Mientras nosotros habíamos llegado a aquel hospital para poder ver la cara de mi primogénito hijo, quien en minutos y quizás en tan pocos segundos, Él ya podría casi ver la luz del sol que podría reflejar en su carita angélica y casi la de un muñequito.
En Medio de la sala de estar, en donde mi más y preciado amor, mi más y maravilloso amor, mi más y bella flor, mi más e invencible amor, mi más y deleitoso cariño y amor.