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Cierro la puerta de mi casillero con fuerza. Estaba harta de que me dejaran notitas en mi casillero diciéndome lo fea que era e incluso insultos peores.

Cuelgo mi mochila a mi hombro, para dirigirme a la sala de artes. Bajo al segundo piso.

Entro sin antes saludar a la profesora. Me senté en el primer grupo, ya que las mesas eran grandes, ideales para trabajar en grupos.

Saco de mi mochila mi cuaderno y mi estuche. Comienzo a dibujar, eso era lo que me fascinaba.

Dibujo una plaza, el dibujo era en blanco y negro, ya que lo estaba haciendo sólo con lápiz grafito. En medio de la pequeña plaza, dibujé un banco. En éste, dibujé una chica, la chica estaba sentada en medio de la banca, sola. Su cabello era largo y cubría su cara.

Estaba sentada sujetando sus piernas. Miraba hacia el lado derecho, desde ahí, venía brisa, dejando ver un pedazo de su cara. Se podía ver su ojo izquierdo y su boca entre abierta. También, se podía observar una lágrima resbalando por su mejilla.

-Hermoso dibujo, señorita Collins.

Cierro mi cuaderno y levanto la mirada, allí estaba la profesora Murphy. Le dedico una tímida sonrisa.

-Qué nombre le pondrás?

-Mm... Quizás Una tarde de soledad en mi conciencia.

-Hermoso nombre para una obra.

-Gracias.

-Bien, comenzaremos con la clase. - Ahora les dijo a los demás alumnos.

Corro mi cabello hacia atrás. Lo llevaba suelto. Mis ojos eran de color celeste y grandes. Ahora sólo tenía puesta máscara de pestañas y brillo labial.

La profesora habla acerca de lo importante que era el arte en la vida y como se originó. Yo le prestaba atención mientras mordía la punta de mi lapicera.

En eso, me acomodo en la silla, y cuando lo hago, mi lápiz grafito cae al suelo, rodando lejos de mí.

Toda la clase estaba en silencio, colocando atención a la profesora. Miré el lápiz, estaba lejos y no quería interrumpir la clase, haciendo que todas las miradas cayeran en mí.

Pienso en algo un tanto suicida.

No Allison, sabes que no puedes

Miro a la clase, nadie me estaba viendo. Miro el lápiz y vuelvo a mirar a la clase. Sí, nadie estaba viéndome.

Es ahora o nunca.

Rápidamente, levanto mi mano para recibir el lápiz. Uso la telekinesis. En un segundo, el lápiz está en mi mano.

Vuelvo a mirar a la clase, rápidamente. Nadie me miraba. Suelto un suspiro, mientras cierro mis ojos. La tensión ya se había ido.

Abro mis ojos, al sentir unos escalofríos en mi espalda.

Unos ojos celestes me observaban fijamente.

(...)

La clase ya había terminado. Tomo mi mochila y la cuelgo a mi hombro. Me dirijo a mi casillero. Lo abro y saco las cosas necesarias para ir a la otra clase, guardándolas en mi mochila. Al cerrar mi casillero, siento un frío en mi cabeza, para luego recorrer mi cara y entrar a mi polera, espalda y torso. Con suerte, no llega a mi falda.

Me giro. Detrás mío estaba Rebecca con una botella de agua vacía y April. Ambas reían.

Ellas seguían riendo junto con el instituto. Me miraban. mientras esperaban que dijera algo o hiciera algo.

Goodbye, SanityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora