Capítulo II. Parte 2: Odio mutuo

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Al salir de la nieve me arrastre por toda la vereda, los guardias salieron a buscar mi cuerpo, siguen con la idea de que estoy muerto. La traición de Galeón fue personal, ya lo veía venir. Él tendrá más problemas, con la desaparición de la princesa sus súbditos durarán de su poder, los otros reinos lo desconocerán y estará en riesgo de ataque, una de la excusas que tiene para haberse unido al ejercito soberano.

Veo un poblado pequeño, dudo que pertenezca al reino de Ventisca, no veo las banderas a lo alto de las casas, ni guardias de la división.
Me refugio en una de las casas, modesta y funcional, no parece haber nadie en ella.

Debo buscar al culpable de la perdida de la princesa. Hace mucho que no la considero mi hermana, pero soy su guardia, ella no tiene ni idea de quien soy yo para ella, en ese entonces tenía 12 años cuando ella nació, todo el reino la festejo, mientras que yo era entrenado muy lejos de ella. Descubrí a que le pertenecía un día antes de su desaparición. Una vida muy dura para los dos, ella obligada por su padre y la sociedad y yo otro refugiado en la división de Ventisca.

Escucho la puerta crujir, el dueño de la casa acaba de llegar, no sabe de mi presencia, salgo por la ventana evitando llamar la atención.
Continuó mi camino, lo más lejos posible de los dominios de Ventisca, si no me equivoco debe de situarse un poblado independiente más adelante y después de ello el páramo desolado, debo cruzar mitad de territorio para alcanzarlo, y de seguro que durante el camino tenga inconvenientes.

5 años después.

Estoy olvidando mi objetivo, este poblado es grandioso, me sustento de las cosechas que robo por la noche, conseguí mi equipo asaltando a los ladrones y cazadores en mi ardo recorrido. Olvidé a Ventisca, al rey, aquel sujeto e inclusive a Neicrad, no tengo ni idea de lo que esté sucediendo en ese lugar, lo que si he notado es el poder que obtuvo Galeón, busca poner bajo su dominio varios poblados como en el que me encuentro, yo lo estoy protegiendo a cambio de que los pobladores me oculten, aún así debo robar la comida y cosas esenciales, varios no me quieren aquí.

Seguiré con la búsqueda del causante, no se lo perdonaré, aunque ya estoy muy oxidado, se me olvidaron los ataques mágicos y técnicas de combate. Espero y el secuestrador no sea poderoso. Investigare con todos los pueblerinos.

Iniciaré con la taberna.

-Miren quien ha llegado, aquí no hay problemas, Norte.- ellos me malentendieron con mi nombre, me apodaron Norte.

-Busco información valiosa.-

-Es curioso que sea la primera vez que quieres charlar.- dice el tabernero.

-Olvidan la protección que les ofrezco.-

-Y tú la comida y objetos que robas.
-No tengo tiempo.-

-¿Qué es lo que necesitas?- preguntan de mala gana.

-¿Quien secuestro a la princesa del reino de Ventisca.-

-Si he escuchado de eso.- entra un señor, un guerrero por su aspecto. -La secuestraron, un grupo de cazarrecompensas del reino rival.-

-No, fueron los del páramo desolado, no creo que nadie quiera meterse con Ventisca.-

-¿Qué más saben?-

-Puede que te sirva.- se acerca un prodigio de aspecto sospechoso y desconocido. -Mis contactos me han hablado de un hechicero y una jovencita muy parecida a la princesa que lo acompaña.-

-¿Eso cuando fue?- pregunto con desesperación.

-Tiene un poco menos de un mes.-

-¿Sabes donde los vieron?- azoto el puño contra la barra.

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