Neicrad, Raiden, Erik, Kaiden, y Jorge, leyendas que tocaron tierra y llegaron a los cielos, que sobrevivieron al mundo y forjaron la historia a la que estamos sujetos, fueron grandes héroes como todos en este mundo, a pesar de ello, ocultan un secreto resguardado en sus sombras, la respuesta es es la razón por la que ellos son recordados honradamente...
...
Yo, soy Neicrad, el hechicero al cual le temen todos, o eso seré. Tengo que volver a la realidad, hablando irónicamente.
Un día muy solado para mi gusto, a estas horas se aprecia el sonar de la sociedad, un llamado a la aventura. No soy de los que gustan salir por cuenta propia, prefiero practicar o invertir mi tiempo en actividades útiles para mi futuro título. Mi caso es de los peores, un hechicero sin título no se merece llamar «hechicero», es lo establecido, ojalá se puedan ignorar las reglas, o más de lo que ya están, ser reconocido, pasar y que te tengan respeto... al contrario, debo disparar contra la gente para que desaparezcan de mi vista.Ser un hechicero es de lo mejor, en mi punto de vista, habrá muchos que digan que guerrero, un prodigio o incluso un maestro es mejor que esto. Hay veces que si lo parece, pero ya no hay vuelta atrás.
Tomé a Incandescencia, mi báculo preferido para salir, tiene el aspecto de un farol que siempre está prendido, es de mi tamaño y me es fácil llevarlo. Yo visto como los hechiceros antiguos, claro que con toques modernos de mi estilo. Una especie de túnica negra que termina entre la cintura y las rodillas por delante y abierta como si fuese camisa, por detrás es larga rozando mis talones, las mangas largas me permiten llevar objetos sin que sean vistos y por debajo una playera gris, la túnica es en parte decorativa y un carácter de los hechiceros, un pantalón negro que me permite tener agilidad, unos guantes blancos y como no puede faltar, el sombrero de ala plana con terminación en punta por la parte de arriba y una cintilla plateada, no suelo usarlo, me siento cómodo con la capucha que traigo, no se me ve la cara y prefiero que sea así.
Mi casa es sencilla, los hechiceros no poseemos grandes propiedades, igual soy pobre y no puedo obtener una casa como la de Eder: El abismo del miedo, una mansión lujosa de estilo antiguo y gustos arcanos. Lo sencillo es lo mío, tengo baño, cuarto, cocina y un patio, ¿puedo pedir algo más?
Ver como vivo en la gran sociedad con la que convivo es increíble, nos regimos por reglas en parte absurdas, se puede hacer de todo aquí, existen los grupos de gente que se organiza para todo, se ven la peleas en las calles, la competencia entre escuadrones de soldados o de prodigios, inclusive hay gente más inteligente y prefiere que su grupo sea de diferentes clases, y yo, bueno, estoy solo, hubo un tiempo en el que no, pero no quisiera recordarlo ahora. Este es el lado positivo, por desgracia, existe el negativo. Personas que han decidido ser los enemigos de sus prójimos. Muchas de las peleas que hay en la frontera son por esa cuestión, batallas entre el bien y el mal. Nos han otorgado la mejor oportunidad de vivir y ellos la han derrochado.
Durante el camino juego mi báculo moviéndolo de un lado a otro, la mayoría son mayores que yo, un chico de 17 años entre adultos de 23, es de esperarse. Me dirijo al centro de la pequeña «ciudad», los civiles son amigables, nos llevamos bien, las peleas son por disputas favorables y amigables, simplemente maravilloso, ahora lo que busco es ganarme su respeto, en el centro se arman los combates por título y otras categorías, si logro ganar tan siquiera una, sólo una, voy a ser reconocido o tomado en cuenta, en el mundo se debe ganar el reconocimiento, en parte: la vida.
-¡Neicrad!-
-Rayos locos.- contesté
-Vamos amigo, no me llames así.-
-Como si me importara, jaja, ¿qué sucede Javier?-
-¿Sigues sin título?- pregunta con ceño fruncido.
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El Mundo de...
AdventureNuestro mundo... quien diría que puede resultar una agonía vivir en aquel lugar tan desastroso, mis compañeros piensan lo mismo, resulta ser que todos tenemos algo en común... la venganza. Pero la venganza sin razón alguna es aburrida, todos nos vim...