Una vez dentro del recinto, nos quedamos observando todo el lugar con entusiasmo, no sé si los demás miraban ese lugar como yo, con cierto sentimiento de seguridad y confianza. Tenía la necesidad de ducharme y quitarme los restos de sesos que tenía por el cuerpo, no es nada higiénico creo yo.
-¿Vamos o no?- pregunto Aroa
-De acuerdo- dijo Martín
Se veía a Carlos muy emocionado, estaba tan cerca de encontrarse con su padre, claro, si es que estaba. Había una cierta probabilidad de que su padre no estuviese allí, pero de todos modos, sería el lugar perfecto para refugiarse, al menos durante un buen tiempo.
Fuimos despacio hacia el bloque B, ¿Qué separaba el bloque B del bloque A? Un montón de cajas y trozos de madera clavados en las puertas. Las del bloque B estaban tapadas cada una con un gran trozo de madera, y en ellas había trozos afilados de metal, supongo que es para protegerse en algún momento si todo falla. Tenía ganas de comer, estoy segura de que todos estábamos hambrientos, hacía ya mucho que habíamos comido, y aparte lo de andar tanto cansa mucho, tengo agujetas en los brazos y piernas.
-¿Qué hacemos? Esta todo lleno de trozos de metal, y supongo que el timbre no funcionara- dijo Kevin
-Tienes razón... Podemos gritar a ver si nos escucha, pero, ¿y si también nos escuchan los zombis y vienen?- dijo Martín
-Estamos rodeados de vallas, no importa mucho si vienen- dije
Nos apartamos en un lugar donde podíamos ver las ventanas y empezamos a gritar en nombre del padre de Carlos, en ese momento no nos importaban los zombis.
-¡Manolo!- grito Martín- ¡Sal por favor!
-¡Papa soy Carlos!- grito Carlos con todas sus fuerzas
Un hombre corpulento salió de la ventana con lo que parecía un fusil de francotirador, cuando me fije en eso miré a Martín con los ojos abiertos.
-¡Corred!- grité con todas mis fuerzas
Agarre a Carlos en brazos y empecé a correr hacia los cubos de la basura, allí rápidamente nos escondimos detrás, donde no nos podrían llegar las balas. Sentimos disparos, no podía ver donde estaban los demás y estaba muy nerviosa. Carlos se tapaba las orejas con fuerza, lo hace siempre que tiene miedo, le intenté calmar, dándole un fuerte abrazo y besándole la frente.
-Carlos, por favor tranquilízate, y dime, ¿ese era tu padre?- le dije
Carlos me miró con miedo, negando con la cabeza. ¿Entonces quién era? Y lo más importante, ¿Por qué disparaba? Nosotros no queremos hacer daño a nadie. Los disparos cesaron durante un momento, asome mi cabeza por encima del cubo, para intentar ver donde estaban. Saldría más para intentar verlos, pero estoy completamente segura de que ese hombre tenía un fusil francotirador, en seguida me vería y dispararía.
-¡¿Martín?!- grité para ver si así, por lo menos, saber dónde estaban
-¡Estamos aquí!- dijo Aroa- ¡Martín esta inconsciente en el suelo!
Me quedé parada, Carlos se destapo las orejas en seguida.
-¿Qué le ocurre?- pregunto Carlos angustiado
-Creo que ha dicho que esta inconsciente en el suelo- le dije
-Tenemos que ayudarle- dijo Carlos
-Sí, escúchame, tengo un plan, nos levantamos y nos vamos hacia ese pilar de ahí a la derecha, ¿lo puedes ver?- le dije a Carlos
Carlos se asomó para ver donde estaba el pilar y asintió con la cabeza. Era el único lugar donde podíamos estar resguardados de las balas y tener un mejor plano visual del alrededor para ver si encontrábamos a Aroa, Kevin y Martín.
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Diario de una superviviente
Ciencia FicciónPaula es una joven de 14 años, tiene el pelo marrón y largo, con los ojos marrón miel, como todo joven le gusta escuchar música y estar con su móvil. Un día todo cambia, un grupo de infectados están sueltos y atacan a todo ser vivo, lo que ella temí...