcheol, apoyado en el marco de la puerta, le observaba. —¿Jihoon?

¿Tan sumido había estado en sus pensamientos? ¡No le escuchó abrir la puerta! ¡No lo notó! ¡¿Acaso el más alto era una especia de ninja?! Las palabras se atoraron en su boca. No podía solo decirle "Oh, solo preparaba lo que diría al darte mi regalo" como excusa ya que los regalos se enviarían anónimamente y así ellos deberían de adivinar quién era su "amigo secreto" para que fuese más dinámico.

Pensaba que el mundo al fin había estado apoyándole, pero debería de aprender que el mundo era más traidor que Jun.

Hey, February 14th 《 JiCheol 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora